Los catorce golpes de Tailandia
TAILANDIA ES probablemente el pa¨ªs que ha promulgado mayor n¨²mero de constituciones en menos tiempo, doce, desde que fue abolida la monarqu¨ªa absoluta. Cada Constituci¨®n ha sido precedida y seguida por un golpe de Estado militar. El que acaba de perpetrarse es el n¨²mero catorce de esta historia contempor¨¢nea, y declara sus pendida la Constituci¨®n de 1978, con la que, una vez m¨¢s, se intentaba un adelanto del proceso democr¨¢tico, siempre desmoronado, y anula las elecciones del 22 de abril de 1979. Es de advertir que, en ning¨²n momento, y bajo ninguna Constituci¨®n, han perdido nunca el control los militares: aparte de puestos clave en el Gabinete -presidente del Gobierno un general-, existe un Consejo Pol¨ªtico Nacional formado por militares, que esboza la pol¨ªtica general, asesora al rey y aconseja al Gobierno; el Senado -de designaci¨®n directa- tiene 194 militares y 34 civiles, y por si ello no fuera suficiente, la ley marcial domina el pa¨ªs casi permanentemente. Este dominio no ha evitado los grandes males del pa¨ªs. Uno es hist¨®rico: la corrupci¨®n, institucionalizada desde la ¨¦poca del absolutismo, en el viejo reino de Siam, hasta el punto de parecer algo normal, y heredada por los nuevos rectores del pa¨ªs. Otro es geogr¨¢fico: su situaci¨®n en el sureste asi¨¢tico, en plena efervescencia de las revoluciones y contrarrevoluciones y de los conflictos Vietnam-Camboya-Laos. Tailandia es fundamentalmente anticomunista. No puso obst¨¢culos a servir de base para los aviones (y probablemente los soldados) de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y ha prestado ayuda a todos los grupos y sistemas anticomunistas de la zona, lo cual no ha impedido la formaci¨®n de guerrillas tailandesas. El anticomunismo ha llevado a veces al pa¨ªs al extremo contrario: a formas de nazismo -como en la ¨¦poca del mariscal Sarit Th¨¢narat-, inspiradas sobre todo por el antiguo militarismo nip¨®n. Muchas de estas doctrinas permanecen todav¨ªa en el Ej¨¦rcito.
Los breves intervalos democr¨¢ticos -siempre en mera fase de intento o de ?transici¨®n?- obedecen sobre todo a la teor¨ªa de que es m¨¢s f¨¢cil o m¨¢s posible evitar una revoluci¨®n, y la irmndaci¨®n comunista, permitiendo libertad y permeabilizaci¨®n de ideas y clases sociales, la creaci¨®n de v¨¢lvulas de escape -parlamento, Prensa- para dar salida a las tensiones del pa¨ªs; no se ha sabido nunca si pod¨ªan dar resultado porque, a medio camino, el miedo militar a la libertad -de los otros- las ha interrumpido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.