"La vida en Madrid provoca la angustia esquizofr¨¦nica y la marginacion de sus habitantes"
Los madrile?os, ni?os, estudiantes, y amas de casa, principalmente, sufren intensamente esta angustia silenciosa que es la constante en los ciudadanos de una gran ciudad. ?La macrociudad?, insist¨ªa el equipo de higiene mental, ?es el centro donde se encuentran mayores desajustes mentales y donde es obtenido en gran medida el riesgo. liofilizado de adquirir lo que la gran ciudad tiene de monstruosa?.?El hombre que vive en una gran ciudad, como Madrid?, comentaba uno de los psic¨®logos, ?recoge una importante sobrecarga de ansiedad y de angustia que le var¨ªa toda su patolog¨ªa psicosom¨¢tica y tales efectos pueden traer importantes consecuencias psicol¨®gicas, como el aumento de la agresividad. Esto no es m¨¢s que una descarga de la ansiedad acumulada por el ciudadano?.
La macrociudad genera intolerancia e incomprensi¨®n, pero ?fundamentalmente?, a?ad¨ªa el psic¨®logo, ?origina incomunicaci¨®n, que trae consigo grandes problemas; la ciudad despersonaliza al ciudadano y le va a hacer variar sus pautas culturales?. Cierto es que muchas de las horas que los madrile?os pasan dentro de los transportes p¨²blicos transcurren sin que ¨¦stos intercambien ninguna palabra y hasta en el mismo ascensor los vecinos no se hablan o, ¨²nica y antinaturalmente, hablan del tiempo.
El fuerte desarrollo econ¨®mico de las grandes ciudades produce desarraigo, ya que la gente viene a buscar trabajo y las relaciones sociales est¨¢n basadas en la rentabilidad. ?La gran ciudad aumenta la marginaci¨®n social?, comenta el equipo, ?aumenta la diferencia de clases sociales y no permite la integraci¨®n de los no rentables o menos pudientes, pues la macrociudad est¨¢ pensada para las personas con grandes recursos econ¨®micos que puedan consumir en abundancia?.
La consecuencia de esta presi¨®n psicol¨®gica es un ?movimiento migratorio de signo negativo pues supuso en el a?o 1979 una disminuci¨®n de la poblaci¨®n de derecho de 27.187 habitantes?, como se?alaba el informe publicado anualmente por el departamento de Estad¨ªstica del Ayuntamiento de Madrid, ?de los que un 71% de ellos fijaron su residencia en municipios de la misma provincia?.
La ciudad-"purgatorio"
La densidad media de la poblaci¨®n en Madrid es de 55 habitantes por hect¨¢rea, aunque esta densidad var¨ªa considerablemente seg¨²n las diferentes zonas. Los distritos como Chamber¨ª y Centro alcanzan una densidad de 441 y 372 habitantes por hect¨¢rea, respectivamente, y los de mayor poblaci¨®n siguen siendo los barrios de Arapiles y Gaztambide, con 730 y 639 habitantes por hect¨¢rea. Estas cifras hacen suponer que muchos de los madrile?os hayan tenido que desplazarse a las m¨²ltiples urbanizaciones que existen en los alrededores de la ciudad, las ciudades-dormitorio, pues esa es su ¨²nica finalidad.
?Pero?, matizaban los componentes del equipo de higiene mental de los centros de Promoci¨®n de la Salud, ?estas ciudades-dormitorio lo son para los miembros activos de la familia, mientras para los ni?os, los viejos y las amas de casa, de profesi¨®n sus labores, son verdades ciudades-purgatorio?.
Las familias con menos recursos econ¨®micos han debido dirigirse a las urbanizaciones de la periferia, concebidas de, forma irracional. Esto ha significado el alojamiento de ¨¦stas en las llamadas ciudades-dormitorio, que producen en el ciudadano un importante gasto del tiempo libre, ya que el desplazamiento hacia los lugares de trabajo ocupa gran parte del d¨ªa a los que all¨ª habitan.
Las celdas antisociales de estas colmenas urbanizadas que siguen construy¨¦ndose en Madrid incita a que las personas se encierren en sus casas. ?El gran n¨²mero de vecinos de estos barrios, donde ¨²nicamente predominan los edificios, el asfalto, las carreteras de acceso a la capital y la falta de zonas verdes y de ocio intimidan psicol¨®gicamente a sus vecinos, que no encuentran su lugar de esparcimiento. Esto se, ha, normativizado s¨®lo en las ciudades-purgatorio?.
La poblaci¨®n m¨¢s perjudicada por los desajustes que produce la macrociudad es la infantil. La poblaci¨®n entre uno y quince a?os casi constituye un mill¨®n de habitantes, lo que supone casi un tercio del total del censo madrile?o, que va a encontrarse con un entorno familiar perturbado, ya que se encuentra privado de la influencia educacional del padre, que pasa gran parte del d¨ªa fuera de casa.
?La ira dom¨¦stica que se va creando en este ambiente se va a incrementar en la escuela (el n¨²mero de ni?os que estudian act¨²almente educaci¨®n preescolar y EGB sobrepasa sobradamente el medio mill¨®n en el casco urbano de Madrid), cuando el profesor va a encontrarse desbordado por unas aulas con m¨¢s de cuarenta alumnos en donde solamente se va a poder afianzar el n¨²cleo iracundo de donde el ni?o sali¨®?.
