La pol¨¦mica sobre El Salvador
LA DOCTRINA informativa de Reagan sobre El Salvador produce un rechazo general en los pa¨ªses occidentales, que no quieren aceptar sus puntos b¨¢sicos:
1. Que el presidente Napole¨®n Duarte represente a un Gobierno ?que ha llevado a cabo importantes reformas democr¨¢ticas y convoca un proceso que ha de culminar en unas elecciones democr¨¢ticas en 1983?; responden que Duarte gobierna sin la voluntad del pueblo y despu¨¦s de haber deshecho la ¨²ltima posibilidad de democracia ?desde arriba? que representaba Majano, ahora detenido.
2. Que es una garant¨ªa contra ?un golpe de Estado de derechas?; creen que ¨¦l mismo y la Junta en el poder representan ya ese golpe de Estado de derechas.
3. Que la oposici¨®n civil y las guerrillas armadas representen unos ?movimientos paralelos y coordinados de una serie de pa¨ªses comunistas y de tendencias radicales que tratan de imponer una soluci¨®n militar en una naci¨®n del Tercer Mundo?, nombrados en los papeles del Departamento de Estado de esta manera: Cuba directamente, con el apoyo activo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, de Vietnam y de otros pa¨ªses; la respuesta en este caso es que la movilizaci¨®n ciudadana responde a un frente amplio de izquierdas, apoyado por pa¨ªses tan nada comunistas como Venezuela, Colombia o M¨¦xico, que trata de restablecer una democracia robada; y que el peligro de radicalizaci¨®n consiste, precisamente, en que para recuperar lo perdido tiene que acudir a la lucha armada.
Las tesis de Reagan y de Napole¨®n Duarte podr¨ªan tener una validez mayor si la estad¨ªstica de asesinatos directos, realizados despu¨¦s del toque de queda, no fuera en incremento y no pudiera acusarse de ello a fuerzas dependientes de la Junta, y si las informaciones del Departamento de Estado y otras instituciones de la CIA no resultasen contradictorias con las que esos mismos organismos emit¨ªan hasta la sustituci¨®n de Carter por Reagan. No es f¨¢cilmente comprensible, efectivamente, que todo ese abundante material que compone el informe del Departamento de Estado no estuviera en conocimiento de la Administraci¨®n anterior y haya aparecido ahora como por ensalmo; sin embargo, Carter apoyaba al grupo de Majano, le prestaba ayuda, y su embajador era un elemento diligente hasta que fue destituido por Reagan.
Se trata m¨¢s bien y bastante claramente de la adopci¨®n pura y simple de una nueva moral pol¨ªtica que Reagan y sus consejeros han definido bien: la de que un respeto a los derechos del hombre no debe servir para alentar a los enemigos de Estados Unidos. M¨¢s all¨¢ incluso: la del cambio de la forma de anticomunismo entre el per¨ªodo del Partido Dem¨®crata y el que acaba de comenzar para el Partido Republicano: los dem¨®cratas -la l¨ªnea Roosevelt-Kennedy-Carter- estimaban que la contenci¨®n consist¨ªa en la apertura de v¨ªas de reforma y de democracia controlada, los republicanos se adhieren a la tradici¨®n .del ?gran bast¨®n? del primer Roosevelt, de Eisenhower o de Nixon.
Pero Reagan representa una tendencia de Estados Unidos por la v¨ªa fuerte que acaba de triunfar -estrepitosamente- en unas elecciones, y los pa¨ªses europeos, sobre todo, tienen unas opiniones p¨²blicas m¨¢s sensibles a las cuestiones de los derechos humanos y de la democracia, y unas relaciones con los pa¨ªses del Tercer Mundo que no admiten este trato a uno de ellos. Sobre todo, no quieren verse envueltos por la ins¨®lita v¨ªa del peque?o pa¨ªs centroamericano en el gran tema de las relaciones globales entre Estados Unidos y la URSS. Admitir a la Uni¨®n Sovi¨¦tica como subversiva es algo que se han resistido a hacer hasta en el caso patente de la intervenci¨®n en Afganist¨¢n -condena moral, pero resistencia a las sanciones-; la declaraci¨®n que Reagan les insta a hacer y la toma de posiciones directas -suspensi¨®n de toda ayuda humanitaria a El Salvador, porque puede ser explotada por la propaganda comunista- es un tipo de alineaci¨®n que quiz¨¢ reserven para asuntos que puedan ser m¨¢s graves y m¨¢s pr¨®ximos -Polonia-, pero que resultar¨ªa del todo improcedente en estos momentos.
La soluci¨®n esbozada por Reagan es la que emite Napole¨®n Duarte: unas negociaciones con la oposici¨®n y un r¨¦gimen provisional hasta las elecciones de 1983. Pero la oposici¨®n teme que, si acepta las condiciones que se le imponen -exclusi¨®n del Gobierno, suspensi¨®n del Parlamento-, nunca m¨¢s podr¨ªa levantar cabeza, y El Salvador caer¨ªa inevitablemente en un r¨¦gimen equiparable al de Argentina o Chile, de forma que el proyecto electoral de 1983 no llegar¨ªa a celebrarse nunca, o se har¨ªa en condiciones de poca credibilidad.
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