La manifestaci¨®n m¨¢s grande de la historia de Espa?a desfil¨® ayer por Ias calles de Madrid
La libertad, la democracia y la Constituci¨®n congregaron ayer, en Madrid, a la mayor manifestaci¨®n celebrada jam¨¢s en la historia de Espa?a. Un mill¨®n y medio de personas, aproximadamente, ocuparon todo el recorrido dile la marcha -entre la glorieta de Embajadores y la plaza de las Cortes-, junto con la totalidad de las calles adyacentes, edificios en construcci¨®n, ¨¢rboles y cualquier lugar donde pod¨ªa situarse una persona. El inmenso gent¨ªo transform¨® a la cabeza de la manifestaci¨®n en ?centro? de la enorme concentraci¨®n humana, con masas delante y detr¨¢s que gritaban ?Viva la libertad?, ?Viva la democracia? y ?Viva el Rey?, puesto que fue imposible mantener el silencio que inicialmente hab¨ªan pedido los organizadores.
Desde las 17.30 horas, una hora y media antes de la fijada para el comienzo de la manifestaci¨®n, las calles de la Ronda de Valencia estaban ya pr¨¢cticamente atestadas de gente. El servicio de orden que habr¨ªa de cubrir los laterales de la calle espera instrucciones. Los primeros en llegar a la cabeza de la manifestaci¨®n fueron los representantes del Ayuntamiento de Madrid, en dos autobuses de la EMT, acompa?ados por los maceros. ?Es la primera vez en mi vida que veo a la Corporaci¨®n bajo mazas por la calle de manifestaci¨®n?, dec¨ªa ?in oficial de la Polic¨ªa Municipal con cuarenta a?os de servicio.Poco a poco, y a partir de las 18.30 horas, t¨²eron llegando los l¨ªderes pol¨ªticos. Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n se encontr¨® con la representaci¨®n del PSOE y UGT. Despu¨¦s Felipe Gonz¨¢lez, estrujado por la gente que a¨²n no hab¨ªa sido controlada por el servicio de orden, estrech¨® la mano de Manuel Fraga y Rafael Calvo Ortega antes de saludar al presidente de UCD. El ¨²ltimo de los l¨ªderes en llegar, Santiago Carrillo, lo hizo con una puntualidad taurina a las siete de la tarde. Antonio de Senillosa prefiri¨® mezclarse an¨®nimamente -y en an¨ªmada charla- con sus votantes.
A esa hora estaba ya formada la ca.beza de la manifestaci¨®n. Detr¨¢s de una gran paricarta, de acera a acera, se encontraban Rafael Cal vo y Rodriguez Sahag¨²n en el centro, hacia la derecha, al lado del secretario general de UCD, Felipe Gonz¨¢lez, Santiago Carrillo y Nicol¨¢s Redondo. Hacia el otro lado, Manuel Fraga y Marcelino Camacho. Todos con una sola pegatina en la solapa: una C en negro sobre fondo blanco. Era el distintivo de cabeza de manifestaci¨®n. Durante los momentos en que todos los l¨ªderes, tras la pancarta, esperaban la orden de ponerse en marcha, Fraga y Marcelino Camacho mantuvieron una animada conversaci¨®n sobre el ambiente de la manifestaci¨®n.
El presidentede la patronal bancaria, en la marcha
Poco despu¨¦s se incorpor¨® a la cabeza de la manifestaci¨®n el alto staff de la banca privada en pleno, y entre ellos, su presidente, Rafael Termes. Antonio Garrigues Walker, presidente de la Asociaci¨®n para el Progreso de la Direcci¨®n (APD) acudi¨® acompa?ado de su familia. ?Me manifiesto, no con mentalidad de reacci¨®n frente a los sucesos de d¨ªas pasados, sino porque es la oportunidad de mirar al futuro?. Tambien, en cabeza, los directores de diarios madrile?os.
