Que cese la sangr¨ªa

(... ) Sobre este cord¨®n entra?able que une el Norte con el Sur del nuevo continente quisi¨¦ramos detener nuestra mirada y centrarla, con mayor intensidad, en la naci¨®n salvadore?a. Que cese la sangre es nuestro deseo inmediato, casi nuestro grito. Focas veces habremos deseado con m¨¢s fuerza que nuestras palabras fueran capaces de hacer el milagro. Que se detengan las matanza?, que vuelva la paz a ese pueblo pac¨ªfico que se encuentra en la encrucijada de la violencia, con un saldo diario de muertos que llena de congoja a cualquier persona con sentimientos.?No hay en las organizaciones internacionales, en los foros mundiales, nadie que pueda imponer una tregua, alguien que pueda detener la matanza? ?No existe un medio para devolver al pueblo salvadore?o esa parcela de paz necesaria para reconstruir lo que meses de brutalidades han destruido? M¨¢s de 10.000 ciudadanos han sido asesinados. ?Tendremos que ver la destrucci¨®n total de un pueblo sin poder hacer nada por evitarlo?

Alguien tendr¨¢ que tomar la iniciativa en nombre de los valores fundamentales de un pueblo que lucha y muere por conseguir cosas tan elementales como la libertad y la justicia, fundamentos de la paz.

30 de diciembre