Los madrile?os afrontaron con resignaci¨®n la paralizaci¨®n del aeropuerto de Barajas
La resignaci¨®n de los frustrados aspirantes a viajeros, en una respuesta ciudadana tolerante para con un paro de tal magnitud, y la falta de informaci¨®n por parte de los departamentos de Iberia y del propio aeropuerto encargados de ella fueron las notas dominantes de la situaci¨®n que ayer se vivi¨® en Barajas, durante el segundo d¨ªa de huelga de los controladores a¨¦reos, que mantuvo pr¨¢cticamente paralizado el primer aeropuerto del pa¨ªs. Otro tanto ocurri¨® en las dos principales estaciones ferroviarias de la ciudad, Chamart¨ªn y Atocha, que durante cuatro horas tambi¨¦n se vieron paralizadas por la huelga de los trabajadores de Renfe.
Los madrile?os parecieron haberse enterado con la suficiente antelaci¨®n de las huelgas que ayer paralizaron el aeropuerto de Barajas durante todo el d¨ªa y las estaciones ferroviarias de Atocha y Chamart¨ªn entre las ocho y las diez, tanto de la ma?ana como de la tarde. Pocos o pr¨¢cticamente ninguno eran los viajeros que, a primeras horas de la ma?ana, soportaban los retrasos en las salas de espera de Barajas. Los tableros que normalmente anuncian la salida de los vuelos permanec¨ªan inactivos y s¨®lo de cuando en cuando una voz femenina anunciaba, a trav¨¦s de los altavoces, un nuevo retraso en la llegada o salida de alg¨²n vuelo o su cancelaci¨®n definitiva.A medida que fue avanzando la ma?ana, ciudadanos con un tanto de esperanza de que su avi¨®n fuera uno de los que no llegaran a ser cancelados empezaban a recorrer los pasillos del aeropuerto en busca de alguien que les pudiera informar de la aut¨¦ntica situaci¨®n de su vuelo. Esos viajeros de refresco constitu¨ªan una especie de inyecci¨®n de ¨¢nimo para los pocos que hab¨ªan preferido permanecer en Barajas durante toda la noche, a la espera de que su avi¨®n saliera.
El personal de tierra repet¨ªa incansablemente a los reci¨¦n llegados que no pod¨ªan asegurar si su vuelo iba a salir o no. ?No podemos ni tan siquiera hablar de una hora aproximada?, insist¨ªan.
Falta de informaci¨®n
Pero las buenas intenciones de algunos empleados de Iberia o del aeropuerto no hac¨ªan desaparecer la sensaci¨®n de desinformaci¨®n que reinaba en los pasillos. Pasillos, por cierto, en los que peque?os carteles quer¨ªan pedir disculpas por las molestias que las obras actualmente en marcha pudieran ocasionar a los viajeros: ?Estamos trabajando para mejorar el aeropuerto?. M¨¢s de uno sonri¨® tristemente al leer uno de esos carteles.
El personal que te¨®ricamente deb¨ªa atender en sus reclamaciones a los viajeros -bien es cierto que se produjeron en un n¨²mero realmente m¨ªnimo- paree¨ªa dar por hecho que los medios de comunicaci¨®n hab¨ªan suplido sus obligaciones y todo el mundo estaba enterado de los motivos de la paralizaci¨®n del aeropuerto. De hecho, durante dos horas, de 13.00 a 15.00 horas, s¨®lo una vez pudo escucharse a trav¨¦s de los altavoces una somera explicaci¨®n de la huelga protagonizada por los controladores.
Los c¨¢lculos del n¨²mero de personas afectadas por la huelga eran dif¨ªciles a mediod¨ªa de ayer, si bien no era complicado un c¨¢lculo aproximado, en base a las doscientas personas que, por t¨¦rmino medio, tienen cabida en un avi¨®n.
El ding-dong de los altavoces serv¨ªa para poner en vilo a los que dormitaban reclinados en un sill¨®n que, con sus maletas al lado, se repart¨ªan por las salas de espera. Tras el toque de atenci¨®n general, muestras de fastidio y cansancio afloraban a casi todas las caras: ?Tampoco esta vez?. Lo que les serv¨ªa para volver a su adormecimiento inicial.
Cerca del mostrador de informaci¨®n de vuelos nacionales, un taxista buscaba viajeros para Bilbao. A 5.000 pesetas la plaza, ya eran dos los clientes que esperaban. Cerca, un grupo de diez marineros gallegos ya no ten¨ªa ni ganas de hablar con nadie: llevaban tres d¨ªas de viaje desde Sur¨¢frica y no ten¨ªan ni idea de cu¨¢ndo alcanzar¨ªan su destino final, Vigo.
Una madre se pas¨® cuatro horas de la ma?ana buscando, angustiada, a su hijo, un ni?o de once a?os, que, procedente de Buenos Aires en un vuelo de la compa?¨ªa chilena Lan Chile, hab¨ªa desaparecido cuando, por lo menos en principio, deb¨ªa haber seguido viaje hacia Barcelona. Al final, el ni?o apareci¨® en la Ciudad Condal.
Mientras, en el aire flotaba la sensaci¨®n -y la resignaci¨®n- de que la soluci¨®n no pod¨ªa ser, en ning¨²n caso, inmediata. La huelga de celo anunciada por los trabajadores de Renfe supondr¨¢ una recarga en la demanda de servicio a¨¦reo, que la situaci¨®n de los controladores no podr¨¢ absorber.
M¨¢s informaci¨®n en p¨¢ginas 39 y 40
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