"Las principales fuerzas pol¨ªticas han de cooperar en un plan de salvaci¨®n de la democracia hasta 1983"
Pregunta. En los ¨²ltimos d¨ªas, el PSOE ha reiterado que la ¨²nica salida a la situaci¨®n actual de Espa?a es un Gobierno de coalici¨®n. ?Cu¨¢les son las razones de que su partido mantenga esta propuesta con tanta insistencia?Respuesta. Hemos dicho que se ha encendido de forma dram¨¢tica la se?al de peligro para el proceso de asentamiento de la democracia. En estas circunstancias, los socialistas creemos que lo m¨¢s importante es salvar nuestro proceso de convivencia en paz y en libertad, con un claro programa de gobierno que afronte los problemas de la transici¨®n espa?ola: construcci¨®n de un Estado democr¨¢tico y auton¨®mico s¨®lido; modernizaci¨®n de la sociedad civil y de la Administraci¨®n, adem¨¢s de los problemas a?adidos a esta transici¨®n, como la crisis econ¨®mica y el paro, y el surgimiento de acciones violentas de terror, que crean inseguridad y provocan actuaciones violentas de respuesta.
En este cuadro, ni antes, ni sobre todo ahora, es posible que un Gobierno de minor¨ªa parlamentaria pueda sacar adelante la situaci¨®n con garant¨ªas. Un Gobierno minoritario que, hasta el momento presente, ha sido d¨¦bil en su comportamiento y actuaci¨®n,
En cualquier pa¨ªs europeo occidental, en una situaci¨®n como esta se habr¨ªa producido un Gobierno con amplia mayor¨ªa parlamentaria y extenso apoyo de la sociedad, con capacidad para superar todas las dimensiones de la crisis y para desactivar los intentos de sumirlos en una indigna dictadura.
P. Pero en Espa?a ya hubo una etapa de consenso entre los principales partidos, que se supone iba dirigida a salvar esas dificultades.
R. En 1977 hicimos un gran esfuerzo colectivo de superaci¨®n de los problemas pol¨ªticos y econ¨®micos de Espa?a, con participaci¨®n de la pr¨¢ctica totalidad de los grupos parlamentarios, que sustituy¨® lo que deb¨ªa haber sido un Gobierno provisional con un fuerte apoyo en el Parlamento.
Pero los acuerdos firmados no fueron cumplidos por el Gobierno en partes muy importantes, con lo cual no s¨®lo no pod¨ªan producirse los apoyos parlamentarios, sino que se generaban discusiones permanentes por este incumplimiento, provocando tensiones y desconfianzas. De este modo, la labor de un Gobierno provisional con respaldo parlamentario s¨®lido, t¨ªpica de las situaciones de transici¨®n, se convirti¨® en el quehacer de un Gobierno minoritario, que monopolizaba el Ejecutivo y que se ve¨ªa contestado desde el Parlamento, porque no era capaz de responder a los pactos firmados.
Esa criticada. pol¨ªtica de consenso respond¨ªa en realidad a un claro instinto de superaci¨®n de un proceso hist¨®rico, en el que era necesario un fuerte apoyo parlamentario y social. Pero el compromiso no fue cumplido por el poder ejecutivo, y como la acci¨®n de gobierno se ejerc¨ªa por un grupo que, en parte, estaba imbricado dentro del aparato que se trataba de democratizar y cambiar, se produjo una contradicci¨®n insuperable.
Desde formaciones minoritarias, Fraga y Carrillo podr¨ªan decirnos ahora: ?Ya lo dec¨ªamos nosotros?, ?aqu¨ª hace falta un Gobierno fuerte?, etc¨¦tera. Nosotros hicimos nuestro an¨¢lisis, fuimos a los acuerdos de la Moncloa -pese a que en su gestaci¨®n hubo elementos poco claros- y m¨¢s adelante, en 1979, el congreso extraordinario de nuestro partido previ¨® que los socialistas estar¨ªamos dispuestos a realizar los sacrificios necesarios, en caso de peligro, para la democracia.
Bien. Ha llegado el momento. Se ha encendido con toda claridad la luz roja. Las cosas se pod¨ªan haber hecho de esta o de la otra manera, pero no interesa ahora quejarse del pasado, y menos a¨²n se puede pensar que el juego democr¨¢tico y los problemas de Espa?a expliquen actitudes golpistas. No se puede afirmar que lo que ha ocurrido sea o no la punta del iceberg, pero, desde luego, es un exponente claro de que existen en Espa?a segmentos que pretenden sustituir la fuerza de la raz¨®n y del di¨¢logo en paz por la raz¨®n de la fuerza bruta.
