Gran manifestaci¨®n en Teher¨¢n en el segundo aniversario de la revoluci¨®n isl¨¢mica
M¨¢s de un cuarto de mill¨®n de personas se manifestaron ayer en el centro de Teher¨¢n con motivo del segundo aniversario de la revoluci¨®n iran¨ª. En un discurso le¨ªdo por su hijo a los manifestantes congregados en la plaza de Azadi, el ayatollah Jomeini, m¨¢xima autoridad religiosa iran¨ª, advirti¨® al clero musulm¨¢n sobre el car¨¢cter ilegal de sus injerencias en los asuntos del Estado.
Con esta primera advertencia dirigida a los miembros de la jerarqu¨ªa religiosa que ?trabajan en el Parlamento, comisiones oficiales y otros ¨®rganos de gobierno?, Jomeini asegur¨® en su mensaje querer evitar ?que los demonios que os empujan a hacer esto obtengan resultados sat¨¢nicos: aisl¨¢ndos y sumiendo al pa¨ªs en la oscuridad?.El mensaje de Jomeini alude a la creciente rivalidad entre los seguidores laicos del presidente Banisadr y la dilecci¨®n del Partido de la Rep¨²blica Isl¨¢mica (PRI), integrada por el clero musulm¨¢n y fundamentalistas isl¨¢micos. Los ataques mutuos entre ambos grupos se han intensificado desde la liberaci¨®n de los 52 rehenes norteamericanos.
Profundamente enfrentados sobre los l¨ªmites que el ?islamismo? debe o no debe rebasar en el pa¨ªs, y sobre los cauces a seguir por el Ir¨¢n posrevolucionario, los dirigentes pol¨ªtico-laicos y pol¨ªtico-religiosos recurren al im¨¢n para que zanje sus divergencias.
Dos a?os despu¨¦s del derrocamiento del sha, el ayatollah Jomeini, fundador de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, sigue siendo el ¨²nico l¨ªder iran¨ª cuya autoridad no es puesta en tela de juicio por ninguna de las las acciones rivales, a pesar de los graves problemas con los que se enfrenta Ir¨¢n: conflicto armado con Irak y aut¨¦ntica guerra en el Kurdist¨¢n.
El im¨¢n alterna los llamamientos a la unidad y las amenazas. Pero no ha llegado realmente a zanjar el conflicto desde que el 4 de noviembre de 1979 brind¨® su apoyo a los ?estudiantes isl¨¢micos? que acababan de ocupar la Embajada de Estados Unidos y desencaden¨® as¨ª la llamada ?segunda revoluci¨®n?, que derroc¨® al Gobierno provisional presidido por Mehdi Bazargan.
Quince meses despu¨¦s de esta ?segunda revoluci¨®n?, nada permite prever cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima etapa del proceso iran¨ª. ?Ya ver¨¢n ustedes?, contest¨® lac¨®nicamente Behzad Nabavi, ministro de Estado encargado de los asuntos ejecutivos, cuando le interrogaron los periodistas sobre cu¨¢l ser¨ªa la pr¨®xima fase de la revoluci¨®n.
En todo caso, seg¨²n declaran sus propios l¨ªderes, la revoluci¨®n iran¨ª a¨²n no se ha acabado. El pueblo se encuentra en estado de movilizaci¨®n permanente contra los ?her¨¦ticos?, los ?conspiradores imperialistas? y los ?enemigos de la revolucion? que asedian a Ir¨¢n.
Este estado de movilizaci¨®n permanente va acompa?ado en el terreno internacional de un radicalismo intransigente. A prop¨®sito de la guerra irano-iraqu¨ª, por ejemplo, Teher¨¢n ha rechazado categ¨®ricamente cualquier intento de mediaci¨®n, limit¨¢ndose a acoger a las ?misiones de buena voluntad? para exponerles siempre la misma alternativa: los iraqu¨ªes se retiran de Ir¨¢n o la guerra contin¨²a. Nunca dejan entrever la m¨¢s m¨ªnima soluci¨®n de compromiso.
Esta postura intransigente, impuesta personalmente por el ayatollah Jomeini, no impide a Ir¨¢n desarrollar intensos esfuerzos para romper el aislamiento heredado del asunto de los rehenes norteamericanos. El env¨ªo de delegaciones diplom¨¢ticas a unos treinta pa¨ªses, tan s¨®jo tres semanas despu¨¦s de la liberaci¨®n de los 52 rehenes norteamericanos, es, sin duda, el mejor ejemplo.
Por ¨²ltimo, dos a?os de revoluci¨®n no han permitido resolver la crisis del Kurdist¨¢n, regi¨®n del oeste de Ir¨¢n, donde los combates que se desarrollan entre fuerzas iran¨ªes y guerrilleros autonomistas han adquirido la suficiente importancia como para figurar en los partes de guerra del Estado Mayor junto con las operaciones contra las tropas iraqu¨ªes.
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