El V Congreso del PSUC
EL V CONGRESO del Partido Socialista Unificado de Catalu?a ha adoptado resoluciones tan cargadas de consecuencias para el futuro de los comunistas que resulta imposible comprimir en un solo comentario los an¨¢lisis y juicios que merecen estos cinco agitados d¨ªas de enero. Sin embargo, cabe destacar ya, desde ahora, algunas de las l¨ªneas centrales de la asamblea ayer concluida.En primer lugar, Gregorio L¨®pez-Raimundo y Antoni Guti¨¦rrez, presidente y secretario general de la antigua direcci¨®n, han pagado un alto precio por su decisi¨®n de jugar sin cartas marcadas el arriesgado envite de una confrontaci¨®n electoral abierta. Han mantenido su palabra de no presentarse a la reelecci¨®n de sus cargos si el V Congreso del PSUC no aprobaba las formulaciones llamadas eurocomunistas. Y eso que, de haber aceptado figurar como candidatos, su elecci¨®n por el Comit¨¦ Central del PSUC como presidente y secretario general se daba por descartada.
La corriente de oposici¨®n que ha logrado imponer sus enmiendas en este Congreso posee la cohesi¨®n que le da su alineamiento con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, las tradiciones nunca extinguidas de la III Internacional y las bases obreras en importantes comarcas catalanas. La derrota de las posiciones eurocomunistas (en ocasiones s¨®lo terminol¨®gicas) no es tanto una batalla perdida por una concepci¨®n ideol¨®gica de perfiles imprecisos y contenido nebuloso como el triunfo del viejo fundamentalismo marxista-leninista, basado en la aceptaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica como gu¨ªa y faro de los partidos comunistas del mundo entero y como agente hist¨®rico encargado de imponer el ?socialismo real? por las armas a todo el planeta. Que esta resurrecci¨®n de los fantasmas del pasado, supuestamente enterrados, con las invasiones sovi¨¦ticas de Hungr¨ªa, Checoslovaquia y Afganist¨¢n, y que ese regreso al manique¨ªsmo de los an¨¢lisis y de las propuestas se hayan producido en Catalu?a y en el PSUC no debe extra?ar a quienes recuerden el reciente viraje del PC franc¨¦s. La guerra fr¨ªa cabalga de nuevo, y su galope puede producir resultados semejantes en el resto de los comunistas espa?oles, donde las a?oranzas de los buenos viejos tiempos en que s¨®lo exist¨ªa lo blanco y lo negro y la URSS era el Superman de los desheredados son tanto o m¨¢s vigorosas que en Catalu?a.
La corriente prosovi¨¦tica no ha podido, sin embargo, articular una candidatura capaz de obtener la victoria en la elecci¨®n del presidente del secretario general del PSUC, y ha tenido que pactar una soluci¨®n de compromiso en el seno del Comit¨¦ Central, en el que, por lo dem¨¢s, su peso no es tan grande, como en el Congreso. Francisco Frutos, el nuevo secretario general, antiguo trabajador de la industria textil, es un joven dirigente obrero muy popular. Respetado por sus adversarios pol¨ªticos ?eurocomunistas?, no encaja ni en la figura del ide¨®logo sectario y doctrinario, ni en el estereotipo del funcionario del aparato. En cuanto al nuevo presidente del PSUC, Pere Ardiaca, es un veterano de la vieja guardia, hasta el punto de que en los Escritos sobre la guerra de Espa?a, de Palmiro Togliatti, se pueden encontrar ya algunas hirientes observaciones despectivas contra su persona y contra su ?absoluta inconsistencia pol¨ªtica?.
La batalla de la organizaci¨®n, sin embargo, no ha hecho m¨¢s que comenzar. La elecci¨®n del nuevo Comit¨¦ Ejecutivo, que el Comit¨¦ Central del PSUC deber¨¢ realizar en el plazo de diez d¨ªas, permitir¨¢ atisbar mejor cu¨¢les van a ser los nuevos rumbos del partido de los comunistas catalanes en el terreno de la estrategia pol¨ªtica, de la proyecci¨®n hacia la sociedad, de las relaciones con el PCE y de la dial¨¦ctica ?nacionalismo-clasismo?. ?Ser¨¢ capaz la corriente prosovi¨¦tica de afianzar su victoria congresual en la vida cotidiana y organizativa de su partido? No resulta f¨¢cil jugar a las predicciones. M¨¢xime cuando la representaci¨®n del PSUC en las Cortes Generales y en el Parlamento catal¨¢n y el dise?o e instrumentaci¨®n de su pol¨ªtica municipal se halla en manos del reducido grupo de los eurocomunistas a ultranza y del sector que hasta ahora hab¨ªa apoyado a L¨®pez-Raimundo y Antoni Guti¨¦rrez, y que se siente igualmente amenazado por el primitivismo pol¨ªtico y la adoraci¨®n por Mosc¨² de la corriente prosovi¨¦tica.
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