La Espa?a profunda
Giscard habla en su campa?a electoral de ?la Francia profunda?, con ese instinto literario que en aquel pa¨ªs tienen hasta los pol¨ªticos, que ya es tener y decir. Aqu¨ª, los buzones de Correos discriminan lac¨®nicamente entre ?Madrid? y ?Provincias?.Para quienes nos hemos pasado la vida en provincias, para quienes Madrid no es sino el poblach¨®n manchego cruzado de manhattanismos franquistas, Madrid tambi¨¦n es Espa?a profunda. Entre otras cosas, porque de la Espa?a profunda le llegan a uno transferencias bancarias, por colaboraciones, y llamadas telef¨®nicas para conferencias, actos, cosas. Uno tendr¨ªa que devolverse a s¨ª mismo a la Espa?a profunda, que es la que hoy ignoramos todos, pendientes de ?la guerra del Norte?, y la que ignoran, por supuesto, las tres Mar¨ªas episcobispales, suponiendo que s¨®lo en sus tres provincias -riqu¨ªsimas- falta lo que precisamente no ha habido nunca en el resto de Espa?a. Ni la Espa?a negra de Regoyos y Solana, ni la Espa?a clara de Azor¨ªn. Sencillamente, la Espa?a. profunda, que, provinciana o confederada, est¨¢ sufriendo el olvido y la postergaci¨®n por culpa de otras Espa?as con m¨¢s capacidad de protesta o de gresca, de cirio o mogoll¨®n. La Espa?a profunda, que llama todos los d¨ªas con voz de muchacha que quiere venirse a hacer periodismo o de poeta in¨¦dito que ha hecho en sus versos lo que don Antonio Machado, s¨®lo que peor: la metaf¨ªsica del aburrimiento o el aburrimiento como metaf¨ªsica. Por la Espa?a profunda de Machado cruza el Duero cantado por Luis Rosales a su paso por Tordesillas, amenazado por don Cierva a su paso por Soria (hasta que Nines de la Serna ha ganado el pleiteo).
Creo en la Espa?a profunda, vivo su tir¨®n, yo que no voy a hacer ninguna campa?a electoral, mando un art¨ªculo a Marcos Oteruelo, del Diario de Le¨®n, porque Le¨®n es para m¨ª un nudo crucial de la Espa?a profunda. Me escribe largamente Francisco Rico, tan sabio en nuestra literatura medieval, y de sus textos vemos nacer la Espa?a profunda y plural, la vieja Espa?a de las tres religiones, decapitadas en una sola por episcobispales que le sostuvieron el palio a Franco durante los 40/40, mientras Dios llov¨ªa contra ¨¦l, y ahora hablan en nombre de la libertad, la democracia y la paz.
La Espa?a profunda est¨¢ tanto en mi huerto con ciruelo salvaje (un guerrero con casco y sin espada), como en la Andaluc¨ªa que Escuredo metaforiza, alz¨¢ndose contra la papela episcobispal y trinitaria de unos prelados que utilizan la raz¨®n, s¨ª, como herramienta, pero s¨®lo cuando les conviene. Ellos est¨¢n haciendo campa?a electoral con la Vasconia profunda, como Giscard con esa ?Francia profunda? en la que no cree, reinona como es, Pilatos que todos los d¨ªas se lava las manos, respecto del pa¨ªs vascofranc¨¦s, con diamantes de Bokassa. El Cirque Aligre, la Francia no profunda, sino exterior y achampanada, luce ahora su hoguera feliz en las noches de Madrid, y sabemos que es m¨¢s profunda la Francia superficial de la ecuy¨¦re y Ren¨¦ Clair, reci¨¦n muerto, que la ? Francia profunda?, s¨®lo una frase, de Giscard. Se publican en Espa?a las memorias de Mar¨ªa Casares, hija de Casares Quiroga, galogalaica venida de una familia que es Espa?a profunda. Esa Espa?a -provincial, federalista o cantonal- es la que est¨¢ poniendo en peligro el terrorismo del Norte y la que ignoran/olvidan en su pastoral pastue?a los obispos vascos o de ret¨¦n en aquella zona.
Lo que nos estamos jugando en eso que Su¨¢rez llamaba ?la guerra del Norte? es la Espa?a profunda (Norte inclu¨ªdo); una Espa?a a la que el hispanocatolicismo no ha dado profundidad, sino tenebrosidad. En las elecciones generales y municipales aflora una Y otra vez esa Espa?a profunda, socializante y -ay- laica en gran medida. Tampoco a Innocenti le fascina una Constituci¨®n aconfesional. Es cuando pla?en las tres Mar¨ªas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.