Polonia, entre el drama y la tragedia
LA REPRESION del movimiento de liberaci¨®n en Checoslovaquia en 1968 se resolvi¨® con un drama profundo; la que podr¨ªa producirse en Polonia tendr¨ªa, probablemente, el car¨¢cter de una tragedia. La poblaci¨®n polaca, que tiene una tradici¨®n viej¨ªsima de resistencia y lucha, ha ido afirm¨¢ndose, asegur¨¢ndose en s¨ª misma durante el a?o largo de su crisis -desde la primera huelga de febrero de 1980- y recibiendo los suficientes est¨ªmulos como para creer en la posibilidad de un triunfo. Los objetivos de ese triunfo se han ido colocando cada vez m¨¢s lejos; desde lo que en un principio parec¨ªa una simple modificaci¨®n y suavizaci¨®n del r¨¦gimen hasta lo que ya significa claramente un repudio de ese r¨¦gimen y, desde luego, de la hegemon¨ªa sovi¨¦tica sobre el pa¨ªs: una hegemon¨ªa que representa, al mismo tiempo, la imposici¨®n de un r¨¦gimen no deseado y la imagen del enemigo ruso como invasor de todos los tiempos. La poblaci¨®n polaca re¨²ne en estos momentos todas las condiciones caracter¨ªsticas para una sublevaci¨®n popular: la necesidad acuciante -no hay v¨ªveres, no hay dinero-, la injusticia en el reparto de la pobreza -caracterizada por una clase dominante y una clase oprimida-, la necesidad de libertad, el nacionalismo contra un enemigo exterior y una religi¨®n como gu¨ªa moral y material. Se puede a?adir la noci¨®n de lo posible -la creencia de que continuando la acci¨®n puede cambiarse el r¨¦gimen y la opresi¨®n extranjera- y la noci¨®n del propio hero¨ªsmo, estimulada simult¨¢neamente por la Iglesia y por las noticias y opiniones que llegan de Occidente.Puede suponerse lo que contiene, todav¨ªa, esa situaci¨®n, es la noci¨®n de la tragedia misma; puede, en efecto, producirse una cat¨¢strofe colectiva de gran envergadura, ante cuya imagen es l¨ªcito dudar. Pero si el chispazo se produjera, si las maniobras Soyuz que se desarrollan en suelo polaco -y que se han prorrogado m¨¢s all¨¢ de lo previsto se convirtieran en una forma de invasi¨®n, podr¨ªa producirse la reacci¨®n popular. Hay noticias de que en numerosos puntos del pa¨ªs -en granjas, en pueblos- hay armas escondidas; se dice que las minas y los astilleros est¨¢n minados y que podr¨ªan volar en el momento en que los sovi¨¦ticos se aproximaran, o con ellos dentro.
Todo esto es, naturalmente, un presupuesto, una hip¨®tesis, un escenario fabricado con an¨¢lisis de informes y declaraciones y con conjeturas. Pero resulta lo suficientemente veros¨ªmil como para que Mosc¨² lo considere. Lo que arriesgar¨ªa la URSS con una ocupaci¨®n ser¨ªa mucho y enormemente grave: desde esa situaci¨®n interior polaca a la extensi¨®n a otros pa¨ªses de su propio bloque, e incluso a un crecimiento de las disidencias interiores en la URSS -sobre todo por parte de los que en la c¨²spide del poder advierten todas las consecuencias de la intervenci¨®n. M¨¢s la respuesta de Occidente. Es dif¨ªcil saber hasta d¨®nde llegar¨ªa. Probablemente, no hasta las medidas militares anunciadas por Washington como posibles; pero, en el mejor de los casos, conducir¨ªa a la URSS a un aislamiento mayor, a una tempestad universal de repudio y rechazo. Es evidente que si la URSS no ha intervenido ya en Polonia, como antes lo hiciera en Checoslovaquia y en Hungr¨ªa, es porque las circunstancias internas -en el bloque- y las externas son distintas, y la relaci¨®n de fuerzas ha variado.
Algunos, c¨ªrculos sovi¨¦ticos se plantean sin embargo el tema como dilema entre dos males graves: si invadir puede ser catastr¨®fico -dicen-, no invadir puede serlo, tambi¨¦n; podr¨ªa ser el final de su imperio en Europa y alcanzar, a la larga, a su propio r¨¦gimen. Es un problema -seg¨²n esta visi¨®n- de elegir entre un mal mayor y un mal menor, pero sin saber por el momento cu¨¢l es el mayor y cu¨¢l el menor. Cuando estas circunstancias se presentan, se trata siempre de buscar como soluci¨®n el aplazamiento, la suspensi¨®n de las circunstancias. Por esa raz¨®n, la textura pol¨ªtica del mundo est¨¢ repleta de conflictos mal saldados, algunos de car¨¢cter hist¨®rico, lo cual conduce a la perpetuaci¨®n del malestar.
Todos los sucesos de los ¨²ltimos d¨ªas, parecen tener ese sentido: aplazar todo aquello que haga que la violencia o los hechos definitivos sean irreversibles. Ese es el significado final del acuerdo entre Solidaridad y el Gobierno polaco para desconvocar -ayer- la huelga general. La ¨²nica pregunta a hacerse es: ?hasta cu¨¢ndo esta situaci¨®n? ?Hasta d¨®nde la tensi¨®n podr¨¢ ser embalsada sin que se desborde?
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