La plaza Mayor recuperar¨¢ su car¨¢cter de lugar de encuentro, perdido hace meses
El recinto de la plaza Mayor parece haber recuperado en los dos primeros meses de este a?o parte de la tranquilidad que hab¨ªa perdido en las pasadas Navidades, cuando se convirti¨® en escenario en el que cientos de j¨®venes, tras consumir en el lugar botellas de sidra, se deshac¨ªan de los cascos lanz¨¢ndolos contra el suelo.Esta siembra de cristales hizo que la comisi¨®n de vecinos y comerciantes de la zona pidiera una entrevista urgente con el alcalde, Enrique Tierno, ya que la nueva modalidad superaba los niveles de tolerancia, bastante disminuidos ante las continuas explosiones de petardos, presencia de borrachos, canciones acompa?adas de panderos a altas horas de la noche y dem¨¢s actividades realizadas en la plaza en tales fechas.
En una sola noche, la Polic¨ªa Municipal detuvo a veinte rompebotellas, y en los d¨ªas siguientes se logr¨® impedir que los vendedores de esta bebida, tanto los ambulantes como los establecidos cerca de la plaza, dejaran de expender botellas a j¨®venes que en muchos casos vest¨ªan uniformes de colegios.
Sin embargo, la instalaci¨®n de algunas papeleras de pl¨¢stico y el incremento de la vigilancia y de la limpieza de la zona no han conseguido que la plaza Mayor est¨¦ cuidada como lo que es: un monumento del siglo XVII que, con la Cibeles y la Puerta de Alcal¨¢, es una de las im¨¢genes m¨¢s conocidas de Madrid.
Los que viven en la zona y los ancianos que utilizan sus soportales para pasear saben que la plaza ha empeorado en los ¨²ltimos a?os.
?Cuarenta a?os llevo viviendo en esta casa y le puedo decir que cada vez est¨¢ peor. No me refiero a los cambios que ha sufrido su aspecto desde que era una plaza con ¨¢rboles y tranv¨ªas hasta ahora, sino a la gente que viene. En verano es imposible dormir, y de nada sirve llamar a la alcald¨ªa?, manifest¨® una de las vecinas consultadas.
La impresi¨®n que se pudiera tener al mirar las fachadas de la plaza desde el pie de la estatua ecuestre de Felipe III no se corresponde con la realidad de las viviendas cuyos balcones asoman a la plaza.
Deterioro ambiental
Unas trescientas familias habitan unas casas sin ascensores, con escaleras estrechas y de madera y con una superficie habitable en muchos casos tan reducida que impide hasta tener un cuarto de ba?o. Aunque algunas casas se han vendido por pisos, lo normal es encontrar inquilinos que pagan desde 350 a 1.500 pesetas de alquiler mensual. Algunas buhardillas, sin embargo, han llegado a alquilarse por 5.000 o 6.000 pesetas, e incluso por cantidades superiores.Los vecinos ?de toda la vida? que recorren la plaza de los soportales o la atraviesan por las hileras de adoquines azules, que son los m¨¢s pulidos, se?alan que, desde que se hizo la reforma, en los a?os sesenta, no se han revocado las fachadas ni se han mejorado las condiciones urban¨ªsticas del lugar.
Hablan de un sistema megaf¨®nico que ya no se utiliza y que podr¨ªa dar las horas del reloj de la Casa de la Panader¨ªa, recuerdan c¨®mo hace tres meses se llevaron los mojones que estaban bajo los arcos de entrada de las calles 7 de Julio y Felipe III para trasladarlos a la plaza de la Villa. En su lugar pusieron otros ya deteriorados de calidad inferior a los originales.
Una mirada atenta descubrir¨¢ c¨®mo las calas efectuadas en el pavimento de la plaza han terminado con una an¨¢rquica reconstrucci¨®n de las hileras de adoquines en donde el color del pasillo afectado no se ha tenido muy en cuenta.
Eso, sin contar con el estado de las columnas de la Casa de la Panader¨ªa, al parecer afectada en sus cimientos por la construcci¨®n, hecha hace a?os, de un aparcamiento subterr¨¢neo, o con el progresivo descascarillado de su fachada.
A este deterioro de las condiciones de la plaza se han sumado el producido por algunos de sus visitantes.
En los dos ¨²ltimos meses, los bomberos han tenido que ser avisados en tres ocasiones ante elp eligro de incendio que supon¨ªa la existencia de hogueras hechas por algunas personas. A pesar de la limpieza, cada ma?ana pueden verse restos de or¨ªn junto a las columnas de piedra ya ennegrecidas. Los domingos, la plaza aparece, tras el mercado del sello de la ma?ana, llena de papeles, cajas y botellas.
La vigilancia policial y el mal tiempo han logrado que, en lo que va de a?o, no hayan hecho su aparici¨®n los vagabundos y mendigos que en a?os anteriores provocaron la protesta de vecinos y comerciantes de la plaza.
Tr¨¢fico de drogas
En 1977, la Polic¨ªa Municipal comenz¨® a detectar la presencia de traficantes de droga que hac¨ªan sus negocios en la misma plaza. Una serie de batidas, en colaboraci¨®n con la Polic¨ªa Nacional y el Cuerpo Superior de Polic¨ªa, cortaron esta actividad.Hace dos a?os se puso de moda explosionar fulminantes; la actuaci¨®n policial permiti¨® decomisar 15.000 fulminantes en poder de varios vendedores. Este a?o se quiere controlar a los vagabundos que comienzan su temporada con la colocaci¨®n de las terrazas de caf¨¦ a principios de abril. Se va a intentar regular tambi¨¦n la utilizaci¨®n de la plaza por parte de los filat¨¦licos, las cafeter¨ªas y los puestos navide?os que, en los ¨²ltimos a?os, han sobrepasado los l¨ªmites impuestos por el Ayuntamiento, con el consiguiente perjuicio para los transe¨²ntes.
Esta regulaci¨®n consistir¨¢ en limitar a seis las parcelas para poner mesas de cafeter¨ªa, prohibir a los restaurantes instalar veladores y dejar libre las fachadas de la Casa de la Panader¨ªa y de la Casa de la Carnicer¨ªa.
Asimismo, se establecer¨¢ un sistema. de puestos para que los filat¨¦licos no salgan de un determinado per¨ªmetro, ya que ahora. no s¨®lo hay una gran parte de personas que instalan sus mesas sin pagar el correspondiente canon municipal, sino que adem¨¢s las instalan donde quieren. Los filat¨¦licos tendr¨¢n que responsabilizarse ante el Ayuntamiento de que la limpieza de la plaza ser¨¢ asegurada tras la celebraci¨®n del mercado semanal del sello.
El Ayuntamiento ha rechazado, por otra parte, la petici¨®n de los comerciantes de la zona en la que se propon¨ªa la habilitaci¨®n de un espacio para que algunos autocares de turistas pudieran aparcar mientras ¨¦stos visitaban la plaza.
Aparte de los mercados del sello, la plaza Mayor se ha convertido, en los ¨²ltimos a?os, en centro de actividades tales como la Semana del Sello, o las lecturas de los pregones de carnavales y fiestas de San Isidro y en la etapa final de la cabalgata de Reyes.
Al margen de estos actos, la plaza ha sido escenario de otras actividades culturales; algunas provocaron la protesta de los vecinos por las molestias que causaban.
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