Una sesi¨®n pol¨ªtica con inciertos resultados econ¨®micos
Grecia es, desde el primero de enero de este a?o, el d¨¦cimo pa¨ªs miembro de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE), el ¨²nico pa¨ªs del sur de Europa, excepci¨®n hecha de Italia, miembro fundador, que ha logrado ingresar hasta ahora en el ?club de ricos?. La integraci¨®n, que no plantea problemas para los nueve desde un punto de vista econ¨®mico, pero que puede acarrear un agravamiento de la crisis en este peque?o y poco desarrollado pa¨ªs del Mediterr¨¢neo oriental, se justifica, seg¨²n el Gobierno derechista de Constantino Caramanlis y de Georges Raillis, por objetivos fundamentalmente pol¨ªticos.
?Querido amigo?, cuentan que le dijo el presidente franc¨¦s, Val¨¨ry Giscard d'Estaing, a su colega griego, Constantino Caramanlis; ?querido amigo, al fin ha entrado usted en la CEE?. La an¨¦cdota no ser¨¢ probablemente cierta, pero corri¨® por las calles de Atenas el d¨ªa de la firma del tratado de adhesi¨®n de Grecia al Mercado Com¨²n y refleja una realidad. Grecia es el d¨¦cimo pa¨ªs miembro de la Comunidad Econ¨®mica Europea gracias a la decidida voluntad de un hombre, Caramanlis, figura omnipresente de la pol¨ªtica griega desde que en 1955 form¨® su primer Gobierno.El empe?o del actual presidente de la Rep¨²blica griega de hacer ingresar a su pa¨ªs en la CEE no se explica por razones de ¨ªndole econ¨®mica. Lo menos que se puede decir hoy d¨ªa, un mes despu¨¦s de la adhesi¨®n, es que nadie, ni en Atenas ni en Bruselas, es capaz de predecir las consecuencias que puede acarrear la adhesi¨®n en la poco desarrollada econom¨ªa de este Pa¨ªs. Un amplio sector de la poblaci¨®n, representada por el Partido Socialista Panhel¨¦nico (Pasok) y por el Partido Comunista del Exterior, estiman que la CEE puede agravar la crisis y acarrear m¨¢s problemas que beneficios.
La oposici¨®n de ambos partidos no arredr¨® a Constantino Caramanlis, para quien la adhesi¨®n significa, sobre todo, acabar con el aislamiento de Grecia, reforzar su posici¨®n frente a Turqu¨ªa y un valladar no s¨®lo frente a hipot¨¦ticos golpes militares, sino tambi¨¦n frente a ?aventuras radicales? del Pasok. Porque Grecia es en estos momentos el ¨²nico pa¨ªs de Europa occidental en el que un partido socialista radical tiene el poder al alcance de la mano.
Ya en 1961, Caramanlis firm¨® un tratado de asociaci¨®n a la CEE cuyo objetivo final era la plena adhesi¨®n, pero no tuvo tiempo de alcanzarlo. Los acontecimientos de 1964 interrumpieron el proceso. El l¨ªder derechista perdi¨® las elecciones frente al presidente del legendario ?Centro Democr¨¢tico? de George Papandreu, quien, a su vez, ser¨ªa objeto de un seudogolpe de Estado, fomentado desde palacio. por el rey Constantino. La ins¨®lita situaci¨®n desemboc¨® en un aut¨¦ntico golpe militar que llev¨® al poder a la famosa ?Junta de los coroneles?. Para aquel entonces, Caramanlis ya se hab¨ªa exiliado voluntariamente en Par¨ªs. La invasi¨®n de Chipre por tropas turcas y la ca¨ªda de la Junta le volvi¨® a colocar, en julio de 1974, al frente del Gobierno. No perdi¨® un minuto: cre¨® un partido, Nueva Democracia, gan¨® las elecciones, convoc¨® un refer¨¦ndum por el que el pueblo griego rechaz¨® la monarqu¨ªa y se convirti¨®, el a?o pasado, en el primer presidente de la Rep¨²blica griega, dejando el Gobierno en manos de su delf¨ªn George Raillis, otro ?cl¨¢sico? de la pol¨ªtica griega.
