Las cartas de EL PAIS
La secci¨®n de ?Cartas al director? padece, de entrada, un problema estructural: el espacio a ella dedicado suele ser m¨ªnimo. Es l¨®gico, es normal; entre la facilidad de escritura y de expresi¨®n de un ?sacerdote? de la informaci¨®n y la de un ?Jos¨¦ P¨¦rez G¨®mez? media un abismo.Rese?a aparte merece esa secci¨®n en EL PAIS, que si bien padece de los pecados generales en menor medida que la media de los diarios, no se ve libre totalmente de ellos. (Es de conciencia apuntar que tal vez sea una de las pocas dignas -?acaso ¨²nica?- de toda la Prensa madrile?a). Pero algunos d¨ªas esa secci¨®n de EL PAIS es sonrojante; puede ser debido a que se reciban pocas cartas y haya que llenar un hueco con lo que sea (cosa que me cuesta creer) o bien a que el sistema de selecci¨®n deje algo que desear. Se publican con cierta asiduidad cartas totalmente ruborizantes: personas que defienden lo indefendible acogi¨¦ndose al derecho natural -?sotaniformes tal vez?-, firmas ilustres intentando demostrar la imposible corruptela de un tercero porque le oper¨® muy bien, etc¨¦tera. Ciertamente, ?Cartas al director? supone una comunicaci¨®n entre el peri¨®dico y quien lo recibe, y si los receptores nos tenemos que ver m¨¢s o menos reflejados en lo ah¨ª publicado aviados estamos.
En ocasiones da la impresi¨®n que EL PAIS tiene mala conciencia (no s¨¦ muy bien por qu¨¦) y que la raz¨®n de esas cartas reaccionarias, inconsistentes, insultantes, es o bien compensar de alg¨²n modo la objetiva informaci¨®n del diario, o bien mostrar que a dem¨®cratas no les gana nadie (son relativamente corrientes las expresiones ?Y a s¨¦ que no lo publicar¨¢n?, ?no se atrever¨¢n a publicar esto?, etc¨¦tera), o bien a presiones internas desde Prisa tendentes a demostrar que quedan muchos lectores fuera de la l¨ªnea liberal-radical del peri¨®dico; abundando en esto ¨²ltimo podr¨ªa ser significativo el alarde informativo de EL PAIS con motivo de la presentaci¨®n de su obra La Espa?a que bosteza: todo el art¨ªculo es un conjunto de denuestos contra la filosof¨ªa del libro y, me atrever¨ªa a decir, del peri¨®dico. Tal vez grandes sectores del poder (maquinaria de los partidos, Ej¨¦rcito, FOP, clero) disfrutasen envi¨¢ndole a los espacios exteriores, pues indudablemente es usted un personaje molesto. Por cuestiones similares, los antecesores de los actuales ?poderes f¨¢cticos? no cejaron hasta desarbolar la l¨ªnea independiente y progresista de su antecesor El Sol. Sin un peri¨®dico que defienda los postulados, tanto informativos como culturales, defendidos hoy por EL PAIS, los bostezos de hast¨ªo y rabia del pueblo espa?ol ser¨ªan, si cabe, m¨¢s preocupantes de lo que ya son.
Todo el inundo asegura -en la pr¨¢ctica es m¨¢s bien un lugar com¨²n- que los peri¨®dicos son de sus lectores, pero, en realidad, son los ¨²ltimos en enterarse de lo que les ocurre. Se cambian directores como entrenadores de f¨²tbol, se var¨ªan l¨ªneas editoriales en 180 grados. Ser¨ªa conveniente que se informase puntualmente a los lectores sobre los problemas, filtros, escollos, que sufren tanto la informaci¨®n como sus realizadores. /
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.