Desear¨ªa

hacer unos breves comentarios a la carta del capit¨¢n M. R. Qui?ones.El per¨ªodo de instrucci¨®n que yo he recibido -y de la misma manera el de los soldados que conozco no incluye explicaci¨®n ni estudio de las reales ordenanzas. Por consiguiente, una parte de la tropa, si no toda, desconoce el contenido del art¨ªculo 34.

En mi opini¨®n, la informaci¨®n que se da a los reclutas en los CIR sobre leyes penales militares y delitos de sedici¨®n, rebeli¨®n, deserci¨®n o desobediencia, est¨¢n orientadas desde la perspectiva de dejar en claro las eventuales responsabilidades y obligaciones del futuro soldado, y en ning¨²n caso haci¨¦ndole saber lo que ?no tiene obligaci¨®n de hacer o aquello sobre lo que no se le han de exigir responsabilidades?.

No parece que aclare mucho la duda del soldado la repetici¨®n textual del art¨ªculo 34 de las Reales Ordenanzas. En lugar de intentar dejar zanjado el problema de este modo, el capit¨¢n Qui?ones podr¨ªa explicar ?cu¨¢l es la interpretaci¨®n correcta del segundo p¨¢rrafo del citado art¨ªculo, cuando advierte que ?en todo caso, asumir¨¢ la grave responsabilidad de su acci¨®n u omisi¨®n?, ya que la primera parte la entiende cualquiera.

Por ¨²ltimo, deseo poder creer que en la unidad en la, que presta servicio el capit¨¢n Qui?ones, el talante de los mandos y su actitud abierta y dialogante hacia la tropa -desde el inmediato superior hasta el m¨¢ximo jefe- permitan a los, soldados solventar sus dudas a trav¨¦s del conducto reglamentario, sin temor de correcciones o discriminaciones de ninguna clase./