La exclusi¨®n de un aspirante al t¨ªtulo
Pocas competiciones como la actual se recuerdan con un final tan numeroso y apretado de candidatos al t¨ªtulo, y, sin embargo, los aficionados, a falta de un juego aceptable, han pasado de resignados espectadores a lectores de ese sucio follet¨ªn en que ha desembocado la Liga: sobornos confusos, sospechosas venganzas, abundantes chuler¨ªas, hip¨®critas o mafiosos silencios y mucho juego subterr¨¢neo de se?ores que no calzan botas. Y la v¨ªctima ya se moribunda, por m¨²ltiples manos, de una profusa y desaforada ingesti¨®n de billetes. El enigma consiste en que ning¨²n club es due?o de ning¨²n dinero, pues todos, sin casi excepci¨®n, son pr¨®digos escandalosos y deudores recalcitrantes.El Atl¨¦tico lleg¨® tan disminuido de jugadores, apareci¨® tan desmedrado en el c¨¦sped, que casi semejaba un difunto. Nos record¨® al antiguo Alcoyano, pues tanta ha sido su voluntad como mediocre su juego, y nos afirmaba una vez m¨¢s en la pobreza del f¨²tbol espa?ol, ya que nos justificaba las sorpresas de un equipo como el Salamanca, pr¨¢cticamente descendido, vapuleando a un Atl¨¦tico en su mejor momento o al mismo Barcelona. Y no digo a un Madrid, porque este se present¨®, afortunado como siempre, con el hor¨®scopo fausto: el gol de los doses (gol n¨²mero 2, en fuera de juego de dos metros, cometido por dos jugadores, ante los ojos abiertos de dos ciegos: el ¨¢rbitro y el linier). Es este equipo muy milagrero, pues sus partidarios lo ven siempre vestidos de blanco pur¨ªsimo, y sus contrarios, de negro, arbitr¨ªsimo.
El partido no fue bueno, y las pocas jugadas de calidad las realiz¨® el Valencia. Los jugadores atl¨¦ticos de verdadera clase no estuvieron afortunados: unos pocos pases sueltos de Dirceu y ni siquiera uno de los admirables regates de Rubio. Marc¨®, eso s¨ª, un oportuno gol. Quien m¨¢s brill¨®, por su injusta ausencia y la a?oranza de su calidad, fue Marcos. Por fortuna para los aficionados, en el Valencia s¨ª lucieron sus dos ¨²nicos jugadores de gran clase: Solsona y Tendillo. El primero, en uno de los extremos del campo y con el bal¨®n tocando siempre la hierba, hizo siete agujeros consecutivos a dos atl¨¦ticos, y despu¨¦s lanz¨® rasa la pelota a los desastrados pies de un compa?ero apostado en el ¨¢rea peque?a; sus genialidades no fueron pocas. Y siempre llevaba peligro. Hoy hemos vuelto a admirar el esplendor juvenil de Tendillo, quien todav¨ªa no ha sido descubierto en todas sus posibilidades. Estamos ante un l¨ªder nato, un jugador que, cuando le sit¨²en en la media, sostendr¨¢ con firmeza a su equipo delante y detr¨¢s, y ser¨¢ el due?o y se?or de Mestalla, como lo fue en su tiempo Puchades. Cuando corre con el bal¨®n por el centro del campo transforma, con su zancada y su facilidad, la vertical m¨¢s exacta en el m¨¢s breve de los atajos: son r¨¢fagas emocionantes de belleza. Centra siempre bien, y sabe situarse ante la porter¨ªa. Verle jugar es no s¨®lo un espect¨¢culo futbol¨ªstico, sino est¨¦tico. A ellos se ha sumado en un partido excelente Saura, prototipo del jugador de club siempre deseable. El Valencia no ha vencido porque ha carecido de delantera, s¨®lo ayudado Saura en esos menesteres por Solsona. Subirats, Morena y Felman han sido tres desastres. Y el Valencia no puede hacer relevos, pues carece, si exceptuamos la l¨ªnea defensiva, de reservas: es tal su indigencia que se le puede otorgar, en tal punto, la calificaci¨®n de pobre de s olemnidad.
S¨¢nchez Arminio es uno de los pocos ¨¢rbitros espa?oles que no averg¨¹enzan. Morena, que ha guardado todas las energ¨ªas de su a?o futbol¨ªstico como oro en pa?o, las ha hecho por fin visibles esta tarde. La desgracia para su club es que ya el partido hab¨ªa terminado, y todas se le han ido por la boca y en desplantes barriobajeros al ¨¢rbitro. Su temporada nos lo ha mostrado pasivo y vulgar. En hora deseada se va. Una an¨¦cdota refleja bien el esp¨ªritu con que ha venido el equipo madrile?o: cuando el Valencia ha marcado su gol, el portero atl¨¦tico ha corrido con el bal¨®n en las manos y lo ha colocado en el punto del saque. Ha llegado con sobrado tiempo a su porter¨ªa, pues los valencianistas a¨²n andaban de abrazos. Se trataba de los ¨²ltimos abrazos ilusionados de un aspirante al t¨ªtulo; lo digo con alguna melancol¨ªa.
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