Publicaci¨®n de un libro sobre las especies en peligro de extinci¨®n
La voluntad de sobrevivir de los animles acosados
Joaqu¨ªn Araujo, Quine para quienes son sus innumerables amigos, quiso una vez poner en su carn¨¦ de identidad que era poeta y jubilado. No le dejaron porque, aparentemente, no reun¨ªa ambas condiciones. No es un exc¨¦ntrico, sino un sentimental que hace lo que siente. Ahora ha sentido el latido de los animales acosados y ha escrito un libro en el que aparecen los problemas de supervivencia de las distintas especies.
El libro se titula Todav¨ªa vivo, y ha sido editado por Penthalon Ediciones. No se trata de un volumen m¨¢s sobre la naturaleza. Es m¨¢s, probablemente le falta aquello que hace comercialmente interesante al libro de divulgaci¨®n sobre estos temas, es decir, la profusi¨®n de ilustraciones a todo color, que encarecen l¨®gicamente el producto y que, obviamente, impiden su amplia difusi¨®n.Todav¨ªa vivo es un libro de correspondencia supuesta. En efecto, Araujo hace que los animales acosados escriban cartas colectivas e individuales sobre sus diversos casos de lucha por la supervivencia. La primera misiva, aqu¨¦lla en la que la asamblea entra en contacto con el destinatario -que pone su residencia en La Ventosilla, Navatrasierra (C¨¢ceres)- ten¨ªa como t¨ªtulo Todav¨ªa vivo, y en ella se acumulan reproches, reflexiones, angustias, protestas y, a veces, insultos y fina iron¨ªa que caen como nieve sobre el g¨¦nero humano. No falta el intento de mediaci¨®n con nuestra raza: los animales acosados buscan a trav¨¦s de su carta colectiva el inicio de una amistad entre ellos y los lejan¨ªsimos humanos.
Todos los casos particulares son tr¨¢gicos. La perdiz roja ha sido cruelmente diezmada por la abusiva matanza que de ellas se hace mediante m¨¦todos traidores, en su humildad, la perdiz a?ora los tiempos en que las escopetas aisladas, en noble confrontaci¨®n, pon¨ªan sus vidas en el momento de la angustia, preferible al exterminio total de la especie que se produce ahora.
La libertad de los lobos est¨¢ amenazada, y como medio de autodefensa ellos le indican a Araujo que estar¨ªan dispuestos a convivir -en libertad- con los perros dom¨¦sticos. El ¨¢guila imperial, cansada de ser mirada con p¨¢nico por los que las ven desde abajo -los humanos-, a los que no disculpan su ferocidad. El alimoche se alegra de su libertad alada y considera un timbre de honor su pobreza, porque poseer cosas carece de sentido. La nutria se duele de que las aguas est¨¦n cada d¨ªa m¨¢s contaminadas por culpa de la actividad del hombre.
Lista de lamentos
La lista de reproches es interminable. El cern¨ªcalo se burla de los conocimientos cient¨ªficos de los humanos y de la malsana curiosidad que todo lo destruye para intentar conocerlo mejor. El halc¨®n peregrino se jacta de su velocidad, que, al rev¨¦s que la de los hombres, nace de su propio apetito por volar. El lince, listo personaje de la fauna, hace un pat¨¦tico llamamiento para que se le contemple por ¨²ltima vez: teme que alg¨²n d¨ªa no queden de ¨¦l otra cosa que las u?as. No es ausente la v¨ªbora de la muerte que da, pero filosofa tambi¨¦n sobre la que se le da a ella.La introspecci¨®n de Araujo en el mundo animal le ha llevado a las profundidades. All¨ª se ha encontrado con la voz del topo, amargamente harto del da?o que los humanos, que creen que sucede al rev¨¦s, hacen a sus casas y a sus cultivos. El salm¨®n, por su parte, deplora la situaci¨®n de los r¨ªos, que anta?o eran claros y frescos y hoy son cloacas.
La malvas¨ªa llora por la desaparici¨®n de su especie, de la que ya quedan s¨®lo diecinueve ejemplares. Y la tortuga, el buho, el conejo, el tej¨®n, el camale¨®n -cu¨¢ntas cosas tiene que decir el camale¨®n sobre la especie humana-, el mosquitero, el rabilargo, el armi?o, el sapo, el buitre leonado, la ardilla, el quebrantahuesos, la ballena.... todos tienen algo que decir y se valen de la pluma de un agricultor que fue ornit¨®logo y ha sabido escuchar, mezclado con la naturaleza, los ¨²ltimos latidos de sus habitantes acosados.
Parece un cuento, pero no hay mejor ficci¨®n que la que procede de la realidad.
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