Un rom¨¢ntico desgarrado entre la revoluci¨®n y Dios
La figura de Fedor Mijailovich Dostoievski nos ha llegado repleta de equ¨ªvocos a trav¨¦s de su aplastante celebridad. Considerado durante muchos lustros -m¨¢s de un siglo ya- como uno de los titanes de la novela universal, al lado de los m¨¢s grandes, las toneladas de ex¨¦gesis e interpretaciones que su obra ha provocado -no desprovistas de ataques tan apasionados como los ditirambos, y en su mayor parte tan injustificados tambi¨¦n-, muchas veces impiden su verdadero conocimiento.
Para ello no existe m¨¢s que una soluci¨®n: releerlo y dejar a un lado todo prejuicio, todo apriorismo, toda impresi¨®n superficial, propia o ajena. La revoluci¨®n sovi¨¦tica conden¨® a Dostoievski al limbo de? olvido, pues aquel revolucionario juvenil, que hasta fue condenado a muerte y sufri¨® el exilio y los trabajos forzados en Siberia, abomin¨®. en su vejez de los pecados juveniles y transform¨® su obra en la de un m¨ªstico. La cr¨ªtica progresista, para salvarlo -y para salvarse, pues condenarlo hubiera supuesto atentar contra la esencia misma de la literatura-, lo erigi¨® como una de las primeras cumbres del realismo y el pionero de la novela psicol¨®gica.Flaco favor se le hizo, y muchos de los ataques que hoy se le dirigen provienen de esta desma?ada defensa. Pues, a pesar de su realismo -violento y forzado- y de su psicologismo, basado en casos l¨ªmite, en la patolog¨ªa muchas veces, Dostoievski es sobre todo un rom¨¢ntico rezagado, un nacionalista a ultranza y un escritor profundamente religioso..
Las primeras admiraciones de este joven moscovita, ingeniero militar, nacido en el Hospital de los Pobres, de Mosc¨² -de donde su padre era director-, fueron la Biblia, la historia de Rusia y los rom¨¢nticos como Puskin, Byron y Balzac. Cuando, a los veinticinco a?os, y ya en San Petersburgo, publica:Pobres gentes, el triunfo es inmediato: los c¨ªrculos progresistas, con el cr¨ªtico Bi¨¦linski a la cabeza, le reciben como a un genio. Pero el joven genio, epil¨¦ptico desde los siete a?os, es un hipersensible, orgulloso, susceptible y violento, y pronto rompe con ellos y se radicaliza todav¨ªa m¨¢s. Su pensamiento vuelve los ojos a Occidente, y pretende testimoniar la miseria y el dolor del pueblo ruso. Sus siguientes libros -El doble, El se?or Projarchin, Netochka Nezvanova, Un coraz¨®n d¨¦bil, La mujer de otro y Noches blancas- no alcanzan el ¨¦xito del primiero. Despu¨¦s lleg¨® la conspiraci¨®n, la detenci¨®n y encarlamiento en la fortaleza de Pedro y Pablo, la condena a muerte y el destierro a Omsk, en Siberia, despu¨¦s de un atroz simulacro de ejecuci¨®n.
Durante cuatro a?os sufrir¨¢ el destierro, pero su silencio literario durar¨¢ otros cinco m¨¢s. Sus primeros libros despu¨¦s de la tragedia son extra?os -Stepanchikovo, El sue?o del t¨ªo y Humillados y ofendidos-, pero con Recuerdos de la casa de los muertos aparece el nuevo y definitivo Dostoievski., Al cantor justiciero del pueblo ruso ha sucedido el profeta visionario, el m¨ªstico obsesionado por sus relaciones con Dios. -
Memorias del subsuelo y Notas de invierno preparan el ¨¦xito de Crimen y castigo, y tras el par¨¦ntesis de El jugador, llegaron las g andes obras de la etapa final: El idiota, Demonios, El adolescenteis u incansable trabajo de periodista (Diario de un escritor) y su gran testamento final, Los hermanos Karam¨¢zov, terminado poco me nos de un a?o antes de su muerte. Las convulsiones le acompa?aron hasta el final: muerte de su primera esposa, la epilepsia, la ruina, el juego, los amores frustrados con Pauline, fallecimiento de dos de los cuatro hijos de su segando matrimonio... Un a?o antes de su muerte recibi¨® un homenaje nacional multitudinario, donde hasta Turgueniev -su gran rival, occidental y cort¨¦s- se reconcili¨® p¨²blicamente con ¨¦l. Por la noche, a solas, Dostoievski deposit¨® en el monumento a Puskin la corona de laurel que le hab¨ªa sido ofrecida. De sus ¨ªdolos infantiles, Puskin y Lermontov murieron en duelo, y su gran enemigo, su padre, fue asesinado por sus propios siervos que le calificaron de bestia feroz (ese padre violento, dictador y alcoh¨®lico que le sirvi¨® de modelo para el pa dre de los Karam¨¢zovl.
El estilo de Dostoi¨¦vski, Iseg¨²n todos sus ex¨¦getas rusos- o lectores de ruso-, es barroo, instintivo, brillant¨ªsimo e intraducible. Frente al cl¨¢sico Tolstoil al sencillo Chejov o al occidentalizado Turgueniev, Dostoievski es esa pasi¨®n sin la que no surge la gran literatura. Pierde traducido, como todos los grandes, como Valle-Incl¨¢n.
En sus cajones quedaron los grandes proyectos -que se resum¨ªan en uno- de Ate¨ªsmo y Hagiograf¨ªa de un gran pecador. All¨ª, en los esbozos iniciales, el protagonista, siendo ni?o, se hace 'adorar por una ni?a como si fuera un dios. Reducir sus libros a una panoplia de casos patol¨®gicos es no entenderlo. A Dostoievski hay q0e rastrearlo en el Iv¨¢n Karam¨¢zov que afirma la existencia de Dios, pues si no todo estar¨ªa permitido, en Alioscha Karamazov y el starets Z¨®sima, en la comisi¨®n de Stavroguin, el genio frustrado del mal, o en la respuesta que le da Chatov en Demonios, al ser preguntado si cree o no en Dios. ??Cree usted en Dios??. ?Creo.... creo en Rusia.... en la Rusia ortodoxa.... creo en el cuerpo de Cristo.... creo que en Rusia vendr¨¢ en su segundo advenimiento..., creo .... ?. ?Pero ?en Dios? ?Cree usted en Dios? ... ?. ?Yo. ' .. creer¨¦ en Dios?. En este grito final de Chatov, y en c¨®mo est¨¢ formulado, reside el misterio Dostoievski.
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