P. ?Cu¨¢l ser¨ªa el programa de ese eventual Gobierno de coalici¨®n?
R. Ante una situaci¨®n nueva, la sociedad exige una respuesta nueva y clara. El elemento definitorio de la necesidad de un Gobierno de coalici¨®n, o como quiera llamarse, es en este momento la supervivencia de las instituciones democr¨¢ticas. Pero ser¨ªa una gran ceguera pol¨ªtica pensar que la salvaci¨®n de esas instituciones, que hacen dignos y respetables a los pueblos libres de la Tierra, consiste en que todos estemos en el mismo lugar, simplemente para decir: somos m¨¢s, luego somos m¨¢s fuertes. La fortaleza se adquiere, sobre todo, con la voluntad y la decisi¨®n de solucionar los problemas de Espa?a.
Yo sigo afirmando, como lo hac¨ªa durante el debate de investidura, antes de la irrupci¨®n violenta del grupo golpista, que existen dos posibilidades: congelar el proceso como est¨¢, con algunos toques neoliberales en pol¨ªtica econ¨®mica y desviando la atenci¨®n de los problemas reales a un debate ideol¨®gico sobre la OTAN, o numerar sobre el papel los grandes problemas del Estado.
1. Democratizaci¨®n del Estado y de la Administraci¨®n en su conjunto, con todo lo que ello implica para hacerla eficaz, al servicio de la democracia, y construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas, con claridad y valent¨ªa.
2. Luchar por la libertad ciudadana, contra la violencia terrorista de todo signo y contra la inseguridad.
3. Luchar contra la crisis econ¨®mica. No hay posibilidad de comprometer en esta tarea al conjunto de la sociedad si el planteamiento no se hace con la clara ilusi¨®n de que el reparto de las cargas va a ser equitativo, de que la acci¨®n contra el paro va a ser en¨¦rgica y de que al final, en el momento de superaci¨®n de la crisis, estaremos en condiciones de ofrecer una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s solidaria. No estoy hablando de un proyecto en el que se discuta el mayor o el menor d¨¦ficit.
4. Democratizaci¨®n y modernizaci¨®n de la sociedad civil. Puede haber puntos de desacuerdo, y habr¨¢ que partir distancias o aparcar problemas que sean menos importantes, pero la Constituci¨®n debe seguir desarroll¨¢ndose.
"Aplazar el debate sobre el ingreso en la OTAN"
Fue Churchill quien dijo aquella famosa frase de ?Sangre, sudor y l¨¢grimas, pero ganaremos la guerra?. Hoy podr¨ªamos decir a todos los espa?oles que hace falta un gran esfuerzo solidario, pero ganaremos la batalla de la libertad, la justicia y la convivencia en paz. Cuando esta batalla se gane, puede que la sociedad reaccione aesplazando a los que han pedido este sacrificio, pero no importa: el gran valor de la democracia es saber asumir estas cosas.
P. ?En qu¨¦ medida afectar¨ªa esa eventual coalici¨®n a la pol¨ªtica exterior de Espa?a?
R. Creo que en estas l¨ªneas de avance que estoy ofreciendo hay tambi¨¦n un proyecto muy s¨®lido de pol¨ªtica exterior. Se podr¨ªa haber obtenido mucho m¨¢s resultado de la expectativa que la recuperaci¨®n de las libertades cre¨® fuera de Espa?a. Los socialistas hemos sido extraordinariamente responsables y hemos repetido una y otra vez: hay que a¨²nar los esfuerzos y eliminar o aplazar los focos de discrepancia. Lo reitero ahora: ya apelaremos en su momento oportuno a la voluntad popular, para que sea el ciudadano, a trav¨¦s de su voto, quien elija las alternativas que se ofrezcan en las distintas confrontaciones electorales.