La escuela producir¨¢ nuevos desajustes en el ni?o, que no se encuentra ante el entorno del que deber¨ªa estar rodeado, y ?epidemiol¨®gicamente va a registrar un bajo rendimiento escolar que va a continuar el camino de progresiva frustraci¨®n que comenz¨® en el seno familiar?.
?El ni?o acusar¨¢ una gran falta de afectividad y un antinatural desarrollo madurativo. Esto produce como consecuencia, anecd¨®tica pero muy significativa, que el ni?o de la gran ciudad se orine en la cama en edades muy avanzadas?.
El ni?o, adem¨¢s, sigue unos cursos mec¨¢nicos, no de asimilaci¨®n, hasta que llega a la adolescencia sin tener unos m¨ªnimos patrones de seguridad y educaci¨®n. ?De la mala atenci¨®n social al ni?o surge una inadaptaci¨®n que m¨¢s tarde provoca esas famosas pandillas, donde ¨¦ste encontrar¨¢ un rol de afianzamiento en s¨ª mismo que hasta ahora no hab¨ªa conseguido?.
Esta poblaci¨®n, adem¨¢s, adolece de una falta de lugares de recreo, de zonas verdes, de parques para el ocio. ?Los ni?os se pedantizan tempranamente, puesto que tienen cerradas otras posibilidades y ¨²nicamente ven la televisi¨®n. La posibilidad de reciclaje es m¨ªnima, y si estudiamos un Poco los servicios de guarder¨ªa observaremos que aqu¨¦llos se hacinan ante el mal planteamiento de ¨¦stas?.
Las guarder¨ªas en el casco urbano de Madrid est¨¢n constituidas fundamentalmente por un piso de donde el ni?o no puede salir; son un n¨²cleo donde el ni?o se encuentra oprimido.
Por otra parte, ?el ama de casa debe llevar a cabo las tareas de suplantaci¨®n del padre en el trabajo educacional del hijo, m¨¢s las suyas propias, lo que supone una despersonalizaci¨®n de s¨ª misma que provoca un agotamiento f¨ªsico y ps¨ªquico que se ha venido en llamar el s¨ªndrome del ama de casa, de profesi¨®n sus labores, consecuencia enajenante de esta forma de plantearse la vida que el sistema de la macrociudad impone sin vacilaci¨®n?.
El n¨²mero de mujeres casadas que se encuentra en esta situaci¨®n supera la cifra de 750.000 personas y, seg¨²n los equipos de higiene mental, ?son las que m¨¢s asiduamente acuden a sus consultas dianas con gran cantidad de dolores difusos, producto especialmente de la angustia y la ansiedad que obtienen diariamente del sistema de la gran ciudad, mientras es extra?o el caso en que un padre de familia acuda a las consultas de los m¨¦dicos?.
Pero tanto el ama de casa como el anciano tienen las m¨ªnimas posibilidades correctoras de estos desajustes, -que sostienen, especialmente este ¨²ltimo, que la sociedad margina despiadadamente. El anciano no tiene lugares de esparcimiento y ¨²nicamente puede ser encerrado en los centros que para ellos est¨¢n abiertos y que no consiguen m¨¢s que acelerar la falta de motivaciones por disfrutar de un esparcimiento.
Aumento del alcoholismo y del consumo de drogas
Una de las m¨¢s espectaculares consecuencias de la presi¨®n y la angustia que produce la macrociudad, demostrado por las estad¨ªsticas, es el considerable aumento del alcoholismo y las drogas, especialmente los psicotr¨®picos (l¨¦ase EL PA?S del 6 y 7 de febrero).
?Estos psicof¨¢rmacos, como tambi¨¦n se les denomina, est¨¢n integrados en las sociedades industriales, y es notorio su consumo en las grandes ciudades, ya que la gran ciudad no s¨®lo genera la ansiedad, sino que tambi¨¦n la sociedad de consumo genera los consuelos a estas frustraciones?.
Como y a se ha dicho en algunas ocasiones, el consumo de drogas duras, tales como la coca¨ªna y la hero¨ªna, ha aumentado considerablemente en los tres ¨²ltimos a?os, y esto es consecuencia de que el habitante de Madrid necesite un consuelo y un estimulante que la sociedad le proporciona, como es la droga y como es el alarmante consumo de los psicotr¨®picos
?El adolescente y una gran mayor¨ªa de hombres de edad buscan la evasi¨®n a sus problemas y a su angustia en el alcohol y en la droga, puesto que es lo ¨²nico que el sistema les ofrece. Es la b¨²squeda de la evasi¨®n, y las cifras no mienten?.
El aumento de la delincuencia ha alcanzado cotas inauditas. Casi un 40% por los adictos a las drogas tienen relaci¨®n con la comisi¨®n de delitos y un 50% de la delincuencia se debe al gran ¨ªndice de paro observado durante este a?o en. Madrid (cerca de 200.000 personas). Comprobado est¨¢ que en los barrios donde existe un mayor porcentaje de parados hay un mayor n¨²mero de delitos.
Consecuencia: el madrile?o, adem¨¢s, tiene miedo y llena sus casas de candados, trancas y llaves. Las casas se cierran con impresionantes muros, el ciudadano trata de adquirir armas y sofisticados procedimientos de alarma.
Es la angustia y la inseguridad de la gran ciudad.
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