Club infeliz
El Barcelona no puede ser feliz ni siquiera los a?os en que el Madrid est¨¢ en crisis. En el Barcelona hay siempre personas dispuestas a ennegrecer el panorama en los momentos en que parece que va a salir el sol. En constante pique entre Migueli y Schuster no puede ser un caso aislado de incompatibilidad entre dos jugadores. No es aislado por los m¨²ltiples antecedentes que ha habido en el club, y no puede serlo por el entorno del propio Schuster. El Barcelona nunca ha negociado con sus propios jugadores el fichaje de un extranjero al que se forra de millones. Sobre la base de que el Madrid necesitaba un revulsivo, Saporta contrat¨® a Netzer y a pesar de todo, hubo jugadores que nunca le admitieron. Cuando un extranjero llega al club para ganar m¨¢s que nadie debe ser un ejemplo de profesionalidad para los dem¨¢s, pues, de o contrario, las fricciones surgen inmediatamente.
Cruiff se convirti¨® en l¨ªder del equipo porque ten¨ªa personalidad para ello. Nadie rechist¨® al principio, porque con¨¦l hubo triunfos, m¨¢s primas y mejores contratos. Shuster, en cambio, no es al menos por el momento, el jugador carism¨¢tico que un gran club como el Barcelona necesita. Y para que se note que no es un gran dios. Migueli le da en la peana en los entrenamientos.
Shuster tiene padre espiritual, y los consejeros ajenos al club suelen ser causa de conflictos. Mal asunto para un club que quiere ser campe¨®n el que entre sus jugadores existan desavenencias de este calibre.
Cru
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