Gelsomina lo sabe
El hecho de que, por encima de terror, sexo y galaxias, la mejor pel¨ªcula que se exhibe en nuestras pantallas estos d¨ªas se realizara en 1954, debe ilustrar al p¨²blico acerca del actual estado del cine. Verla, adem¨¢s, puede servirle de cura tonificante.Presentada en la Bienal de Venecia hace un cuarto de siglo, compiti¨® con La ley del silencio y Senso. Las dos pasaron ya a los archivos de la televisi¨®n; La strada permanece, m¨¢s all¨¢ de cine clubes y fiImotecas. La cr¨ªtica italiana, no demasiado clarividente, subray¨® aquel a?o de un exceso de ingenieros en el festival y una falta de poetas, y sin embargo, Fellini estaba all¨ª, con esta historia sobre la soledad del hombre actual, con esta par¨¢bola sobre su incapacidad de reconocerse en sus semejantes, con esta Gelomina, en fin, que sabe todo cuanto el silencio calla.
La strada
Direcci¨®n: Federico Fellini. Gui¨®n: Fellini, Tulio Pinelli, Ennio Flaviano. Int¨¦rpretes: Giuletta Massina, Anthony Quinn, Richard Basehart. Dram¨¢tica. Italia. Blanco y negro (1954). Reposici¨®n, en el cine Rosales.
M¨¢s tarde lleg¨® el oscar; el realizador salt¨® a la fama de los grandes. Si hasta entonces se mantuvo a su lado como un oscuro colaborador, tras el premio tuvo su puesto al sol de los m¨¢s importantes. Hijo y padre a la vez de un neorrealismo que por entonces cumpl¨ªa sus postreros pasos, ya en sus historias anteriores apuntaba m¨¢s all¨¢ de sus condicionamientos, al parecer, inevitables. En su historia aparec¨ªa una realidad social, pero un tanto relativa, representada por unos vagabundos saltimbanquis. Los actores no s¨®lo eran profesionales, sino bien conocidos, sobre todo en el caso de Anthony Quinn, que se alz¨® con la mejor creaci¨®n de su carrera hasta entonces. La posguerra de Italia ya no se evidenciaba tan claramente como en relatos anteriores, sino a lo largo de una metaf¨ªsica que rozaba los caminos de As¨ªs. Esta filosof¨ªa de amor a los humildes, de concebir un mundo en el que todos somos necesarios, desde los cantos del camino hasta el amor de Gelsomina, fea y torpe.
Salida del neorrealismo
La verdad es que Fellini mostraba la ¨²nica salida v¨¢lida del neorrealismo primero. El mismo lo afirmaba: ?Es preciso hallar una nueva clase de inspiraci¨®n. Me acusan de reaccionario, m¨¢s las historias de hoy deben contarse de distinta manera. La fuerza original de nuestro cine, tras la guerra, se perdi¨® por culpa del sensacionalismo y la pol¨ªtica?.Otros muchos temas y estilos tambi¨¦n aparec¨ªan. Su pasi¨®n por el circo, por los circos que recorr¨ªan una Italia convaleciente a¨²n, enferma siempre como el ni?o que visita Gelsomina para hacerle re¨ªr, en la mejor secuencia de la historia; como la procesi¨®n solemne, pagana y colosal, enemiga de la esperanza del convento olvidado en el campo, el sabor popular de la boda campesina o la soledad de las ciudades desiertas, sombr¨ªas.
Gelsomina sabe que, m¨¢s all¨¢ de su muerte, capaz de convertir a su tutor en hombre consciente, se halla la imagen de una vida, de un mundo donde los fantasmas de la pantalla se confunden con la realidad. Conoce su realidad, hecha de sentimientos vagos, alegre a ratos, dolorosa y triste, y sabe cu¨¢nto le debe a Chaplin en su gesto, en su ropa y en su modo de hacerse perdonar su pasi¨®n por los dem¨¢s.
Debido a ello, quiz¨¢ su aventura a¨²n permanece actual, como una nueva comedia del arte.
Babelia
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