La econom¨ªa "golfa" florece por falta de un programa gubernamental para salir de la crisis
Dicen los expertos que no hay en el mundo guardias suficientes para detener e incomunicar, siquiera sea temporalmente, a la mano invisible del mercado, ni parlamentos ni dictadores capaces de derogar las leyes de la oferta y la demanda. Por ello, el mercado siempre funciona, y, a la larga, lo que no se va en l¨¢grimas se va en suspiros. Y as¨ª florece por doquier el mercado negro de trabajadores colocados en el paro que hacen chapuzas o pluriempleo a bajo precio, o las producciones y ventas clandestinas de empresarios desleales.
Las rigideces impuestas al mercado y el alarmante nivel de paro aceleran el desarrollo del modelo italiano de econom¨ªa sumergida o golfa (EL PAIS, 15-III-1981). Para los especialistas es imposible combatir el florecimiento de esta v¨¢lvula de escape ilegal sin ofrecer previamente alternativas de empleo y de rentabilidad. Y estas alternativas no las puede ofrecer un Gobierno que carece de pol¨ªtica econ¨®mica.La generalizada costumbre de la manga ancha o de la vista gorda de los inspectores de Trabajo, de la Seguridad Social, de Hacienda, de Aduanas o de los alguaciles municipales est¨¢ justificada en estos momentos por la mala situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Si todos ellos cumplieran, hoy d¨ªa, celosamente con su misi¨®n, seg¨²n soci¨®logos y economistas consultados, se producir¨ªa un violento e imparable revent¨®n social. Una cifra de parados estad¨ªsticos de 1,6 millones (cerca de dos millones de parados reales, contando a los desanimados no contabilizados como poblaci¨®n activa) no podr¨ªa soportarse socialmente sin estos colchones subterr¨¢neos que, aunque ?legales, mitigan, sin duda, la desesperaci¨®n social en un pa¨ªs donde no existe programa alguno de lucha contra la pobreza.
Por su natural clandestinidad es muy dif¨ªcil cuantificar el n¨²mero de empresas piratas que no declaran a sus trabajadores, contratados a bajo sueldo a cambio de mantener el cobro del seguro de desempleo, los grupos de trabajadores por cuenta propia dedicados a chapuzas de cierta envergadura, que subcontratan a precios dumping, los fabricantes de calzado y vestido que tienen a sus trabajadores repartidos en sus hogares haciendo sus labores para un mercado incontrolado y sin normalizar, o los repartidores de mercanc¨ªas, viajantes espont¨¢neos, vendedores ambulantes o puerta a puerta.
Economia de pillo a pillo
Las bases sobre las que se desarrolla esta econom¨ªa golfa son aceptadas por el empresario y el trabajador, de modo que, siendo ambos igualmente pillos, no pueden denunciarse nunca. No hay impuestos, ni seguridad social, ni contrato laboral. El despido es completamente libre, sin indemnizaciones ni magistraturas. El trabajador que acepta el empleo pirata no puede protestar porque estuvo compinchado ilegalmente con el patr¨®n.Esta situaci¨®n se presta, adem¨¢s, a multitud de abusos y a coartar las reivindicaciones de la plantilla legal y escapa al control y amparo de los sindicatos. Numerosos empresarios han manifestado a EL PAIS que son los propios sindicatos, con sus posturas r¨ªgidas en torno al mantenimiento de las plantillas, al mismo tiempo que piden aumentos sustanciales de salarlos en plena crisis, los que favorecen la subcontrataci¨®n de obreros bajo cuerda.
En esta situaci¨®n grave y enormemente fluida no puede abordarse la salida de la crisis sin una pol¨ªtica econ¨®mica global. Seg¨²n los medios empresariales y financieros consultados por este peri¨®dico, la reuni¨®n del presidente del Gobierno con empresarios y sindicatos, celebrada anteayer en la Moncloa, las bilaterales que se han proyectado para elaborar unas propuestas de lucha contra el paro en el futuro inmediato, ser¨¢n papel mojado si no se encuadran en un programa completo coherente de pol¨ªtica econ¨®mica, que hoy por hoy no existe.
Las sugerencias recogidas por EL PAIS,en medios econ¨®micos solventes apuntan a la necesidad de constituir un grupo de trabajo con los m¨¢ximos expertos espa?oles en cada cap¨ªtulo de pol¨ªtica econ¨®mica capaz de articular t¨¦cnicamente un programa de acci¨®n urgente a corto plazo.
El largo plazo implica opciones ideol¨®gicas, modelo de sociedad, etc¨¦tera, que dificultan el eventual acuerdo entre las fuerzas pol¨ªticas. La ideolog¨ªa predomina en el largo plazo sobre la pura t¨¦cnica, pero en el cort¨ªsimo plazo las alternativas reales de pol¨ªtica econ¨®mica son menores, se aproximan, y sus l¨ªmites quedan bastante desdibujados, ya que los recursos reales y la urgencia dominan sobre la ideolog¨ªa.
Este plan de urgencia, elaborado por la supuesta comisi¨®n de sabios y concertado o negociado con las fuerzas sociales y/o pol¨ªticas, contendr¨ªa claramente definidos los objetivos y los instrumentos, de modo que cada grupo supiera cu¨¢les son los costes y los beneficios que se reparten entre todos para que el pa¨ªs comience a andar.
