La involuci¨®n
Tras la petici¨®n de mano con anillo de hierro que fue el discurso de Calvo-Sotelo, m¨¢s la p¨®lvora en salvas, p¨®lvora mojada y de fogueo que se ha consumido en el saloon del Congreso al d¨ªa siguiente, queda claro que don Leopoldo ten¨ªa raz¨®n cuando dijo:-Conmigo termina la transici¨®n. Ahora empieza otra etapa de la pol¨ªtica espa?ola.
Eso. La involuci¨®n. Los ¨²ltimos Gobiernos de Su¨¢rez, con su ineficacia, inercia, insuficiencia, inexperiencia e indigencia, parecen haber estado preparando la tierra quemada, aburriendo al personal, lampasando de tedio o desesperaci¨®n a los peatonales para que ahora lo aceptemos todo a cambio de un poco de autoridad y un apellido que ? suena a todo sin sonar en nada?. como hubiera dicho el poeta. En el mundo se mueven hoy dos fuerzas, mayormente, o sea ?a nivel de?, o si ustedes lo prefieren, ?de alguna manera?, frase que tambi¨¦n culebrea mucho por los c¨®cteles: la involuci¨®n y la euroizquierda. La euroizquierda ya explicar¨¦ otro d¨ªa lo que es, pero es desde luego, un laborismo brit¨¢nico radicalizado, un gauchisme galo m¨¢s puesto que nunca y un hervor revolucionario y m¨²ltiple en el Cono Sur, por no hablar de Filipinas o Polonia, donde hasta Wojtyla parece socialista, o cuando menos de la JOC (Juventud Obrera Cat¨®lica). Lo cual que los obreritos cat¨®licos de la JOC siguen mand¨¢ndome documenta sobre el despotismo sagrado que ejerce sobre ellos la Iglesia cat¨®lica, apost¨®lica y toledana. En cuanto a la involuci¨®n, que es a lo que ¨ªbamos, empieza por esta ofensiva cat¨®lica contra los cat¨®licos, contra los obreros y contra los divorcistas, y se resuelve en la ?p¨¦rfida bicicleta? (Guill¨¦n) de Calvo-Sotelo, que ha llegado en su velocipedismo a concesiones democr¨¢ticas que ya alcanzara L¨®pez Rod¨® en los postrimeros setenta.
Hab¨ªamos quedado en que las bicicletas eran de Tamames o del gran Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, con quien he cenado anoche (autor del inestrenado Premio Lope de Vega, Las bicicletas son para el verano). Cuando un tecn¨®crata, un banquero, un cat¨®lico o uno del Opus agarra una bicicleta, podemos ir pensando ya en la bicicleta de Pav¨ªa. Eso es exactamente la involuci¨®n actual: la bicicleta de Pav¨ªa o Pav¨ªa en bicicleta. Un cachondeo. He visto la ¨²ltima pel¨ªcula de Guti¨¦rrez-Arag¨®n, Maravilla, que recoge con actual¨ªsimo lenguaje cinematogr¨¢fico la pluralidad del Madrid ¨²ltimo y present¨ªsimo, la realidad social de los adolescentes parados, los navajeros, los multisexuales y la triste generaci¨®n anterior, perdida en la nostalgia censurada de cuarenta a?os: ?Aqu¨ª se sentaba Ortega, aqu¨ª el doctor Mara?¨®n?. Otro personaje dice, en otro momento: ?Madrid es ya como un barrio de Nueva York?. Como un barrio de la OTAN, hubiera dicho don Leopoldo. Entre esas dos frases, entre la nostalgia ilustre del pasado y la nostalgia provinciana del presente, se mueven hoy Madrid y Espa?a. Nos estaban pasando el filme de Guti¨¦rrez-Arag¨®n, discurso plural y actual¨ªsimo sobre la sociedad espa?ola, a la misma hora en que Calvo-Sotelo filmaba en las Cortes su discurso unipersonal e inactual sobre la econom¨ªa antiespa?ola. Lo que no ha dicho Calvo-Sotelo es que poderosos/ libreros/ editores de Madrid echan a la calle al personal, por cincuentenas, ante la crisis y la democracia asesina, mientras ampl¨ªan el negocio en la Argentina de Videla. Don Alfonso Esc¨¢mez anuncia beneficios de once mil millones en el pasado a?o, para su Banco, pese a la democracia asesina.
Despu¨¦s de toda transici¨®n viene la revoluci¨®n, la evoluci¨®n o la involuci¨®n. No se puede estar siempre transicionando. Calvo-Sotelo es o era el llamado a inaugurar la involuci¨®n. No es marchoso como Su¨¢rez o Fraga. Es marengo como Franco o Carrero. El marengo es color muy sufrido y dura mucho.
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