P. Entre los temas que deber¨ªan aplazarse, ?se refiere usted al ingreso de Espa?a en la OTAN?
R. Me refiero, entre otros, a este serio terna de la OTAN. Me parece poco oportuno que entremos hoy en un debate que ni a?ade ni quita nada a nuestros verdaderos problemas inmediatos. Nadie duda que Espa?a est¨¢ engarzada en el sistema defensivo occidental: pero alterar la situaci¨®n actual con un tema tan dudoso y conflictivo me parece una tonter¨ªa, si no oculta la intenci¨®n de desplazar el centro de nuestras preocupaciones de los problemas reales de Espa?a hacia cuestiones que no se plantean con urgencia.
Mire, si cualquiera de los pa¨ªses de la OTAN no perteneciera en este momento a la Alianza, con toda probabilidad no dar¨ªa el paso. No digamos ya si encontrara esa oportunidad alguno de los pa¨ªses del Este respecto del Pacto de Varsovia.
Tenemos un gran proyecto de integraci¨®n en Europa, con un enorme valor pol¨ªtico, econ¨®mico y social, que nos permitir¨¢ entrar en el concierto de naciones libres de la Europa occidental, fortaleciendo nuestras propias instituciones espa?olas. Esto, que se ver¨ªa totalmente arruinado si fracasara la democracia, merece un esfuerzo real de todos nosotros. Tambi¨¦n hay una amplia coincidencia en cuanto a la importancia que tiene Latinoam¨¦rica para la construcci¨®n de nuestro futuro, aunque a veces las actitudes sean m¨¢s ret¨®ricas que reales.
Por consiguiente, hay un claro lugar de encuentro para los que quieren afianzar el proceso democr¨¢tico espa?ol. Ese encuentro, como he dicho antes, hay que acotarlo en el tiempo, y creo que debe ensayarse hasta las pr¨®ximas elecciones. Esta acci¨®n gubernamental se sentir¨ªa respaldada, estoy seguro, por una confianza social renovada, con objetivos capaces de implicar a multitud de sectores de nuestra sociedad, desde la mayor parte de los ¨®rganos de comunicaci¨®n hasta el mundo de la cultura, del trabajo y de la econom¨ªa.
P. Y un programa como el que usted dise?a, ?no podr¨ªa llevarlo a cabo el Gobierno actual, con el apoyo exterior del partido socialista?
R. En un momento de peligro para las instituciones, los socialistas estamos dispuestos a apoyar las acciones de gobierno que vayan en la direcci¨®n apuntada, porque nuestra actitud no es partidista; pero si no hay gente en el Gobierno que comprenda que un buen n¨²mero de problemas son de mesa de trabajo y no de grandes debates rituales, va a ser imposible avanzar.
Si nos dicen ?desde fuera se puede hacer?, yo recordar¨¦ siem
"Las principales fuerzas pol¨ªticas han de cooperar en un plan de salvaci¨®n de la democracia hasta 1983"
pre los acuerdos de la Moncloa, que no se cumplieron, porque el Ejecutivo no ten¨ªa capacidad suficiente para hacerlos cumplir y, probablemente, tampoco voluntad. En Espa?a, el poder ejecutivo sigue siendo el 85% del poder total, y, sin embargo, se da la paradoja de que ese poder viene siendo muy fr¨¢gil. Por ello, no hay m¨¢s remedio que fortalecerlo y hacerlo actuar con autoridad moral.P. ?Qu¨¦ pensar¨ªan los banqueros, los empresarios, de un Gobierno de coalici¨®n en que tuviera entrada el PSOE?
R. Con un planteamiento correcto, desde el punto de vista democr¨¢tico, estoy seguro de que estar¨ªan de acuerdo. Si algunos se opusieran, probablemente estar¨ªan negando que en las pr¨®ximas elecciones los socialistas, aunque ganaran, formaran un Gobierno. Pero debo decir que la comunicaci¨®n del partido con los medios econ¨®micos y empresariales ha ido mejorando de forma extraordinaria, y es superior incluso a la que he visto en Francia. No niego que haya algunas resistencias, pero la acci¨®n de gobierno tambi¨¦n puede ser s¨®lida y no debe hipotecarse a resistencias de ese tipo.
Los que se oponen a la participaci¨®n del PSOE no quieren democraciaP. En este an¨¢lisis apenas ha mencionado usted la situaci¨®n creada por el fallido golpe de Estado de la semana pasada. ?Qu¨¦ a?adir¨ªa un partido socialista al poder civil actual, que pudiera tranquilizar a los ciudadanos respecto al futuro del sistema democr¨¢tico?