Estos mismos medios empresariales tienen grandes reticencias ante una eventual repetici¨®n de los viejos pactos de la Moncloa cuyo fracaso -seg¨²n ellos- estaba garantizado de antemano, ya que basaban la creaci¨®n de empleo en la inversi¨®n privada y no utiliz¨® en ning¨²n momento, en un largu¨ªsimo texto, ni la palabra beneficio ni la palabra rentabilidad. Por ello consideran que es ir directamente al fracaso el iniciar negociaciones sobre bases ideol¨®gicas distintas sin que el Gobierno tenga para ofrecer un papel concreto y coherente de pol¨ªtica econ¨®mica global. Negociar planes aislados de lucha contra el paro se califica en estos medios como chapuza.
En todos los c¨ªrculos consultados hay unanimidad en que el objetivo prioritario de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno debe ser la lucha contra el paro. Coinciden igualmente en que la ¨²nica forma seria de mitigar el drama del paro es mediante una pol¨ªtica econ¨®mica generadora de empleo. El matiz que destacan los especialistas como muy iniportante es Precisamente la necesidad de cambiar el foco sobre el paro por el foco sobre el empleo En este sentido, el objetivo b¨¢sico se dirigir¨ªa hacia la contenci¨®n de la paulatina p¨¦rdida de puestos de trabajo y, a la vez, a la creaci¨®n de nuevos empleos.
El ¨ªndice de participaci¨®n de la poblaci¨®n activa espa?ola sobre la total ha descendido sensiblemente desde 1974 (42,7%) a 1980 (33,8%). La desviaci¨®n de poblaci¨®n activa, no contabilizada como tal y que deber¨ªa estarlo, ha sido superior a los tres millones de personas en el per¨ªodo 1974-1980. Esta p¨¦rdida continua de poblaci¨®n activa en Espa?a contrasta con el comportamiento de los pa¨ªses europeos vecinos cuya media de poblaci¨®n activa crece lentamente hacia el 47% de la poblaci¨®n total.
Al crearse nuevos puestos de trabajo en Espa?a es posible que aumenten las cifras estad¨ªsticas de parados, pero disminuir¨¢ la cifra real, y esto es lo que obliga a ir hacia pol¨ªticas de empleo en vez de hacia pol¨ªticas de paro.
Nuestras importaciones crean empleo fuera
Una vez definido el objetivo de generar empleo y frenar la p¨¦rdida de puestos de trabajo, parece urgente la clarificaci¨®n d¨¦ los instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica que se van a emplear y de los caminos por los que se trata de llegar al objetivo se?alado.Las sugerencias recogidas en torno a una pol¨ªtica de empleo apuntan, en primer lugar, hacia el comportamiento del sector exterior, que est¨¢ reduciendo empleo en Espa?a y gener¨¢ndolo en el extranjero. El fuerte incremento de las importaciones en 1980 (19% en d¨®lares y, aproximadamente, el 7% en volumen, sin contar petr¨®leo) no parece justificable en una econom¨ªa casi estancada como la nuestra, ya que gran parte de esas importaciones lo son de bienes de consumo en mayor medida que de capital. Las exportaciones, que apenas crecen en volumen, constituyen una cifra muy peque?a con respecto al tama?o y nivel de desarrollo de Espa?a. Por tanto, corregir la competitividad exterior e interior de nuestra econom¨ªa es la pieza clave del salvamento.
Todos coinciden en afirmar que no podemos permitirnos el lujo de perder cuota de mercado exterior como pr¨¢cticamente ha ocurrido en 1980. A corto plazo, se apunta la mejora de la productividad y una mayor liberalizaci¨®n de la pol¨ªtica sobre el tipo de cambio, actuando combinadamente para ganar tiempo y mercado inmediatamente hasta que surtan efecto otras medidas m¨¢s lentas de tipo estructural.
Algunos empresarios aseguran que contratar¨ªan en el acto a 120 obreros si pudieran despedir a cien. Otros piden a gritos la posibilidad de sustituir al 20% de su plantilla con igual n¨²mero de trabajadores, de modo que no decaiga el nivel de empleo, y como v¨ªa r¨¢pida para incrementar la productividad. ?El d¨ªa en que los trabajadores sepan que si no trabajan pueden ser despedidos y sustituidos autom¨¢ticamente por otros que est¨¢n en paro, ese d¨ªa habremos ganado la batalla de la productividad?, nos ha declarado uno de ellos, que no se atreve a pedir el despido libre.
El fomento de la demanda interior, v¨ªa exportaciones y sustituci¨®n de importaciones, la liberalizaci¨®n de precios para poder repercutir en ellos los incrementos de costes, la reducci¨®n de las cargas laborales impuestas por la Seguridad Social (mediante la implantaci¨®n inmediata de? impuesto sobre el valor a?adido), dar mayor capacidad de autofinanciaci¨®n a las empresas, establecer ciertos topes ,salariales mientras existan topes a la flexibilidad de plantillas, entre otras medidas, repercutir¨ªan directamente sobre las expectativas de rentabilidad, ¨²nica v¨ªa para que los empresarios inviertan a todo correr, y creen puestos de trabajo, despu¨¦s de pagar las deudas con la primera recuperaci¨®n de los beneficios. Lo dem¨¢s -insisten dichos medios empresariales- son parches para una econom¨ªa que precisa cirug¨ªa de urgencia.
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