Exposici¨®n de Pablo Gargallo en el Museo de Arte Moderno de Par¨ªs
Este a?o se celebra el centenario del nacimiento del escultor
Con motivo del centenario del nacimiento del escultor espa?ol Pablo Gargallo, el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Par¨ªs ha organizado una exposici¨®n conmemorativa sobre la obra de este artista, que evidencia, entre otras cosas, su capacidad creadora y la importancia que tuvo para las sucesivas generaciones de escultores.
La naturalidad con la que en la obra de Pablo Gargallo coexisten trabajos que corresponden a dos formas de hacer diferentes, pero no por eso opuestas, una enraizada en la tradici¨®n cl¨¢sica y otra claramente vanguardista, es uno de los rasgos caracter¨ªsticos de la personalidad de este artista, puesta una vez m¨¢s de relieve en la exposici¨®n que el Museo de Arte Moderno de Par¨ªs (ciudad clave, junto con Barcelona, en la evoluci¨®n de su arte) dedica este a?o como homenaje a este precursor de la escultura de hierro, al cumplirse el centenario de su nacimiento (5 de enero de 1881) y que comprende 115 esculturas y sesenta dibujos, adem¨¢s de un audiovisual, sobre su obra monumental, realizado por Mar¨ªa Lluisa Borr¨¢s.La maestr¨ªa y el dominio de la t¨¦cnica, de las diversas t¨¦cnicas, es una constante en la obra de Pablo Gargallo, consecuencia de su insaciable curiosidad y quiz¨¢ tambi¨¦n de un aprendizaje que comenz¨®, siendo casi un ni?o, en el taller de Eusebio Arnau, tras el traslado de su familia desde su pueblo natal aragon¨¦s, Maella, a Barcelona.
Cualquiera que sea el material empleado (m¨¢rmol, alabastro, chapa, piedra, cobre, plomo, hierro o plata, en contadas ocasiones), cualquiera que sea tambi¨¦n el tema o el estilo en que la obra se realice (simbolista, modernista, cubista ... ), el sabio instinto del escultor le llevar¨¢ siempre a encontrar el lenguaje propio de cada materia, su esp¨ªritu, s¨®lo posible de expresar a trav¨¦s de la forma y el volumen, descubriendo con sensibilidad e inteligencia el alma de sus modelos.
El que afirmara ?haber trabajado siempre con los medios del pasado?, pero ?resumidos a su manera?, significa, en el caso de Gargallo, una exploraci¨®n atenta de la tradici¨®n que le llevar¨ªa a respetarla, s¨ª, pero no por ello a someterse a su dictadura, y eso durante toda su vida.
Tradici¨®n y vanguardia
El mismo a?o que esculpi¨® Academia, en 1933, por no citar m¨¢s que un ejemplo que corresponde a la ¨²ltima etapa de su vida, acab¨® tambi¨¦n su obra El gran profeta, realizada ¨²nicamente en escayola, por falta de medios econ¨®micos, ya que la muerte le sorprendi¨®, bajo la forma de una bronconeumon¨ªa fulminante, en 1939, durante uno de sus frecuentes viajes a Catalu?a.La serenidad est¨¢tica de la primera (en m¨¢rmol) contrasta con la expresi¨®n de apasionada violencia del discurso del profeta (pensado para ser realizado en bronce), de gesto airado y dominante, que parece ser una s¨ªntesis de lo que el mismo escultor definir¨ªa como escultura: ?Una serie de im¨¢genes casi simult¨¢neas de una composici¨®n?, que exige, seg¨²n su autor, un desplazamiento de la vista para apreciar sus diferentes partes, cada una de las cuales tiene su volumen, planos, dimensiones y superficies particulares. En el caso de este ?gran profeta?, atravesadas por espacios, por un vac¨ªo que a la vez que realza su esbeltez da densidad y envergadura a una espalda poderosa y un cuerpo firmemente apoyado sobre la tierra.