R. En primer lugar, los socialistas encaramos la participaci¨®n en un Gobierno actualmente como un sacrificio; en segundo lugar, es quiz¨¢ la primera vez en la historia que nuestro partido, m¨¢s cohesionado que otras fuerzas pol¨ªticas, est¨¢ en condiciones de ofrecer una s¨®lida cooperaci¨®n para la construcci¨®n de una democracia estable de tipo europeo, respaldado por el 30%, al menos, de nuestros conciudadanos. Adem¨¢s, el proyecto del partido y su imagen es, como sabe todo el mundo, cada vez m¨¢s ampliamente aceptado por el conjunto de la sociedad espa?ola.
Los que en este momento se oponen a la participaci¨®n de los socialistas en el Gobierno -con una resistencia no razonada pol¨ªticamente-, para darle el amplio respaldo del que carecer¨ªa sin nosotros, es que no quieren una democracia verdadera para nuestro pa¨ªs. La pregunta podr¨ªa invertirse: ?es posible construir la democracia en Espa?a con la hipoteca de los que se niegan a una situaci¨®n normal en cualquier pa¨ªs europeo? Los socialistas estamos por una democratizaci¨®n rigurosa de los aparatos del Estado, as¨ª como por el desarrollo de los derechos civiles de la sociedad espa?ola, y si esto no es aceptado por algunos sectores, creo que es porque se niegan a la democratizaci¨®n del Estado y de la sociedad.
Algunos dicen que la participaci¨®n socialista supone un riesgo; pero el verdadero riesgo es no estar dispuestos a democratizar Espa?a. Si eso fuera as¨ª, tendr¨ªamos que admitir que estamos en una fase de democracia tutelada. Por otra parte, ha de evaluarse la aportaci¨®n nacional e internacional de los socialistas, adem¨¢s del respaldo de varios millones de espa?oles. ?Se puede prescindir hoy de esto en la acci¨®n de gobierno? Si hay razones para ello, temo que no sean otras que la aceptaci¨®n del tutelaje democr¨¢tico, o el miedo mezquino de que los socialistas puedan ganarse otros sectores.
P. Poni¨¦ndonos en la piel de UCD, y teniendo en cuenta que Calvo Sotelo ya ha expresado su negativa a la coalici¨®n, ?cu¨¢les ser¨ªan las razones por las que ese partido cambiar¨ªa de opini¨®n? -
R. Creo que en UCD hay varias pieles. Es decir, hay gente firmemente decidida a que la sociedad espa?ola funcione de forma plenamente democr¨¢tica, como en Europa lo hacen la se?ora Thatcher o los democristianos belgas, alemanes, italianos.... con quienes yo tengo muchas diferencias, pero de los que no cabe duda que defienden firmemente los principios de una convivencia democr¨¢tica como fundamento de la dignidad de sus pueblos. Esos sectores de UCD est¨¢n seriamente tocados por la propuesta que hemos hecho.
Quiz¨¢ otros se opongan por razones muy variadas: no querer perder el control del poder, temer un avance de los socialistas o aceptar un tutelaje que destruya nuestro proyecto democr¨¢tico. Quiero recordar que los que han aceptado esta tutela, en todos los pa¨ªses donde el fen¨®meno se ha producido, han sido barridos, tambi¨¦n ellos, por el vendaval del autoritarismo.
P. En concreto, ?puede explicar qu¨¦ posici¨®n sostuvo Calvo Sotelo en la entrevista previa a la votaci¨®n de investidura?
R. Cuando yo habl¨¦ con Calvo Sotelo, antes de proponer un Gobierno de amplia mayor¨ªa parlamentaria, no le ped¨ª una respuesta contundente, pero esper¨¦ una respuesta pol¨ªtica que permitiera abrir un di¨¢logo esclarecedor. En ese momento me dijo que lo estimaba menos conveniente que conveniente. Pero en el debate no hubo respuesta a mi an¨¢lisis y ofrecimiento.
Y el reto es bien claro: el riesgo m¨¢s grave es aceptar condicionamientos que marginen o sobrepasen la voluntad soberana de nuestro pueblo. La democracia comporta exigencias que deben ser respetadas, y, si no es as¨ª, tiene serias dificultades de supervivencia. Algunos sistemas autoritarios, como el de Brasil, se permiten condenar a un dirigente sindical y mantener una cierta libertad de Prensa: son flexibilidades controladas desde un poder no democr¨¢tico. Pero la democracia no permite ese juego equ¨ªvoco; el poder civil es el poder supremo del pa¨ªs, y todos han de respetarlo como representaci¨®n leg¨ªtima de la voluntad del pueblo.
