Los m¨¦dicos de la Seguridad Social de Fuenlabrada atienden una media de 55 enfermos por hora
Solamente dos consultorios de la Seguridad Social, sin m¨¦dicos especialistas, tiene la localidad de Fuenlabrada, pr¨®xima a Madrid, que en la actualidad cuenta con unos 90.000 habitantes. Tampoco hay ambulatorio, y por eso, si un enfermo necesita ser visto por un m¨¦dico especialista, se tiene que desplazar al ambulatorio de Zarzaquemada, en el t¨¦rmino municipal de Legan¨¦s, a siete kil¨®metros de la poblaci¨®n. Ni siquiera hay designado un toc¨®logo para las 26.000 cartillas habilitadas en el pueblo. Y los internistas, los m¨¦dicos de cabecera, y los pediatras reciben cada hora una media de 55 personas cada d¨ªa.
A 265 ni?os tuvo que atender el pasado lunes la doctora Santos Maro en sus horas de consulta diaria en el consultorio de la Seguridad Social de la calle de M¨¢laga, de la localidad de Fuenlabrada, donde para una poblaci¨®n de m¨¢s de 90.000 habitantes s¨®lo existen dos centros de asistencia atendidos exclusivamente por pediatras, internistas y ayudantes t¨¦cnicos sanitarios, sin ninguna clase de especialidad. Claro est¨¢ que, adem¨¢s de sus dos horas establecidas, Mar¨ªa Isabel Santos suele atender a los ni?os que han acudido a ella durante otras dos o tres horas m¨¢s, ?pues no les voy a dejar irse despu¨¦s de estar esperando durante toda la ma?ana?, comenta con cara de cansancio.?Esa se?ora se est¨¢ ganando el cielo?, se?ala el conserje del consultorio, Amadeo P¨¦rez, verdadero coordinador de la avalancha que cada d¨ªa accede al centro para ser visto por un m¨¦dico. ??Ser visto por el m¨¦dico??, pregunta una joven, entre socarrona y enfadada, cuando se le pregunta en qu¨¦ ha consistido su corta consulta de unos minutos. ?Pues mire: al entrar me preguntaron qu¨¦ me ocurr¨ªa y, mientras me estaba explicando, el m¨¦dico empez¨® a escribir en una receta. Cuando termin¨¦ de contar lo que notaba, me entreg¨® esta receta y me dijo cada cu¨¢nto tiempo ten¨ªa que tomarme el medicamento. A continuaci¨®n, la enfermera toc¨® el timbre para que entrase el siguiente, y eso es todo?, termina la muchacha, con cara de estar contando una historia natural y cotidiana.
Y es que cualquiera de los dos consultorios existentes en el pueblo se encuentra desbordado a diario y cada uno de los nueve m¨¦dicos que pasan sus dos horas de consulta en el mayor de estos centros recibe a una media diaria de m¨¢s de 110 enfermos, lo que representa poco m¨¢s de un minuto por paciente. En el peque?o, las cifras son levemente inferiores, pero tambi¨¦n desbordantes para lo que se podr¨ªa considerar como m¨ªnimo de consulta en medicina.
Los fines de semana y los d¨ªas de mal tiempo, las asistencias bajan, ya que los enfermos dudan m¨¢s en salir o se encuentran m¨¢s confortados con la presencia de todos los miembros de la familia que no trabajan esos d¨ªas. De cualquier manera, hay gustos para todos. El padre de un ni?o que durante el tiempo que permaneci¨® en la sala de espera llor¨®, corri¨®, se cay¨® de una butaca, se pele¨® con otro ni?o y termin¨® alterando los nervios a m¨¢s de uno de los que esperaban, comentaba, desesperado: ?Y encima, como hoy hace mal tiempo y viene menos gente, las consultas duran m¨¢s y a los cr¨ªos no hay quien los pare?. Claro que una se?ora mayor, embufandada, protestaba porque, a pesar de emplear m¨¢s tiempo con cada enfermo, la cosa no mejoraba mucho, ya que, aunque disminuya el n¨²mero de visitantes, siguen siendo excesivos para tan pocos m¨¦dicos y en un tiempo tan reducido.
Colas desde las seis de la ma?ana
A las dos menos cuarto del pasado viernes, una se?ora se encontraba ya a la puerta de la consulta del pediatra y su hija iba a ser atendida momentos despu¨¦s. Al preguntarle a qu¨¦ hora hab¨ªa recogido su n¨²mero, se?al¨® que hab¨ªa llegado a las 8.30 horas. Cinco horas de espera, toda una ma?ana. ?Y o procuro venir un poco antes de la hora para abrirles la puerta a muchas de estas personas, algunas de las cuales llegan hacia las seis de la ma?ana para hacer cola y no perder toda una jornada de trabajo?, manifiesta el conserje.Y es tal el agobio en algunas horas que ni los enfermos lo aguantan ni los m¨¦dicos dan abasto. As¨ª ocurren cosas como la sorpresa llevada por una chica que el jueves recogi¨® el volante de alta cl¨ªnica y el viernes, al presentarse por la ma?ana en el trabajo, se lo rechazaron porque ven¨ªa fechada en un d¨ªa del mes de enero. ?Y o no s¨¦ si el m¨¦dico ya no sab¨ªa lo que hac¨ªa?, comentaba, ?pero es que esto ya no se puede aguantar. S¨®lo dos consultorios para tanta gente; luego se equivocan, y a m¨ª me han hecho darme un madrug¨®n, me han rechazado el volante del alta y he perdido toda la jornada de trabajo por una cosa as¨ª?.
