La guerra de El Salvador no ha hecho m¨¢s que empezar
La guerra de El Salvador va para largo. Ni la guerrilla ha logrado los ¨¦xitos que voce¨® Radio Liberaci¨®n ni el Ej¨¦rcito controla todo el territorio, como pretende la Junta. M¨¢s all¨¢ de la propaganda, de la que han abusado los dos bandos, una de las conclusiones v¨¢lidas es que el conflicto no ha hecho sino empezar. No hacen falta dotes especiales de profeta para vaticinar que pronto volver¨¢n a hablar los fusiles.
La situaci¨®n militar en el pa¨ªs no es hoy muy distinta de la de hace un mes. Dicho de otra manera, la ofensiva general que inici¨® la guerrilla, el 10 de enero, no cumpli¨® sus objetivos: no logr¨® la insurrecci¨®n popular, la huelga obtuvo un magro apoyo y la acci¨®n militar tuvo que ser suspendida porque el modelo elegido conduc¨ªa al desastre.Los dirigentes m¨¢s l¨²cidos de la oposici¨®n reconocen que fue un error lanzarse a un ataque de tipo convencional, con asedio a los cuarteles y ocupaci¨®n de algunas ciudades importantes. Sin una artiller¨ªa bien pertrechada y a falta de una insurrecci¨®n militar desde dentro, la ocupaci¨®n de un solo cuartel hubiera exigido un sacrificio en hombres y municiones que la guerrilla no se puede permitir.
Este error inicial oblig¨® al estado mayor guerrillero a ordenar el repliegue, aun a sabiendas de que la Junta lo iba a presentar como una derrota y de que iba a provocar no poco desconcierto en sus propias filas y entre los aliados exteriores. Pero la elecci¨®n era obvia: mantener la ofensiva hubiera conducido a una probable derrota.
El segundo error grave ha sido el llamamiento a la huelga general. El propio Guillermo Ungo, miembro de la comisi¨®n pol¨ªtico-diplom¨¢tica del FDR (Frente Democr¨¢tico Revolucionario), reconoc¨ªa, antes de iniciarse la huelga, que los trabajadores salvadore?os no iban a poner en juego s¨®lo su puesto de trabajo, sino su vida. Sumarse al paro era exponerse a un paseo nocturno que termina con un tiro en la nuca.
No debe olvidarse que la ¨²ltima huelga que consigui¨® un apoyo masivo de la poblaci¨®n civil tuvo lugar hace casi un a?o, antes de que la extrema derecha iniciase sus represalias indiscriminadas contra todo sospechoso de simpatizar con la izquierda. En la convocatoria de agosto, igual que en la de hace unos d¨ªas, el miedo llev¨® a muchos trabajadores hasta sus f¨¢bricas.
La suspensi¨®n de la ofensiva guerrillera ha reforzado, sin duda, a la Junta y elevado la moral algo fr¨¢gil de sus combatientes; pero de ah¨ª a hablar de victoria militar media un abismo. El Ej¨¦rcito ha capturado cientos de fusiles y ha causado cerca de doscientas bajas comprobadas al enemigo -la mayor¨ªa de los muertos de esta guerra son civiles-, pero tambi¨¦n ha perdido un n¨²mero bastante parejo de hombres y armas.
Armas y comunicaciones
El ¨²nico golpe espectacular ha sido la destrucci¨®n del campamento guerrillero de Pe?as Blancas, donde murieron casi cien guerrilleros, seg¨²n el Ej¨¦rcito, y unos sesenta, seg¨²n el Frente. En l¨ªneas generales, las posiciones siguen siendo id¨¦nticas a las de hace un mes, s¨®lo que ahora las dos partes en conflicto han reforzado sus respectivos parques de armamento.La guerrilla tiene un problema serio de comunicaciones. En un pa¨ªs peque?o y en una guerra de movimientos, como va a ser ¨¦sta, la lentitud en la transmisi¨®n de ¨®rdenes puede resultar fatal. Lo que parece evidente es que su estado mayor no va a reincidir en los errores de la pasada ofensiva y va a volver al ya conocido modelo de guerra de guerrillas. Para hacer frente a este tipo de confrontaci¨®n son de vital importancia los helic¨®pteros que Estados Unidos ha suministrado a la Junta. El Ej¨¦rcito puede trasladar as¨ª a sus hombres hasta los cerros donde se asientan algunos campamentos guerrilleros.
En el cap¨ªtulo de las armas convencionales existe una cierta igualdad. Los dos bandos utilizan fusiles Faln y G-3, alimentados por la misma munici¨®n. No parece que ninguno tenga escasez de fusiles. Por eso ha extra?ado que la ayuda norteamericana incluya miles de metralletas M-16, a menos que el Ej¨¦rcito piense recurrir a sus reservistas o efectuar nuevas levas
Es cierto que el Ej¨¦rcito tiene una neta superioridad en artiller¨ªa y blindados, pero los observadores opinan que ¨¦sta va a ser una guerra de infanter¨ªa, al menos hasta que la ofensiva llegue a la capital.
Vistas as¨ª las cosas, parece muy dif¨ªcil que la guerrilla pueda conseguir una victoria militar total, al estilo de los sandinistas en Nicaragua; pero es igualmente improbable que el Ej¨¦rcito pueda destruirla totalmente. Tarde o temprano, la negociaci¨®n pol¨ªtica va a ser inevitable, a menos que se quiera vietnamizar la regi¨®n con una guerra interminable.
Con vistas a esta posible negociaci¨®n que el FDR ya ha planteado p¨²blicamente, la guerrilla impone dos condiciones no negociables: el desmantelamiento de los sectores fascistas del Ej¨¦rcito y la supresi¨®n de los actuales cuerpos de seguridad.. Todo lo dem¨¢s, incluido el modelo de sociedad, est¨¢ sometido a transacci¨®n.
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