Pues bien, esa soberan¨ªa popular dice que casi el 80% de la representaci¨®n parlamentaria est¨¢ compuesta por el partido que gobierna y el Partido Socialista; y casi su totalidad, por fuerzas democr¨¢ticas que podr¨ªan decidir poner en marcha un Gobierno de amplia representaci¨®n con un proyecto democr¨¢tico claro. Si esa representaci¨®n de nuestro pueblo no es capaz, por voluntades ajenas, de realizar esta tarea, las razones no pueden ser buenas para la Espa?a democr¨¢tica.
EI mundo democr¨¢tico no hace todo lo que puedeP. Hay una cuesti¨®n que ya apunt¨® antes: el mundo exterior; los pa¨ªses democr¨¢ticos que nos rodean, ?est¨¢n haciendo todo lo que pueden por salvar la democracia en Espa?a?
R. Todo lo que pueden, no. Es evidente que los pa¨ªses democr¨¢ticos no aceptar¨ªan que Espa?a fuera de nuevo sumida en el oscurantismo de la dictadura; perder¨ªamos las conexiones y las esperanzas que se abren para nosotros en este momento. Pero tal vez no tengan consciencia clara de lo que estamos viviendo en este momento, y puede que incluso el Gobierno no lo exprese n¨ªtidamente.
Los enemigos de la democracia en Espa?a deben pensar que la tentaci¨®n totalitaria producir¨ªa un aislamiento internacional, con graves perjuicios para Espa?a. Los dem¨®cratas de todo el mundo deben tambi¨¦n expresar con claridad que la dignidad de los pueblos libres no debe conocer ning¨²n tipo de fronteras, y que su solidaridad con la Espa?a democr¨¢tica debe ser plena, olvid¨¢ndose de peque?as cicater¨ªas que la historia puede juzgar con dureza. Yo creo que Europa desea que Espa?a siga siendo una Espa?a democr¨¢tica, con un pueblo libre que pueda integrarse a buen ritmo en el conjunto de las naciones m¨¢s desarrolladas y justas de la Tierra.
Es imprescindible un acuerdo con el PNV y la Minor¨ªa CatalanaP. Hay quien piensa que un golpe como el del 23 de febrero no puede triunfar, pero s¨ª habr¨ªa mayores facilidades para un golpe blanco: si alguien lo intentara, ?cree usted que tendr¨ªa alguna posibilidad de acuerdo con ciertos partidos?
R. Yo no puedo responder por el conjunto de las fuerzas pol¨ªticas, pero nosotros no aceptar¨ªamos esa situaci¨®n. No dar¨ªamos un falso revestimiento constitucional a un Gobierno que no representara la voluntad libre de nuestro pueblo. Adem¨¢s, me parece necesario destacar que las manifestaciones c¨ªvicas y de todo tipo de la semana pasada cubrieron pr¨¢cticamente todo el arco parlamentario.P. Hemos mencionado ya la lucha contra la violencia terrorista, como uno de los puntos principales de ese Gobierno de coalici¨®n, pero parece importante ampliar un tema: ?cu¨¢l es el programa en que est¨¢ usted pensando para el Pa¨ªs Vasco?
R. Creo que es necesario llegar a un acuerdo con el PNV y con Convergencia i Uni¨®, aunque la situaci¨®n de ambas comunidades es distinta. El problema vasco tiene ra¨ªces hist¨®ricas, y tal vez sea este el momento en que tiene mayores posibilidades de soluci¨®n. Hay que resolver el problema vasco, _y, adem¨¢s, hay que seguir gobernando a Espa?a. El PNV debe estar como pieza fundamental en esta soluci¨®n, no s¨®lo por el Pa¨ªs Vasco, sino por toda Espa?a, porque, independientemente de sus fuerzas, tiene tambi¨¦n el santo y la se?a de la aspiraci¨®n nacionalista. Creo sinceramente que los responsables del PNV son plenamente conscientes de ello.
