La ¨²ltima oportunidad
LEOPOLDO CALVO Sotelo, cinco semanas despu¨¦s de su investidura como presidente del Gobierno y del fracaso del golpe de Estado, se ha entrevistado con Felipe Gonz¨¢lez para sentar las posibles bases de una eventual pol¨ªtica de concertaci¨®n. Rechazada la oferta del PSOE de un Gobierno de coalici¨®n, se dibuja as¨ª la perspectiva de unos nuevos pactos de la Moncloa que, aunque con distinto nombre, desempe?ar¨ªan una funci¨®n similar: establecer un acuerdo de paz pol¨ªtica entre el Gobierno y la oposici¨®n, negociar un grupo de leyes y de pactos econ¨®micos y sociales y realizar una distribuci¨®n de trabajo seg¨²n la cual el Gabinete monocolor se reservar¨ªa en exclusiva el poder ejecutivo y la Administraci¨®n central y la oposici¨®n se limitar¨ªa a contemplar desde el Parlamento -y ahora desde la Administraci¨®n local y algunos Gobiernos aut¨®nomos- la forma en que UCD cumple o incumple, parcial o totalmente, los compromisos firmados. Sin ¨¢nimo de desencadenar una guerra de palabras, la verdad es que la concertaci¨®n no es sino un sin¨®nimo o una variante del consenso devaluada por el des¨¢nimo que cunde en las filas de la oposici¨®n y por la arrogancia que se percibe en algunos sectores del centrismo. En cualquier caso, parece evidente que el PSOE es convocado a participar como socio industrial y minoritario en una empresa cuyo control, gesti¨®n, manejo y beneficios retiene en exclusiva el Gobierno monocolor de UCD.Por lo dem¨¢s, las cinco semanas transcurridas desde la investidura de Calvo Sotelo han presenciado una febril actividad del poder ejecutivo a la hora de marcar las directrices -algunas dif¨ªcilmente reversibles- en cuestiones tan importantes como la llamada armonizaci¨®n de las autonom¨ªas, la reglamentaci¨®n coercitiva del uso oficial de algunos t¨¦rminos jur¨ªdico-pol¨ªticos -naci¨®n, nacional, nacionalidad- irremediablemente ambiguos, la entrada de unidades de las Fuerzas Armadas en el Pa¨ªs Vasco para colaborar con la Guardia Civil y la Polic¨ªa Nacional en tareas de orden p¨²blico, el endurecimiento de las penas y la ampliaci¨®n de las responsabilidades criminales en delitos de rebeli¨®n militar y terrorismo, la cancelaci¨®n de la publicidad de las listas de contribuyentes y -last but not least- el dr¨¢stico descenso de los techos de libertad de expresi¨®n. No deja, as¨ª pues, de ser sorprendente que el l¨ªder de la oposici¨®n sea invitado a la fiesta de la concertaci¨®n casi al humo de las velas y cuando han sido ya adoptadas decisiones de notable importancia en campos igualmente importantes. Las admoniciones que los padres autoritarios dirigen a sus hijos inapetentes cuando llega a la mesa una fuente de lentejas -?si quieres, las comes, y si no, las dejas?- no deber¨ªan, en cualquier caso, servir de pauta al presidente del Gobierno para sus tratos con la oposici¨®n. En un sisterna pluralista, la existencia de una alternativa pol¨ªtica es un bien que todos debieran cuidar. Y en estos momentos se corre el serio riesgo de que el PSOE deje de desempe?ar tal papel para convertirse en un ap¨¦ndice del Gobierno, condenado a compartir todos los males de la impopularidad de los programas legislativos y de la gesti¨®n p¨²blica, pero sin poder participar en las responsabilidades del Estado.
De las informaciones disponibles se desprende que el primer tema de concertaci¨®n ser¨¢ el encauza miento de las autonom¨ªas y que s¨®lo despu¨¦s les llegar¨ªa el turno al terrorismo y a la pol¨ªtica econ¨®mica, esta ¨²ltima concretada en la lucha contra el paro, la cobertura del seguro de desempleo, la moderaci¨®n salarial, las inversiones del sector p¨²blico y la reconversi¨®n de los sectores en crisis. En lo que a las cuestiones auton¨®micas se refiere, parece evidente que esta puede ser la ¨²ltima oportunidad que UCD y PSOE tienen de enmendar sus errores del pasado y de plantear en sus correctos t¨¦rminos, sin buscar ventajismos electorales y sin azuzar agravios comparativos, los problemas y las soluciones de un conflicto gangrenado por las ambiciones y las irresponsabilidades de unos y otros.
