La Diputaci¨®n no quiere entender
El conflicto del Hospital Provincial ha adquirido una significaci¨®n de test sobre los derechos de los m¨¦dicos en los planos profesional y laboral. Conviene tomar conciencia de que este caso no puede ser considerado aisladamente; al menos no debe serlo s¨®lo como un conflicto interno, localizado entre un ente administrativo y sus funcionarios, sino que tiene car¨¢cter de exponente de una situaci¨®n general que concierne a todos los m¨¦dicos, a todos los organismos de la Administraci¨®n -tambi¨¦n al ministerio- con competencias sanitarias y a la opini¨®n p¨²blica.Este conflicto no se habr¨ªa producido si la opini¨®n del m¨¦dico en el orden profesional recibiera hoy una m¨ªnima atenci¨®n por parte de los administradores y gestores de la sanidad y la Seguridad Social. Desgraciadamente no es as¨ª, ni en el Hospital Provincial ni en ning¨²n otro. Para los mandarines de la sanidad espa?ola, el m¨¦dico -y el resto del personal sanitario, para qu¨¦ enga?arse- tiene la consideraci¨®n de mera utiller¨ªa, como un bistur¨ª o un fonendoscopio, cuyo papel consiste en mantener en dudoso pie los engranajes burocr¨¢ticos en que han terminado por convertirse la organizaci¨®n sanitaria y la Seguridad Social.
De aqu¨ª el gran error, tan pertinaz como la sequ¨ªa, en el que se ha empecinado nuestra Diputaci¨®n Provincial y que le impide hallar una salida racional al conflicto o negociarla con los m¨¦dicos o sus representantes. Los responsables pol¨ªticos del Hospital Provincial, acompa?ados y jaleados por alg¨²n medio de informaci¨®n, como EL PAIS (v¨¦ase su editorial del domingo d¨ªa 5), se han cegado, desde prejuicios hueros de un m¨ªnimo an¨¢lisis, con el maniqueo de que los m¨¦dicos pretenden exclusivamente ganar m¨¢s dinero y torpedear un r¨¦gimen serio de incompatibilidades; en suma, mantener privilegios de casta. Para responder a estas fabulaciones, basta una r¨¢pida lectura del programa electoral con que la junta directiva del Colegio Oficial de M¨¦dicos gan¨® las elecciones hace nueve meses; los p¨¢rrafos que demuestran nuestra clara voluntad de acabar con las incompatibilidades no se han redactado, pues, al hilo del conflicto, y nuestra secci¨®n de m¨¦dicos j¨®venes lleva muy adelantado un voluminoso informe al respecto. La Diputaci¨®n y EL PAIS prefieren opinar desde los prejuicios.
El problema real de este conflicto, que podr¨ªa haberse manifestado en cualquier otro centro hospitalario, es la frustraci¨®n de un profesional como el m¨¦dico, que se cree formado y preparado para aportar su opini¨®n en la definici¨®n del modelo de sanidad que conviene a Espa?a y para intervenir en la organizaci¨®n y gesti¨®n de la administraci¨®n sanitaria y que, sin embargo, se ha visto alejado progresiva y brutalmente de todas las esferas, no ya de decisi¨®n, sino de mera consulta. Tambi¨¦n el ministerio debe tomar nota de este fraude al m¨¦dico, a la sanidad y a la sociedad espa?ola.
La marginaci¨®n del m¨¦dico deriva del modelo de sanidad practicado en Espa?a. Nuestro gran hallazgo, merecedor de engrosar la galer¨ªa universal del disparate, fue socialnacionalizar a los m¨¦dicos y a los enfermos como v¨ªa r¨¢pida para crear un sistema de Seguridad Social. Socializar los medios era -y es- una operaci¨®n mucho m¨¢s cara en principio, pero incomparablemente m¨¢s seria, responsable y, rentable a la larga. Este modelo de INI aplicado a la SS se contagi¨® r¨¢pidamente al resto de las ¨¢reas sanitarias, fuera cual fuese la Administraci¨®n competente, central, provincial o local.
Es hora de que los responsables adviertan que a quien han marginado de toda participaci¨®n y de toda responsabilidad es precisamente al profesional sobre el que gira la asistencia sanitaria; al profesional sin el cual no existe la sanidad; al m¨¦dico. Sin arquitectos podr¨¢ haber casas, pero no arquitectura, y podr¨ªamos seguir, porque sin el profesional adecuado no hay profesi¨®n, en el sentido de lo que ha entenderse como tal, es decir, una actividad que se desarrolla desde un conocimiento espec¨ªfico y desde una experiencia cuyo propio ejercicio es investigaci¨®n pr¨¢ctica y genera nuevos conocimientos. En resumen, aqu¨ª se ha intentado hacer medicina, que no es firmar recetas ni sellar partes de altas y bajas, sin m¨¦dicos.