Siempre supo Gargallo, con gran habilidad, a partir de un momento definitivo en su obra (en la exposici¨®n, el bronce Mujer en reposo, 1922, o el hierro Bacante, 1931, son un buen ejemplo), extraer todo el significado posible de la superficie plana, ?constructiva, unida e inm¨®vil?, combin¨¢ndola con lo convexo, ?de reflejos deformantes, pues es siempre receptor de varios rayos de luz? y lo c¨®ncavo, ?franco y sin reflejos, con extraordinarios matices en el claroscuro que guarda, unific¨¢ndolos, todos los rayos de luz que recibe?, dando as¨ª una impresi¨®n de volumen que hace resaltar la gracia de unos senos o la robustez de unos muslos, en una equilibrada formaci¨®n.
Un modelo de expresividad
La sutilidad expresiva de los rostros de Antonio Gargallo se intensifica, alcanzando casi un aspecto m¨¢gico, cuando comienza a realizar las m¨¢scaras (la primera en 1907, con ocasi¨®n de su segundo viaje a Par¨ªs).La depurada simplicidad y elegancia de Joven con ment¨®n puntiagudo, de 1911, se combinar¨¢n, m¨¢s adelante, con un sutil¨ªsimo sentido del humor, con ritmos y formas populares, que combinadas con un vac¨ªo sabiamente organizado y la diferencia de tratamiento del material le har¨¢n encontrar soluciones de incre¨ªble ingeniosidad.
Kiki de Montparnasse, 1928, es un ejemplo entre muchos que pone de manifiesto una forma sint¨¦tica de ver la realidad y le lleva a trav¨¦s de una escritura de suprema sobriedad en algunas ocasiones, como Insignificante, 1930; Autorretrato, sin fecha, o El picador, 1928, o barroca en otros, que aglutina diferentes combinaciones posibles, como Retrato de Chagall, 1933, o Rom¨¢ntica, 1929, a composiciones donde el tema, a pesar de su evidencia, y esto es lo formidable, queda pr¨¢cticamente olvidado, transform¨¢ndose as¨ª la escultura en una sabia organizaci¨®n del espacio, mediante formas y vol¨²menes, que raya la abstracci¨®n.
Maestro del realismo
El escultor Pablo Gargallo naci¨® en Maella (Arag¨®n), en 1881, y muri¨® en 1939. Cuando apenas contaba veinte a?os obtiene una beca de estudios de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, de la que era alumno, y viaja a Par¨ªs, cuya vida art¨ªstica le fascina. De vuelta a Espa?a, se instala en Madrid, donde frecuenta a los maestros del Museo del Prado, hasta 1915, y dos a?os m¨¢s tarde es nombrado profesor de la Escuela Superior de Bells Oficis. Sin embargo, en 1925 abandona la ense?anza y se instala definitivamente en Par¨ªs.El estilo marcadamente personal de Gargallo sin duda ha tenido que recibir la influencia de los avances trascendentales de la riqu¨ªsima generaci¨®n de artistas franceses y espa?oles instalados en Par¨ªs con anterioridad a ¨¦l, pero aun en sus figuras menos racionales, como su Estudio para un profeta, quiz¨¢ su obra m¨¢s reproducida, es posible ver la pasi¨®n de humanismo que recorre toda su obra. Jam¨¢s rompi¨® con el realismo, por lo menos nunca lo bastante para poder prever el abstracto, cuyo auge no tuvo tiempo de presenciar. Gargallo, que gustaba de trabajar con los materiales m¨¢s duros, fue uno de los escultores en piedra m¨¢s conmovedores, aunque no sinti¨® nunca la tentaci¨®n de desarrollar paralelamente una l¨ªnea esteticista. Entre las citas curiosas que se le atribuyen est¨¢ esta dirigida a los pintores: ??Os falta negro? Utilizad el blanco?.
Gargallo expuso varias veces en el Sal¨®n de Oto?o de Par¨ªs, del que fue socio; en el Sal¨®n de las Tuller¨ªas y en el Sal¨®n de los Independientes; tambi¨¦n a menudo en el resto de Europa.
Babelia
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