Al salir de su entrevista con Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe Gonz¨¢lez se ha referido a la b¨²squeda de un m¨¦todo para resolver eI embrollo auton¨®mico y a la conveniencia de formar una comisi¨®n de expertos que dictamine sobre la enfermedad y sus remedios. No creemos, sinceramente, que las cuestiones de procedimiento o las aportaciones de la t¨¦cnica jur¨ªdica encierren las claves del problema. Es cierto que el menosprecio de los pol¨ªticos hacia los expertos, o el intento de aqu¨¦llos de hacerse pasar por ¨¦stos, tiene la culpa de que buena parte de las normas fundamentales de nuestro sistema democr¨¢tico sean deficientes t¨¦cnicamente y lamentables estil¨ªsticamente. No en vano la Constituci¨®n fue el fruto de las negociaciones entre un ingeniero agr¨®nomo y un director de teatro aficionado. Pero ser¨ªa un error sim¨¦trico encomendar ahora a los expertos, como si la cosa p¨²blica fuera equiparable a la f¨ªsica nuclear, la tarea de decidir el contenido pol¨ªtico de unas soluciones en vez de pedirles simplemente su opini¨®n sobre la forma jur¨ªdica m¨¢s correcta de instrumentarlas.
La distinci¨®n en el art¨ªculo 2? de la Constituci¨®n entre las nacionalidades y las regiones no fue una decisi¨®n caprichosa, sino que expres¨® las diferencias hist¨®ricas, ling¨¹¨ªsticas y culturales entre Catalu?a, el Pa¨ªs Vasco y Galicia y el resto del pa¨ªs. La nefasta teor¨ªa de la tabla de los quesos de Manuel Clavero, primero, y la no menos nefasta consigna de caf¨¦ para todos de P¨¦rez-Llorca y Mart¨ªn Villa, despu¨¦s, contribuyeron decisivamente al desbordamiento de los agravios comparativos y a la eventual utilizaci¨®n de las autonom¨ªas, maliciosa o est¨²pidamente presentadas como el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s para el subdesarrollo, como material explosivo para la rebusca de votos. El PSOE, por su parte, ha oscilado, a veces casi fren¨¦ticamente, entre el cultivo oportunista de los sentimientos nacionalistas y la no menos oportunista manipulaci¨®n de las emociones antinacior¨ªalistas, con el resultado de que, tanto en el Pa¨ªs Vasco como en Catalu?a, los socialistas han entrado en barrena. Tampoco el comportamiento del PSOE en Andaluc¨ªa y en Galicia puede enorgullecer a sus dirigentes, pues es evidente que, tanto en un caso como en otro, fueron motivos electoralistas y deseos de poner a UCD contra la pared los m¨®viles de buena parte de sus planteamientos.
En nuestra opini¨®n, la idea de diecisiete autonom¨ªas con id¨¦nticas competencias, instituciones y poderes es el mal sue?o de un arbitrista o de un administrativista con aficiones pol¨ªticas. ?De verdad alguien cree que las regiones espa?olas sin reivindicaciones culturales y ling¨¹¨ªsticas que satisfacer y sin problemas de identidad hist¨®rica que resolver necesitan Parlamento, Gobierno y Tribunal Supremo? ?De verdad se puede sostener que la polic¨ªa aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco debe repetirse cl¨®nicamente en el resto de las comunidades? Rodolfo Mart¨ªn Villa dice a todo el que le quiera o¨ªr que el desarrollo del Estado de las autonom¨ªas debe marchar en paralelo con una vigorizaci¨®n de las diputaciones provinciales. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢, entonces, en las comunidades aut¨®nomas uniprovinciales, como Asturias, Santander, Logro?o o Murcia? ?No ser¨¢ esa extensi¨®n y homogeneizaci¨®n de las diecisiete autonom¨ªas una forma de llevar hasta el absurdo el t¨ªtulo VIII, de recortar los estatutos de Sau y de Guernica y de regresar a una nueva forma de centralismo?
El primer paso para afrontar el delicado tema de las autonom¨ªas es que centristas y socialistas se digan y nos digan la verdad de lo que piensan sobre el tema, aunque en ese discurso del m¨¦todo tengan que reconocer sus pasados errores, ventajismos y triqui?uelas, incluidos los apoyos de UCD al pintoresco Alejandro Rojas Marcos y el rompimiento de la palabra dada por los socialistas en torno a la autonom¨ªa gallega y andaluza. Y el segundo paso no puede ser otro que el de incorporar, desde el principio, a las negociaciones a esos partidos interclasistas que, tanto en Catalu?a como en el Pa¨ªs Vasco, no s¨®lo poseen una identidad singular, alejada de la bipolarizaci¨®n UCD-PSOE en otras regiones, sino que, adem¨¢s, se hallan al frente de los Gobiernos de las dos ¨²nicas comunidades aut¨®nomas que, hasta el momento, existen en Espa?a.
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