La explosi¨®n de j¨²bilo por la ca¨ªda de la dictadura militar y el lamentable estado en el que la represi¨®n hab¨ªa dejado a los movimientos de izquierda permiti¨® que Grecia fuera durante estos ¨²ltimos a?os un pa¨ªs con escasas huelgas y conflictos sociales. Adem¨¢s, Caramanlis tuvo la ?habilidad? de crear una ?confederaci¨®n de trabajadores griegos? -una especie de ?central ¨²nica? obligatoria-, mediante la que su partido control¨® eficazmente el renacimiento del movimiento sindical.
La aparente calma social estall¨® como un globo el ]pasado a?o. Una inflaci¨®n galopante (25%), un paro que, seg¨²n la CEE, alcanza al 17% de la poblaci¨®n activa (aunque el Gobierno de Atenas s¨®lo reconozca oficialmente un 2,5%, de acuerdo con sus peculiares estad¨ªsticas) y una seria labor tanto del Pasok como del Partido Comunista del Exterior (pro sovi¨¦tico), que empiezan a controlar ya sectores importantes de los servicios y la industria, hicieron que en 1980 se produjeran m¨¢s huelgas que en los seis a?os anteriores juntos. Oleadas de conflictos sociales dejaron parados bancos (durante dosmeses), escuelas, hospitales y pr¨¢cticamente todos los servicios de la Administraci¨®n hasta culminar en diciembre pasado en una huelga general de suficiente ¨¦xito como para tener graves consecuencias pol¨ªticas.
Avance socialista
La primera de todas fue un espectacular avance del Pasok en los sondeos de opini¨®n. El Partido Socialista Panhel¨¦nico, creado por el hijo de George Papandreu, Andreas, puede obtener una mayor¨ªa relativa en las pr¨®ximas elecciones, que est¨¢n prevista; para noviembre, pero que podr¨ªan ser adelantadas a mayo o abril. La eventual victoria del Pasok -un partido radical que se niega a integrarse en la Internacional Socialista por considerarla socialdem¨®crata- plantear¨ªa un problema de ?convivencia? con Caramanlis.
Papandreu, contrario a la adhesi¨®n a la CEE, pare re haber moderado sus ?furias anticomunitarias? casi al mismo ritmo en que los sondeos de opini¨®n le van aproximando al poder. Insiste, sin embargo, en que debe ser el pueblo griego, a trav¨¦s de un refer¨¦ndum, quien decida finalmente si se retira o no, a sabiendas, perfectamente, de que la llave de la consulta popular est¨¢ en manos del presidente de la Rep¨²blica seg¨²n la Constituci¨®n y que Caramanlis no renunciar¨¢ jam¨¢s a su ?mejor obra?.
La actitud anticomunitaria de los socialistas griegos sorprende en Europa. En un pa¨ªs con la tradici¨®n golpista de Grecia podr¨ªa suponerse que el ingreso en la CEE es ?un seguro?, una garant¨ªa para la democracia, tal y como afirm¨® el propio presidente Caramanlis en su discurso conmemorativo de la adhesi¨®n. Sin embargo, para el Pasok se trata de una garant¨ªa falsa. ?La pertenencia a la OTAN no evit¨® el golpe de los coroneles y, por otra parte, no hay ahora posibilidades de un cuartelazo militar?, a?ade Roumeliotis. ?Y, por el contrario, la CEE podr¨ªa impedir que se llevaran a la pr¨¢ctica las reformas estructurales de ¨ªndole econ¨®mica que mi pa¨ªs necesita?.
La eventualidad de un golpe militar en el caso de que el Pasok accediera un d¨ªa al Gobierno se rechaza tambi¨¦n en medios oficiales. ?Claro que se producir¨ªa un cierto revuelo en las Fuerzas Armadas?, explicaba un conocido financiero griego, ? pero todo depender¨ªa de la actuaci¨®n de Papandreu, que tiene una prodigiosa facilidad para cambiar de criterio cada veinticuatro horas?.
