Escuelas de arte
Cuando a finales del siglo pasado o principios del presente se fueron creando los centros que hoy se conocen por escuelas de artes aplicadas y oficios art¨ªsticos, se reconoc¨ªan los m¨¦ritos del personal docente de taller de estas escuelas con tal justeza que a algunos de ellos se les dio la categor¨ªa de profesor de t¨¦rmino. Puede que en aquellas fechas no ignorara la Administraci¨®n que lo m¨¢s primordial de los centros citados es la ense?anza de las artes aplicadas y los oficios art¨ªsticos, y por ello concediera a quienes dirig¨ªan los talleres de estas escuelas la categor¨ªa que les correspond¨ªa, alentando as¨ª la labor docente de quienes llevaban a cabo la preparaci¨®n de los artesanos que han dado siempre gloria a nuestras artes menores y generado empleo y rentas en un sector no poco numeroso de nuestra poblaci¨®n.Mas sucede que hoy, mientras van desapareciendo un gran n¨²mero de nuestros oficios art¨ªsticos por la falta de aprendices en los talleres privados, a cuyo humilde maestro se abruma con cargas sociales, pagas extraordinarias y salarios como si de productor industrial se tratara y no de disc¨ªpulo, en lugar de hacerse cargo el Estado del coste de los aprendices en los talleres en v¨ªas de desaparici¨®n, se cornete la felon¨ªa, por la que puede que alguien pase a la historia, de maltratar una y otra vez a las ¨²nicas personas que vuelcan sus conocimientos, heredados o adquiridos tras largos a?os de callado trabajo, sobre aquellos j¨®venes que, no encontrando apetecible el futuro que depara la gran saturaci¨®n de nuestras universidades prefieran probar fortuna en el mundo de los oficios art¨ªsticos, donde, por otro lado, puede que a algunos no les haya ido demasiado mal.
Los sufridos maestros y ayudantes de taller (algunos de estos ?ayudantes? est¨¢n dirigiendo clases con m¨¢s de 120 alumnos, sin que nadie sepa a qui¨¦n ayudan) han vuelto a sufrir otra humillaci¨®n. No era bastante que sus sueldos estuvieran por debajo del salario m¨ªnimo interprofesional. Ni que algunos de sus interinos, tan bien preparados como el que m¨¢s, cobraran 15.000 pesetas mensuales. Ha habido que someterles a una nueva prueba: que vean c¨®mo se les sube el sueldo a quienes ejercen igual labor en el campo de la industria, es decir, a los maestros y ayudantes de taller de formaci¨®n profesional. Para que se den cuenta de que ellos, los que ense?an las artes aplicadas y los oficios art¨ªsticos en este pa¨ªs no tienen nada que hacer aqu¨ª; que se vayan de una vez a esos pa¨ªses donde ignorantemente miman el arte. A esos atrasados pa¨ªses, del resto de Europa, a los que tanto preocupa la ya total p¨¦rdida de sus artesan¨ªas. En donde sustituyeron tan deprisa el caballo de sangre por el caballo mec¨¢nico, que ahora, cuando quieren buscar un herrador que calce sus caballos de equitaci¨®n, ya no lo encuentran. Que se vayan a esos pa¨ªses donde todo es fr¨ªo tecnicismo y el que sabe hacer una pajarita de papel es aplaudido y admirado por sus conciudadanos. Que se marchen a ense?ar all¨ª, ?qu¨¦ se habr¨¢n cre¨ªdo?
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