Un diccionario econ¨®mico imprescindible
Todo conocimiento cient¨ªfico especializado genera una jerga. Cuando este conocimiento crece a un ritmo tan r¨¢pido como el que caracteriza la revoluci¨®n cient¨ªfico-tecnol¨®gica de nuestro tiempo la diferenciaci¨®n lexicol¨®gica alcanza l¨ªmites insospechados, y la creaci¨®n de neologismos tiende a convertirse en mera actividad diaria.Pi¨¦nsese que, seg¨²n datos recog¨ªdos hace alg¨²n tiempo por el profesor Firtsch, el volumen de conocimientos de la humanidad se duplica cada doce a?os: ello equivale a una tasa de crecimiento anual pr¨®xima al 6%. O que la extensi¨®n de las contribuciones originales y de las notas aparecidas en trece revistas del Instituto Norteamericano de Ciencias F¨ªsicas se ha quintuplicado en diecis¨¦is a?os, a tenor de un estudio de A. Buchholz: esto implica una tasa de crecimiento superior al 11% al a?o.
La ciencia econ¨®mica no es en esto una excepci¨®n: al amparo de la sin igual expansi¨®n de la econom¨ªa mundial en la d¨¦cada de los cincuenta y de los sesenta, de la aparici¨®n de m¨²ltiples y complejos problemas que retan la imaginaci¨®n de los cultivadores de la disciplina, de planteamientos te¨®ric¨®s estimulantes y de profundas controversias metodol¨®gicas el l¨¦xico econ¨®mico se ha enriquecido y aumentado de manera impensable para generaciones anteriores.
Autores hay que podr¨¢n discutir la afirmaci¨®n de que en la actualidad, la ciencia econ¨®mica se escribe en ingl¨¦s. Pero de lo que no cabe duda alguna es que el ingl¨¦s se ha convertido en la lingua franca para la transmisi¨®n de los conocimientos econ¨®micos. En este sentido, hoy resulta punto menos que imposible mantenerse al d¨ªa en econom¨ªa, sin, por lo menos, leer tal idioma. Y, naturalmente, la ciencia econ¨®mica no es en esto excepci¨®n alguna, pues se trata de un fen¨®meno con el que topamos en otros muchos campos del saber cient¨ªfico o tecnol¨®gico.
Disponer, pues, de diccionarios amplios y exactos que permitan traducir correctarnente un l¨¦xico econ¨®mico que esi¨¢ en continua evoluci¨®n ha llegado a ser una necesidad imperiosa. Los economistas espa?oles hemos sufrido, como colectivo, el embate de la ciencia econ¨®mica anglosajona o transmitida en ingl¨¦s adaptando acr¨ªticamente los neologisnos por ella generados. No es que en esto, desde luego, seamos una excepci¨®n: en t¨¦rminos globales ocurre lo mismo con la profesi¨®n en toda Latinoam¨¦rica. Y se explica f¨¢cilmente: es m¨¢s r¨¢pido decir, por ejemplo, crawling peg, cross section, buffer stock o, simplemente, input, que utilizar expresiones equivalentes no consagradas en castellano. Todav¨ªa hoy eh la Real Academia Espa?ola de la Lengua no figura, que yo sepa, un economista profesional que se haya distinguido por su cuidado del idioma o lo haya manejado elegantemente.
En estas condiciones, y cuando los conocimientos de ingl¨¦s entre los estudiantes universitarios espa?oles dejan tanto que desear, no cabe sino saludar alborozados la aparici¨®n del diccionario econ¨®mico ingl¨¦s-espa?ol del que es autor Jos¨¦ Mar¨ªa Lozano, catedr¨¢tico de la facultad de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales de la Universidad Complutense (*). Quienes le conocemos sabemos de su trayectoria como traductor de obras fundamentales, de sus esfuerzos durante muchos a?os por verter con precisi¨®n a nuestro idioma los neologismos que creaba la renovaci¨®n del pensamiento econ¨®mico y hacend¨ªstico, y algunos recordar¨¢n el tour de force, que supuso su versi¨®n espa?ola del libro de Musgrave y del endiablado concepto, en t¨¦rminos estrictamente lexicol¨®gicos, de las merit wants.
Supongo que quien, profesionalmente, tenga algo que ver con la literatura econ¨®mica disponible en castellano, qu¨¦ por lo que se refiere a los aspectos te¨®ricos es, en gran parte, de extracci¨®n anglosajona, no habr¨¢ dejado de sentirse alarmado ante los desaguisados que habitualmente se cometen en la traducci¨®n y que a veces llegan a afectar a las dimensiones conceptuales de la misma.
A lo largo de casi 350 p¨¢ginas, en doble columna, y con cerca de 27.000 t¨¦rminos ingleses vertidos al espa?ol, ya sea el utilizado en la Pen¨ªnsula o en Latinoam¨¦rica, el diccionario del profesor Lozano parece hoy un med¨ªo de conocimiento fundamental para que los estudiosos, los profesionales, los periodistas y los estudiantes mantengan dentro de l¨ªmites decorosos las equivalencias idiom¨¢ticas de la jerga econ¨®mica anglosajona. No es frecuente, antes al contrario, que un economista acad¨¦mico distinguido lleve a cabo una tarea como la que implica redactar un diccionario especializado, que exige indudablemente de una dedicaci¨®n durante a?os. En el poco brillante panorama de la lexicolog¨ªa econ¨®mica espa?ola, Jos¨¦ Mar¨ªa Lozano se ha hecho acreedor a la gratitud y al reconocimiento de los profesionales, los traductores y de los que quieran llegar a serlo.
(*)Jos¨¦ Mar¨ªa Lozano Irueste, Diccionario ingl¨¦s-espa?ol de econom¨ªa. Ediciones ICE, Madrid, 1980.
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