Pasadas las siete de la tarde, la manifestaci¨®n se puso en marcha. Las aceras, ante las que hab¨ªa de pasar la multitud estaban abarrotadas. Arboles, edificios en construcci¨®n, rriarquesinas de paradas de autobuses, andamiaje de obra, cualquier lugar era bueno para subirse. Nada m¨¢s arrancar la cabeza de la manifestaci¨®n comenzaron a caer las primeras gotas, que seguir¨ªan cayendo de forma intermitente durante todo el recorrido, sonaban los primeros gritos de ?Libertad, libertad?, y los l¨ªderes fueron informados de la explosi¨®n de tres petardos en el Prado. ?No asustar¨¢n a tanta gente?, comentaban. Algunos miembros del servicio de orden insist¨ªan en que era una rrianifestaci¨®n silenciosa. Sin erabargo, los gritos continuaban y cada vez con mayor fuerza. ?El pueblo. unido jam¨¢s ser¨¢ vencido?, ?Democracia y libertad?, ?Democracia s¨ª, dictadura no?, fueron esl¨®ganes que se repitieron en todo el recorrido.
Desde la cabeza de la ma?ifestaci¨®n era absolutamente imposible saber cu¨¢les eran los l¨ªmites de la marea humana que se hab¨ªa concentrado a lo largo de la ronda de Valencia, Atocha y paseo del Prado. El scalextric, abarrotado, semejaba una complicada tarima repleta de gente. Un anciano, con el pu?o izquierdo cerrado y en alto, sosten¨ªa una pancarta en la que se le¨ªa ?Viva el Rey?.
Mientras los cordones que hab¨ªan de garantizar la imposibilidad de acceder a la cabeza desde las aceras era perfecto, los cordones de seguridad que se formaron ante la manifestaci¨®n y en la cabeza sufrieron modificaciones constantemente. De hecho, antes de la cabeza hab¨ªa seis cordones humanos, otro inmediatamente despu¨¦s de la cabeza de l¨ªderes pol¨ªticos y otro tras los componentes de la segunda cabeza, presidida por una enorme bandera nacional, de longitud igual a la de la pancarta.
Sin embargo, esos cordones, que permit¨ªan el libre acceso de la Prensa hasta los l¨ªderes, se modificaron, y la cabeza de la manifestaci¨®n fue aislada de la impresionante legi¨®n de fot¨®grafos, c¨¢maras de televisi¨®n, unidades m¨®viles de radio (la de la SER fue vitoreada y aplaudida por la gente) y redactores por dos cordones del servicio de orden. Este hecho caus¨® altercados frecuentes entre el servicio de orden y la Prensa.
A duras penas la cabeza de la manifestaci¨®n pudo abrirse paso bajo el scalextric de la glorieta de Atocha. El servicio de orden dif¨ªcilmente pod¨ªa contener el aut¨¦ntico alud humano que, volc¨¢ndose hacia adelante, repet¨ªa constantemente gritos de ?Libertad, libertad? o ?El pueblo, unido, jam¨¢s ser¨¢ vencido?.
Los l¨ªderes pol¨ªticos que encabezaban la manifestaci¨®n animaban a los ciudadanos que se agolpaban a lo largo del recorrido para que corearan los gritos de ?Libertad?, ?Dernocracia? y ?Constituci¨®n?. Pero la respuesta obtenida cada vez hac¨ªa referencia al deseo popular de ?democracia, s¨ª; dictadura, no?. En un determinado momento, el secretario general del PSOE, Felipe Gonz¨¢lez, tom¨® un meg¨¢fono, e intentando superar las voces de los manifestantes, gritaba sin cesar: ?Libertad, libertad, libertad?. Santiago Carrillo, a su lado, le segu¨ªa en los gritos, mientras saludaba a su alrededor.
Apag¨®n en el paseo del Prado
De pronto, las luces del paseo del Prado se apagaron. S¨®lo quedaron encendidos los focos que iluminaban la fachada de la cercana junta municipal de los distritos de Retiro y Moratalaz. Losjefes del servicio de orden gritaban: ?Cerrad ese cord¨®n, cerrad es¨¦cord¨®n. Que no se acerque nadie?. Alguien susurr¨® un atentado. Pronto las luces se encendieron y el sust¨® pas¨®. Un poco m¨¢s adelante, el apag¨®n se repiti¨®.