En cuanto a la lucha contra la violencia terrorista, los instrumentos policiales son una parte importante, que hay que perfeccionar y aplicar correctamente. Es muy importante la acci¨®n y la informaci¨®n policial, y, m¨¢s a¨²n, que esta acci¨®n y esta informaci¨®n se hagan bien.
Cuando sal¨ªamos del secuestro en el Parlamento o¨ª que 2.000 o 3.000 personas -algunas menos del mill¨®n y medio que el viernes ped¨ªan democracia y libertad- hab¨ªan gritado durante la noche ??Tejero, m¨¢talos! ?. Ese grito estremecedor, cargado de odio, contra personas que no llevaban instrumento alguno para defenderse, me hizo recordar tambi¨¦n ese estremecedor alarido que a veces se produce en el Pa¨ªs Vasco, entre grupos reducidos que gritan ??ETA, m¨¢talos!?, expresando el mismo odio contra personas que defienden la seguridad del Estado y que caen con frecuencia ametrallados por supuestos h¨¦roes que disparan por la espalda.
Y me duele mucho m¨¢s que haya personas en la calle con esa carga de odio, pidiendo la muerte de otros conciudadanos, que la propia actitud del terrorista vasco o del que intenta un golpe de Estado contra la democracia, aunque no puedan establecerse m¨¢s que estos parangones psicol¨®gicos.
P. ?Y qu¨¦ salida ve usted?
R. La soluci¨®n de este fen¨®meno no puede basarse en el odio como respuesta, y todos los dem¨®cratas tenemos que defender la convivencia en paz y la aplicaci¨®n de la justicia, sin dejarnos contaminar por las reacciones de odio y sin perder la firmeza y el rigor para defender la libertad y la seguridad de la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos. Espa?a es una realidad a la que me siento tan profundamente ligado como el que m¨¢s, por la que estoy dispuesto a luchar tenazmente y a no renunciar bajo ning¨²n tipo de presi¨®n. Creo que los problemas de las comunidades aut¨®nomas deben resolverse desde esta perspectiva.
P. Obviamente, parece usted descartar una soluci¨®n militar para el Pa¨ªs Vasco.
R. No creo en esa soluci¨®n. Hay que pensar con gran racionalidad, sin dejarse llevar por las pasiones. Despu¨¦s de tres a?os de guerra civil y de cuarenta a?os de dictadura -por no hablar m¨¢s que de nuestra historia reciente-, el problema vasco no s¨®lo no se ha solucionado, sino que se agrav¨®. Y ahora empezamos a encarar una soluci¨®n desde la libertad y desde la convivencia en paz, aunque haya grupos minoritarios que atenten contra ello, irracional y violentamente.
Lo que hace una dictadura es ocultar los problemas, no solucionarlos. ?Alguien puede pensar que despu¨¦s de un per¨ªodo de intervenci¨®n militar, el problema pol¨ªtico de Euskadi no ser¨ªa como hoy, pero peor?
Tambi¨¦n hay que hablar con Fraga y CarrilloP. Finalmente, y para completar las ideas sobre la eventual coalici¨®n con el programa dise?ado por usted, ?no deber¨ªan formar parte de ella los partidos de Fraga y Carrillo?
R. Carrillo ha expresado claramente su apoyo a un Gobierno que encarase los problemas de los que hemos venido hablando, sin exigir la participaci¨®n gubernamental: me parece una postura extraordinariamente correcta y racional, y ser¨ªa de agradecer el apoyo parlamentario al programa de la acci¨®n de gobierno, por cuanto a?adir¨ªa al mismo importantes sectores de la sociedad. Fraga ha dicho que la f¨®rmula deber¨ªa ser lo que califica como mayor¨ªa natural; yo respeto su opini¨®n, y creo que tambi¨¦n ¨¦l respeta la posici¨®n que mantiene el partido socialista. Pero estos temas deben hablarse, m¨¢s que establecer en estos momentos vetos o exigencias de car¨¢cter previo.
La realidad espa?ola del momento presente nos exige a todos un esfuerzo claro, generoso, carente de mezquindad y de sectarismo; un esfuerzo basado en la comprensi¨®n y en la voluntad de vivir en paz y en libertad, y que excluya las tentaciones de revancha. Adem¨¢s, los ciudadanos deben saber que la dignidad y el honor de un pueblo no se alcanzan con plenitud m¨¢s que cuando la voluntad soberana y libremente expresada de este pueblo deciden su destino hist¨®rico.
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