Caso ins¨®lito en una democracia, las Fuerzas Armadas griegas poseen uno de los dos canales de televisi¨®n de este pa¨ªs y una emisora de radio, con una programaci¨®n dirigida a toda la poblaci¨®n (telefilmes, programas musicales, concursos, informativos), pasada por su especial tamiz castrense. Nadie, ni Caramanlis, os¨® arrebatar al Ej¨¦rcito su propia cadena de comunicaci¨®n.
Para Nueva Democracia se trata adem¨¢s de hacer olvidar, de una vez por todas, la ?mentalidad oriental? que atribuye la tradici¨®n a los griegos. Caramanlis, culto, elegante, formado en Francia, tiembla de indignaci¨®n cada vez que alguien le pregunta si cuatrocientos a?os de dominaci¨®n turca (hasta mediados del siglo XIX) no han dejado una huella imborrable no s¨®lo en las estructuras de producci¨®n, sino en las costumbres de su pueblo. El embajador Lymberopoulos, director para asuntos de Europa del Ministerio de Asuntos Exteriores, achica los ojos y borra su sempiterna sonrisa cuando se le plantea la misma cuesti¨®n: ?Grecia no s¨®lo no es Oriente, sino que es la madre de Europa?.
Geogr¨¢fica e hist¨®ricamente es cierto, pero la afirmaci¨®n se vuelve menos tajante cuando se intenta corroborar en un r¨¢pido viaje por el pa¨ªs. Atenas, la resplandeciente Atenas de la antig¨¹edad, es hoy d¨ªa una ciudad ruidosa, escasamente iluminada (la falta de energ¨ªa obliga tambi¨¦n a los griegos a dejar el coche en casa un fin de semana de cada dos, con peligro de multas de hasta dos millones de pesetas), urban¨ªsticamente desastrosa. En ning¨²n otro lugar de Europa tendr¨ªa tanto sentido como aqu¨ª el famoso insulto del patois de Bruselas, architek. Y en el interior del pa¨ªs, maravilloso, muchos h¨¢bitos turcos no han desaparecido, en desgraciada mezcla con la tradici¨®n de la Iglesia ortodoxa, una de las confesiones religiosas m¨¢s reaccionarias en la actualidad y caldo de cultivo de variopintas corrupciones.
Contra todo esto, afirma Nueva Democracia, queremos luchar con la ayuda de los dem¨¢s pa¨ªses europeos. Dif¨ªcil de creer, dicen sus detractores, cuando Caramanlis promovi¨® una Constituci¨®n en la que la Iglesia, por ejemplo, conserva todos sus poderes (el Estado es confesional) y cuando, simple bot¨®n de muestra, no ha sido capaz ni tan siquiera de abolir una tradici¨®n tan vergonzosa como la dote marital que a¨²n hoy d¨ªa pagan muchas muchachas de este pa¨ªs para poder casarse.
Hasta el presente, la ¨²nica influencia occidental en Grecia llegaba a trav¨¦s de Francia y de Estados Unidos. Francia, padrino de la adhesi¨®n a la CEE, ha sacado siempre su propio beneficio. Grecia es uno de los pocos pa¨ªses de Europa Occidental que compr¨® el sistema Secam de televisi¨®n en color. Estados Unidos mantiene un sostenido inter¨¦s por Atenas, pero casi exclusivamente en el plano estrat¨¦gico y, como afirma la diputada noruega Mona Rokke, en el informe sobre Grecia que present¨® ante la ¨²ltima asamblea del Atl¨¢ntico Norte, ?la antipat¨ªa de los griegos hacia la OTAN s¨®lo es superada por su antipat¨ªa hacia Estados Unidos?. Raz¨®n de m¨¢s, desde el punto de vista de Caramanlis y de Raillis, para buscar una mayor conexi¨®n con Europa.
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