Un coche, a la altura de la calle del Hospital, intent¨® arremeter contra la manifestaci¨®n. Su conductor, al ser detenido, presentaba signos de posible intoxicaci¨®n.
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Aunque hubo momentos en los que la lluvia arreci¨®, ni los lemas se acallaron ni los manifestantes se redujeron en n¨²mero. La Polic¨ªa Municipal, a esa altura, hab¨ªa ya calculado, aproximadamente, el n¨²mero de manifestantes. Seg¨²n las fuentes informantes de EL PAIS, pudieran ser en torno al mill¨®n y medio el n¨²mero de asistentes. Una vez alcanzada la plaza de las Cortes, la cabeza de la manifestaci¨®n no pudo materialmente llegar hasta el estrado que hab¨ªa sido colocado frente a la escalinata principal del Congreso y hubo de contentarse con quedar frente a la puerta del hotel Palace. Dif¨ªcilmente las personas que esperaban desde hac¨ªa horas la llegada de la manifestaci¨®n cab¨ªan en la plaza y se desparramaban por las calles adyacentes.
Una vez conseguido un precario silencio, Rosa Mar¨ªa Mateo, por faltar Antonio Hern¨¢ndez Gil, ley¨® el manifiesto previsto. Los aplausos, los gritos de ?Libertad, libertad? y los vivas al Rey interrumpieron en m¨¢s de una ocasi¨®n la lectura del escrito. Los servicios de la Cruz Roja hubieron de atender a m¨¢s de una persona que se desmay¨® en esos momentos.
Al final, los servicios de orden a¨²n hubieron de canalizar la salida de los manifestantes en direcci¨®n a la Puerta del Sol, unos, o hacia el Retiro, otros. En ese momento, Landelino Lavilla, presidente del Congreso de los Diputados, se asom¨® a una de las ventanas del edificio. Los manifestantes que advirtieron su presencia pidieron a gritos que hablara. Landelino Lavilla se limit¨® a saludar y regres¨® al interior del palacio.
Desconcierto final
Felipe Gonz¨¢lez, aplastado contra las barreras de la Polic¨ªa Nacional, sopl¨® a Rosa Mar¨ªa Mateo, al final de la manifestaci¨®n, los gritos de ??Viva la libertad!? y ??Viva la Constituci¨®n! ?, que no estaban previstos al final del texto de la alocuci¨®n unitaria de los partidos y que fueron repetidos por la locutora de Televisi¨®n Espa?ola. Rosa Mateo, finalizada la lectura del mensaje, se dispuso a bajar de la peque?a tribuna cuando el primer secretario del partido socialista le grit¨®, estimul¨¢ndola para que volviera y diera los vivas, a los que ella a?adi¨® un final ? ?Viva Espa?a! ?.
El final del acto estuvo presidido por un gran desconcierto. Los l¨ªderes de los cuatro partidos mayoritarios -Rodr¨ªguez Sahag¨²n, por UCD; Felipe Gonz¨¢lez, por el PSOE; Santiago Carrillo, por el PCE, y Manuel Fraga, por AP- sufrieron, con calma y buen humor, avalanchas finales contra las barreras policiales situadas frente a la entrada principal del Congreso, que no se abrieron a pesar de que Carrillo, y despu¨¦s Fraga, requirieron la presencia del capit¨¢n de la Polic¨ªa Nacional que mandaba la fuerza. Los GEO rodeaban el palacio de las Cortes y fueron aplaudidos por la multitud en el momento en que se deshizo la manifestaci¨®n.
Al comienzo de la manifestaci¨®n, Felipe Gonz¨¢lez dijo: ?Esperamos que esto sirva para que los militares se den cuenta de una vez de que el pueblo quiere la democracia?. Uno de los l¨ªderes de AP, Jorge Verstrynge, dijo que esta manifestaci¨®n significa ?la contenci¨®n del golpe militar y el grito un¨¢nime de no pasar¨¢n ?. En el pasep del Prado, Santiago Carrillo, absolutamente emocionado, dijo a EL PAIS que era ?la manifestaci¨®n m¨¢s grande que he visto en m¨ª vida, y eso que yo he visto muchas?.
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