Hacer medicina es hacer sanidad, y para eso estamos los profesionales m¨¦dicos, con la capacidad necesaria y exigible para realizar la asistencia sanitaria que se presta y procurar la mejora de la calidad asistencial; profesionales que debemos reclamar una participaci¨®n decisiva en la gesti¨®n y organiza.ci¨®n de la sanidad y de la Seguridad Social de los centros de asistencia sanitaria; profesionales que s¨®lo en esas condiciones podemos comprometernos a asumir nuestra responsabilidad de m¨¦dicos. Lo que no vamos a consentir en adelante es la complicidad t¨¢cita con unos montajes burocr¨¢ticos que no sirven a la sociedad espa?ola, y de la que, en cambio, nos responsabilizan los enfermos porque somos el rostro identificable, la personificaci¨®n de una organizaci¨®n sanitaria ineficaz en la que no tenemos arte ni parte, porque sus administradores no nos lo permiten.
Guste o no guste, los m¨¦dicos somos nosotros y, por esa cualificaci¨®n, debemos participar en las decisiones sobre la pol¨ªtica sanitar¨ªa general y las pol¨ªticas sanitarias concretas. Debemos decirlo desde nuestras instituciones representativas, los colegios, porque no es este un problema individual de cada m¨¦dico ni de particulares sectores de nuestra profesi¨®n. Debemos tambi¨¦n criticarnos y arrepentirnos por no haber adoptado antes, y colectivamente, posturas claras y terminantes frente a un modelo sanitario que, en primer lugar, nos desacredita a los propios m¨¦dicos.
Por estas razones, como presidente del Colegio Oficial de M¨¦dicos de Madrid, creo que debemos contemplar con perspectiva el conflicto del Hospital Provincial, que es, a fin de cuentas, expresi¨®n de la marginaci¨®n radical y generalizada de todas las decisiones sobre sanidad, a todos los niveles y escalones, que hoy padece el m¨¦dico. En nuestro Hospital Provincial de Madrid, esta marginaci¨®n ha alcanzado cotas de desprecio a la dignidad a la que cualquier ser humano es acreedor.
Para evitar estas situaciones y, ante todo, el deterioro de la sanidad -que a¨²n no es irreversible-, el Colegio Oficial de M¨¦dicos de Madrid va a colaborar decididamente. En este orden, va a reivindicar, en primer lugar y de manera inmediata, la representaci¨®n independiente de los m¨¦dicos en todos los centros hospitalarios.
La huelga inevitable
La consideraci¨®n del problema en estos que son sus verdaderos t¨¦rminos, no me exime de exponer mi opinion sobre la segunda de las cuestiones planteadas al aire del conflicto del Hospital Provincial. Se han negado al colectivo m¨¦dico los m¨¢s elementales derechos que se reconocen a cualquier trabajador. Se le ha negado la posibilidad del di¨¢logo y la negociaci¨®n. Se ha burlado el director t¨¦cnico del Hospital, con excusas pueriles y por tres veces, de la mediaci¨®n de buena voluntad ofrecida por el Colegio para escuchar su version y buscarjuntos una salida digna para todos.
Cuando el colectivo m¨¦dico del Hospital Provincial inicia un procedimiento de presi¨®n leg¨ªtima, como la huelga, reconocido a cualquier otro grupo, en respuesta a la postura cerril de la Administraci¨®n, desde la Diputaci¨®n se comenta c¨ªnicamente que esa huelga ser¨¢ ilegal, porque no la solicita una mayor¨ªa de los empleados del centro, mayor¨ªa eternamente inalcanzable por los m¨¦dicos. Es esta la mejor raz¨®n que pod¨ªan darnos para que nos empe?emos en conseguir nuestra representaci¨®n espec¨ªfica, si no queremos vernos sepultados para siempre en el gueto de nuestra minor¨ªa.
Soy personalmente contrario a las huelgas de personal sanitario, porque perturban gravemente a terceros inocentes. Pero la opini¨®n comprender¨¢ ahora que se trata del bien de todos; porque los m¨¦dicos no podemos seguir pleg¨¢ndonos, impasibles ante el deterioro irresponsable de la asistencia sanitaria, a la ¨²nica raz¨®n esgrimida hasta ahora por la Diputaci¨®n, la de la fuerza de quien manda.
El doctor Javier Matos Aguilar es presidente del Colegio Oficial de M¨¦dicos de Madrid.
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