Juan Antonio Ortega, contrario a las enmiendas de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez en la ley de Divorcio de Cavero
Juan Antonio Ortega, 41 a?os de edad, es actualmente ministro de Educaci¨®n, despu¨¦s de haber ocupado, desde abril de 1977, varios cargos en el Ministerio de Justicia de Landelino Lavilla y, desde mayo de 1979, en la Moncloa: primero, secretario de Estado para el Desarrollo Constitucional y, a continuaci¨®n, ministro adjunto al presidente para la Coordinaci¨®n Legislativa. Procedente del Partido Popular y cristiano dem¨®crata, su dedicaci¨®n jur¨ªdica de mayor alcance social fue la modernizaci¨®n del derecho de familia. No acepta, en cambio, las ?adherencias innecesarias? incluidas por Fern¨¢ndez Ord¨®?ez en el proyecto Cavero de ley de Divorcio.
Pregunta. ?Cu¨¢l es su opini¨®n sobre la candidatura de Leopoldo Calvo Sotelo para la Presidencia del Gobierno?
Respuesta. La propuesta me parece buena, y, desde luego, soy partidario de que U CD la apoye sin fisuras.
P. El sector cr¨ªtico ha expresado reticencias hacia la candidatura, por el procedimiento utilizado por el ejecutivo para designarla.
R. Se trata de deficiencias salvables. Lo importantes ahora es el apoyo de todo el partido al candidato.
P. ?Qu¨¦ opini¨®n le merecen los cr¨ªticos, los martinvillistas, los socialdem¨®cratas?
R. La existencia de tendencias es enriquecedora y responde a una realidad. Cubren un papel respecto a los diversos sectores del electorado, pero siempre que no da?en la unidad superior del partido ni se degraden hasta ser plataformas personales. Yo soy refractario a la personalizaci¨®n de las tendencias y, si me pide una opini¨®n, prefiero ofrecer una visi¨®n positiva. Los hombres procedentes del Movimiento aportan una profesionalidad y una familiaridad con el Poder que no pose¨ªamos muchos de los procedentes de la oposici¨®n, y han sido capaces de asumir responsabilidades muy dif¨ªciles, como es el caso del propio Mart¨ªn Villa. El sector socialdem¨®crata imprime un sesgo de tensi¨®n hacia el progreso, tal como este sector lo entiende, de acercamiento al PSOE. El sector cr¨ªtico pone sobre el tapete la democratizaci¨®n.
P. Bien; pero, al margen de la democratizaci¨®n interna, que todos los sectores dicen desear, lo cierto es que los cristiano-liberales pretenden recuperar posiciones de poder, por ejemplo, el Ministerio de Justicia.
R. Niego el supuesto. No creo que el problema sea qui¨¦n es ministro de Justicia. Lo importante es el programa, al que cualquiera que ocupe esta cartera se tiene que atener.
P. Pero es un hecho que Justicia ha venido siendo un departamento con ministro democristiano, hasta que lleg¨® un socialdem¨®crata, con un planteamiento sobre el divorcio distinto al proyecto Cavero.
R. Las etiquetas no siempre responden a planteamientos pol¨ªticos de fondo. Cuando Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y yo est¨¢bamos en Cuadernos para el Di¨¢logo no recuerdo que existieran diferencias de fondo entre nosotros. Creo que el divorcio no es un elemento determinante de la crisis actual. El divorcio est¨¢ admitido en determinados t¨¦rminos en el programa de U CD. Que tales t¨¦rminos sean aceptables o no para otras fuerzas parlamentarias ese es otro problema.
P. Si le nombraran ministro de Justicia, ?qu¨¦ har¨ªa con el proyecto de ley de Divorcio aprobado por la Comisi¨®n de Justicia del Congreso de los Diputados y pendiente de debate en el pleno?
R. Niego la hip¨®tesis de que sea ministro de Justicia, porque ni me lo han ofrecido ni, por tanto, he tenido ocasi¨®n de aceptar o rechazar este cargo. Soy ministro de Educaci¨®n cesante, y en este Ministerio contin¨²o trabajando con normalidad. Pero aceptando su hip¨®tesis, mi posici¨®n ser¨ªa mantener el proyecto que el Gobierno aprob¨® en su d¨ªa.
P. Esto es, sin las adherencias socialdem¨®cratas...
R. Yo no creo que sean adherencias socialdem¨®cratas. Creo que hay adherencias innecesarias y t¨¦cnicamente discutibles.
P. ?Y qu¨¦ me dice de las presiones de los obispos en este asunto?
R. En mi ¨¦poca de estudiante, cuando hac¨ªamos algo contrario a lo establecido, se dec¨ªa que estaba perfectamente orquestado desde el exterior, o aquello del ?oro de Mosc¨²?. Cuando se habla de presiones de los obispos ocurre algo parecido. Yo nunca he sentido la presi¨®n externa de la Iglesia. Los obispos tienen perfecto derecho para dar su opini¨®n en determinadas materias, del mismo modo que la sociedad civil cuenta con autonom¨ªa para decidir sobre las cuestiones que le competen.
P. ?De qu¨¦ debe ocuparse m¨¢s el II Congreso, de UCD o de ofrecer soluciones pol¨ªticas?
R. Una quinta parte del tiempo del Congreso deber¨ªa ocuparse en hacer de UCD un partido como los de las democracias estables, en el que el centro de gravedad est¨¦ en el partido, del que emana el grupo parlamentario, y de ¨¦l, en caso de tener mayor¨ªa, el Gobierno, exactamente al contrario de como naci¨® UCD. Las cuatro quintas partes restantes deben dedicarse a ofrecer soluciones a los graves problemas del pa¨ªs.
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