Halcones y palomas
En la entrega que cada semana se nos viene a ofrecer de violencia filmada, llega puntual esta nueva aventura de Stallone. La violencia en cuesti¨®n, valor rentable en estos momentos, puesto que est¨¢ en la Prensa cada d¨ªa, tiene en com¨²n con el sexo, su habitual compa?ero, el que se presta a infinitas variantes: no as¨ª la fantas¨ªa de sus realizadores.Desde la reivindicaci¨®n m¨¢s o menos social hasta la delincuencia juvenil, pasando por el simple terrorismo, semana tras semana, el espectador, en su casa o en cualquier sala de espect¨¢culos puede satisfacer sus propias frustraciones, unas veces viendo cumplidos propios sue?os y otras en la a?oranza de otros tiempos m¨¢s tranquilos y mejores.
Halcones de la noche
Direcci¨®n: Bruce Malmuth. Argumento de David Shaber y Paul Sylbert. Gui¨®n de David Shaber. M¨²sica: Keith Emerson. Int¨¦rpretes: Sylvester Stallone, Billy dee Williams, Persis Kambatta, Nigel Davenport, Rurgeer Hauer. EE UU. Acci¨®n. Color. 1980. Local de estreno: Fuencarral
La forma de presentar lo acontecimientos responde, como siempre, al saber, la conciencia o la capacidad de comprometerse de que haga gala el director de turno. Los hay que se limitan a ofrecer los hechos, dejando para el espectador las conclusiones, en tanto que otros, m¨¢s elementales, siguen la tradici¨®n de presentar al consabido criminal solitario borrando su relaci¨®n con los dem¨¢s hasta extremos no demasiado veros¨ªmiles.
En este caso, el protagonista no es otro que una figura conocida cambiada de nombre, nacionalidad y rostro, pero que se adivina f¨¢cilmente, a trav¨¦s de concretas alusiones. Sus razones, como las de sus perseguidores, acostumbrados a perseguir adictos y comerciantes de drogas, resultan confusas y no por azar. A ello es preciso a?adir que la historia, ya convencional de por s¨ª, sacrifica sus momentos mejores a lo espectacular, seg¨²n la t¨¦cnica y el gusto de la televisi¨®n, escuela de toda una generaci¨®n de realizadores.
Los escenarios distintos y lejanos, las acciones simult¨¢neas, repartidas entre Nueva York, Par¨ªs y Londres, ciertas sorpresas calculadas, hacen que el p¨²blico llegue atento al final de esta historia convencional en la que Nueva York se nos ofrece una vez m¨¢s sombr¨ªo, a trav¨¦s de un sargento de color, un compa?ero blanco, una hier¨¢tica guerrillera urbana y un alienado terrorista que a la postre resulta alem¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.