El fortalecimiento de Estados Unidos
El secretario de Estado norteamericano para Asuntos Exteriores, Alexander Haig, que acaba de efectuar una gira por Oriente Pr¨®ximo, en lo que constituye su primera misi¨®n de importancia en el extranjero, ha explicado su pol¨ªtica en esa zona a amigos y cr¨ªticos, rechazando firmemente, en primer lugar, que haya deca¨ªdo el inter¨¦s y la decisi¨®n de Estados Unidos por conseguir avances en el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª.Nada m¨¢s lejos de la verdad, afirma Haig. Su declarada intenci¨®n de prestar mayor atenci¨®n a los intereses de seguridad de Estados Unidos y de dar prioridad a la consecuci¨®n de un consenso estrat¨¦gico con objeto de contrarrestar la influencia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en una franja que se extiende desde Pakist¨¢n a Egipto, no significa un abandono de las esperanzas de alcanzar un avance en la cuesti¨®n ¨¢rabe-israel¨ª (incluyendo el tema palestino) mediante negociaciones. Las dos cuestiones est¨¢n ¨ªntimamente relacionadas: ?Un avance en una de ellas supone un avance en la otra?.
El secretario de Estado norteamericano cree firmemente que la inseguridad de los pa¨ªses de la zona es un obst¨¢culo para la paz. Si unos Estados Unidos m¨¢s fuertes consiguen hacer m¨¢s seguros estos pa¨ªses, ello facilitar¨¢, asimismo, el logro de la paz. ?Estados Unidos no sigue una t¨¢ctica de evasivas?.
Sin embargo, algunos cr¨ªticos no se lo creen enteramente. Se sabe que Haig no ha tenido en cuenta, por el momento, las fuertes sugerencias del Gobierno israel¨ª, que de'aban insinuar que Begu¨ªn, que se tiene que enfrentar pronto a unas dificil¨ªsimas elecciones, estar¨ªa m¨¢s dispuesto que hasta ahora a hacer ciertas concesiones sustanciales, a fin de conseguir un avance que le permitir¨ªa segu¨ªrse presentando como ?el hombre de la paz?. Puede que la nueva Administraci¨®n no quisiera dar la impresi¨®n de favorecer al primer ministro Beguin a costa de la oposici¨®n laborista, probables ganadores de las pr¨®ximas elecciones.
Sin embargo. no hay raz¨®n alguna para dudar de la sinceridad de la opini¨®n de Haig de que unos Estados Unidos m¨¢s fuertes, m¨¢s visibles y de mayor confianza pueden constituir un mejor agente de paz.
La nueva Administraci¨®n no niega que la ?inestabilidad del Tercer Mundo? tiene sus ra¨ªces en las condiciones locales; pero est¨¢ convencida de que la aparente ca¨ªda del poder norteamericano y el surgimiento de una Uni¨®n Sovi¨¦tica m¨¢s fuerte ha inyectado un elemento m¨¢s de inestabilidad en todos los conflictos del Tercer Mundo, especialmente en Oriente Pr¨®ximo. Unicamente si se cambia esta tendencia podr¨¢ Estados Unidos convertirse de nuevo en un mediador influyente y convincente, tanto en Oriente Pr¨®ximo como en otras zonas.
De aqu¨ª la prioridad dada a los problemas de seguridad, es un doorr¨ªa de fe de todos los hombres del presidente, desde los hombres de hierro de Reagan instalados en la Casa Blanca, hasta los viejos selluidores de Nixon en los departamentos de Asuntos Exteriores, Haig. y de Defensa, Weir¨ªberger.
Todos ellos est¨¢n convencidos de que ¨²nicamente atacando todos sus problemas, en cualquier parte del mundo, desde El Salvador a Oriente Pr¨®ximo, haci¨¦ndole frente de manera decidida y abierta a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, puede Estados Unidos conseguir ?volver a contar en el negocio?: el negocio consiste en devolver la estabilidad y el orden al mundo, en restaurar la pax americana. Ello pondr¨ªa fin a un per¨ªodo en el que los problemas y los conflictos mundiales han empeorado, en un clima de competencia entre unos Estados Unidos debilitados y una Uni¨®n Sovi¨¦tica fortalecida.
La nueva pol¨ªtica exterior de la Administraci¨®n Reagan, en esta primera etapa, va a consistir en un enfrentamiento deliberado y global con la URSS, al tiempo que se pone en marcha un formidable programa de rearme. Estados Unidos debe dar la impresi¨®n de ir fortaleci¨¦ndose, no debilit¨¢ndose.
Sin embargo, se reconoce que en la actualidad, y en un pr¨®ximo per¨ªodo de dos a cuatro a?os, la Uni¨®n Sovi¨¦tica tendr¨¢ una superioridad militar marginal en varias zonas y regiones. Durante este peligroso per¨ªodo se adoptar¨¢ en todas partes una postura casi agresiva, con objeto de impresionar a los rusos. Otra prioridad fundamental, en estos a?os dif¨ªciles, ser¨¢ el reforzamiento de los lazos de Estados Unidos con sus aliados. Algunos observadores describen estas t¨¢cticas de contenimiento como un juego de espejos, pero se van a llevar adelante con la mavor decisi¨®n, y puede que est¨¦n ya empezando a impresionar a amigos y enemigos.
Segunda etapa
Tras esta primera etapa, Haig cree en la conveniencia de una segunda etapa de negociaciones que deber¨ªa comenzar pronto. pero que dar¨ªa sus frutos ¨²nicamente una vez que Estados Unidos se haya fortalecido: su objetivo ser¨ªa unas nuevas relaciones de distensi¨®n globales m¨¢s amplias y m¨¢s r¨ªgidas con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Mientras que los hombres de hierro de Reagan en la Casa Blanca no comparten todos esta creencia en las negociaciones con ?esos mentirosos del Kremlin?. las aceptan como una concesi¨®n hecha de bastante mala gana a los aliados de Estados Unidos y al secretario de Estado. Haig va a tener pues tiempo suficiente para probar su grandiosa estrategia. Pero depende principalmente de los hombres del Kremlin decidir (en la cuesti¨®n de Polonia) si se le puede dar una se una segunda oportunidad a la distension o si ha llegado el momento de comenzar una segunda guerra fr¨ªa: los Estados Unidos de Reagan est¨¢n preparados para hacer frente a cualquiera de las dos eventualidades.
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