En el consultorio de la calle de M¨¢laga hay gente de todas las grandes barriadas del pueblo. Es el que se encuentra en una zona c¨¦ntrica y es el que prefiere la mayor¨ªa de los residentes. ?El de la calle de Pinto est¨¢ en una punta del pueblo, es muy peque?o y a la gente le cuesta mucho trabajo desplazarse hasta all¨ª. Por esto, muchas familias han preferido cambiarse de m¨¦dico y seguir viniendo aqu¨ª?, se?ala la doctora Santos, que se toma un peque?o respiro para hablar con el periodista. ?F¨ªjese?, continua, ?que yo ten¨ªa a mi cargo unas 5.000 cartillas. Los ni?os acogidos en las cartillas de tres m¨¦dicos de cabecera. Me redujeron el n¨²mero a poco m¨¢s de 3.000 al pasar algunas al otro consultorio; pero al estar tan lejos han vuelto a pedir visita en ¨¦ste?.
La suplente que nunca m¨¢s volvi¨®
?Tal es la capacidad de trabajo de esta doctora, que nos tiene asombrados a todos?, se?ala Amadeo P¨¦rez, el conserje, que lleva su estad¨ªstica personal de los pacientes que recibe cada m¨¦dico d¨ªa tras d¨ªa. ?Una vez se puso enferma?, contin¨²a el conserje refiri¨¦ndose a la pediatra, ?y vino una sustituta. A las dos horas le fui a llevar un caf¨¦ y not¨¦ que se encontraba abrumada. A las 16.50 horas, despu¨¦s de haber empezado la consulta a las 12.30 horas, termin¨® con el ¨²ltimo de los ni?os. Recogi¨® sus cosas y sali¨® del consultorio. Ven¨ªa tambale¨¢ndose y se apoyaba en las paredes. Intent¨¦ salir a saludarla y despedirme hasta el d¨ªa siguiente, pero ni siquiera se par¨®. Me dijo adi¨®s con la mano, subi¨® a su coche y se fue?. Amadeo termina diciendo: ?Nos extra?¨® tanto su actitud que al comprobar al d¨ªa siguiente que no ven¨ªa quisimos averiguar qu¨¦ le pasaba. Nos enteramos que despu¨¦s de haber recibido a 150 ni?os aquel d¨ªa se hab¨ªa ido extenuada, se hab¨ªa quedado sin habla y hab¨ªa decidido no volver. Ni siquiera nos enteramos de c¨®mo se llamaba?.No es extra?o, pues, que ocurran casos como el que contaba un joven, quien despu¨¦s de llevar cuatro meses a su hija, de cuatro meses, al consultorio y recibir siempre la respuesta de que no ten¨ªa nada, ha tenido que ingresarla hace unos d¨ªas en un hospital. ?Ni siquiera me la miraban, no ten¨ªan tiempo, por el aspecto dec¨ªan que no ten¨ªa nada. Sin embargo, yo notaba que algo le pasaba, pues s¨®lo pesa cuatro kilos y pico?, se?alaba.
Otro joven le dec¨ªa a un amigo en la sala de espera: ?Tengo a mi mujer en la cama con cuarenta de fiebre y a mi hija m¨¢s o menos igual. Hace dos d¨ªas vine al servicio de urgencias para que fuese el m¨¦dico y un ATS, y no pod¨ªan salir no pod¨ªan, pues s¨®lo estaba un m¨¦dico y un ATS y no pod¨ªan salir a no ser que fuese un caso grave. De todas formas, vienes aqu¨ª y es igual. Te tocan donde te duele, y si acaso te miran con ese aparato que se ponen en las orejas, y ya est¨¢, ya te han visto, y te dan unas pastillas o un supositorio?.
Pero lo m¨¢s grave de la situaci¨®n es que en una poblaci¨®n de cerca de 100.000 habitantes no hay m¨¦dicos especialistas, s¨®lo pediatras y de cabecera. Ni siquiera toc¨®logo. Cuando un asegurado necesita ser visto por alg¨²n m¨¦dico especialista ha de ir al consultorio, recoger un volante que le d¨¦ el internista y acudir al ambulatorio de Zarzaquemada, en el t¨¦rmino municipal de Legan¨¦s, a m¨¢s de siete kil¨®metros de Fuenlabrada. ?Y menos mal?, comenta alguien, ?que el Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con la empresa de autobuses, que si no te ten¨ªas que ir en taxi, pues la l¨ªnea no llegaba hasta el ambulatorio?.
Al no haber toc¨®logo en los consultorios del pueblo, todas las mujeres embarazadas se tienen que desplazar a Madrid para las consultas relacionadas con el control del embarazo. De esta forma antes de llegar el momento del parto, se han tenido que desplazar a la inspecci¨®n de la zona, que se encuentra en la calle del Aguacate, del barrio madrile?o de Carabanchel. All¨ª les sellan el volante para que vayan a un ginec¨®logo de los ambulatorios de Madrid. Y esta misma operaci¨®n la tienen que hacer todos los que necesiten un volante de especialista que no pueda ser expedido por los m¨¦dicos de cabecera, es decir, cualquiera que necesite realizar alguna visita, por ejemplo, a un especialista en cirug¨ªa. Estos volantes se dan tambi¨¦n para ser internados en los hospitales que corresponden a la zona: el del Ni?o Jes¨²s, para los menores de siete a?os, y el Gran Hospital del Estado, para el resto. Para llegar a ellos, los enfermos de Fuenlabrada han de correr toda una aventura.
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