S¨®lo un porcentaje m¨ªnino de cad¨¢veres son incinerados en Madrid
S¨®lo un porcentaje m¨ªnimo de cad¨¢veres son incinerados, en vez de inhumados, en Madrid, donde funciona el ¨²nico horno crematorio de toda Espa?a: 305 sobre un total de 21.317 defunciones. El madrile?o, como el espa?ol, sigue siendo reacio a la cremaci¨®n y contin¨²a metiendo a sus muertos bajo tierra, cumpliendo las leyes divinas y siguiendo el ejemplo de sus mayores.
La incineraci¨®n de un cad¨¢ver cuesta unas 51.000 pesetas, casi la misma cantidad que un entierro convencional medio, y para que sea posible han de ser dos los m¨¦dicos que certifiquen el fallecimiento por causas naturales.Desde 1973, en que se inaugur¨® el horno crematorio, las cifras de incineraci¨®n han crecido paulatinamente, pero todav¨ªa representan un porcentaje m¨ªnimo en relaci¨®n a las inhumaciones que se realizan anualmente en Madrid. Porcentaje a¨²n m¨¢s bajo si tenemos en cuenta que un 50% de los cad¨¢veres incinerados vienen de provincias o corresponden a extranjeros; no se han instalado hornos en otros puntos de Espa?a, y el de Madrid ha de atender las peticiones de todo el pa¨ªs. Los servicios a extranjeros representan cerca de un 30% del total.
Los espa?oles contin¨²an siendo reacios a la cremaci¨®n y partidarios de la inhumaci¨®n. Desde hace muchos siglos el hombre hispano ha metido a sus muertos bajo tierra, cumpliendo las leyes divinas y siguiendo el ejemplo de sus mayores. La inhumaci¨®n se ha convertido en un rito social, arraigado en la tradici¨®n y el folklore, y bendecido por las autoridades pol¨ªticas y religiosas. La cremaci¨®n no exist¨ªa. No es que fuese ilegal, es que no era posible realizarla porque no hab¨ªa instalaciones y porque la mentalidad espa?ola no la aceptaba. Adem¨¢s, la Iglesia cat¨®lica la vetaba.
En 1964, el papa Pablo VI modific¨® la legislaci¨®n eclesi¨¢stica sobre la incineraci¨®n, permitiendo desde entonces que sus fieles eligieran libremente entre las dos f¨®rmulas: inhumaci¨®n y cremaci¨®n. Las actas oficiales de la Santa Sede del 24 de octubre de 1964 rezaban: ?Esta actitud (reconsiderar el tema y levantar la prohibici¨®n) es comprensible, porque la incineraci¨®n no puede en absoluto afectar al alma, elemento espiritual; afecta al cuerpo que, mediante la cremaci¨®n, vuelve solamente a ser polvo m¨¢s r¨¢pidamente. No se opone a la obra de la Naturaleza ?.
La Asociaci¨®n Crematoria Madrile?a
La tierra, para los vivos. Este es el lema de la Asociaci¨®n Crematoria Madrile?a. El 14 de julio de 1979, fecha de su legalizaci¨®n, la asociaci¨®n inici¨® una campa?a de informaci¨®n sobre las ventajas de la cremaci¨®n y los perjuicios del entierro. ?Los cementerios son cada d¨ªa m¨¢s extensos?, explica Dolores Pozuelo, su presidenta, ?y los que vengan detr¨¢s no van a encontrar sitio para vivir. Los cementerios huelen mal, porque los nichos tienen grietas y sale el olor a descomposici¨®n. Los cementerios contaminan, ensucian. Las cenizas, en cambio, ocupan poco espacio, no huelen y no contaminan?. ?En Toulouse, donde yo viv¨ªa?, a?ade Madeleine Kosmann, la secretaria, ?tuvieron que hacer una planta de depuraci¨®n, porque las aguas corr¨ªan por debajo del cementerio y no se pod¨ªan beber?.A sus 62 y 76 a?os, respectivamente, estas dos mujeres trabajan activamente por una idea de toda la vida. ?A los j¨®venes les extra?a que dos mujeres mayores hayan creado esto; parece una cosa de ellos, no de viejos?. En dos a?os han conseguido muchos socios y simpatizantes. Los socios numerarios pagan una cuota anual de quinientas a mil pesetas, seg¨²n la edad; a cambio, sus familiares recibir¨¢n asistencia y ayuda en el momento de incinerar su cuerpo. Los socios protectores pagan una cuota simb¨®lica de doscientas pesetas y se comprometen a trabajar por los fines de la entidad ?.
De otra parte est¨¢ la cuesti¨®n financiera. Un entierro de tipo medio (hay nueve tarifas a escoger) cuesta 46.700 pesetas, incluyendo tasas y sepultura temporal. A los cinco a?os hay que renovar la concesi¨®n y volver a pagar. La inhumaci¨®n con tumba perpetua cuesta 146.000 pesetas, seg¨²n las ¨²ltimas cifras. La cremaci¨®n, sin embargo, cuesta exactamente 51.179 pesetas, incluyendo tasas y sepultura perpetua.
Los encargados de solicitar el servicio crematorio son los familiares allegados. Generalmente respetan el deseo que el difunto haya manifestado en vida, bien de palabra, bien por testamento ?Nosotras intentamos convencer a nuestros socios para que hagan su testamento crematorio. Porque hay personas que quieren ser incineradas, pero cuando mueren las familias no se atreven, no quieren hacerlo. Si dejan algo escrito es m¨¢s seguro?.
Dos m¨¦dicos tienen que certificar la defunci¨®n
Solicitar la cremaci¨®n es tan sencillo como solicitar una inhumaci¨®n. La ¨²nica diferencia est¨¢ en el certificado de defunci¨®n que hay que presentar en la agencia de contrataci¨®n de la funeraria, en la plaza de Espa?a. Cuando se trata de una cremaci¨®n, el certificado tiene que ir firmado por dos m¨¦dicos, haciendo constar ambos que no existe ninguna traba ni impedimento para que el cad¨¢ver sea incinerado. En otras palabras: que no ha habido violencia ni envenenamiento, que las causas de la muerte son naturales. En caso contrario, en caso de muerte en circunstancias extra?as (un cad¨¢ver que aparece en la calle, un suicidio, un asesinato), ha de intervenir el juez y determinar si ha o no ha lugar la incineraci¨®n. ?Al quemar el cad¨¢ver se pierden todas las pruebas?, explica el doctor Haro Esp¨ªn, secretario del Instituto Anat¨®mico Forense de Madrid. ?Si el juez cree conveniente continuar las diligencias porque todav¨ªa no se han aclarado las circunstancias del fallecimiento, deniega el permiso y manda enterrar el cuerpo, porque tampoco se puede tener insepulto. Si se procede a nuevas investigaciones, ese cuerpo puede volverse a examinar?.En una caja especial, fabricada en madera y exenta de clavos y ornamentos, se lleva al difunto al cementerio de la Almudena. El horno crematorio se halla muy cerca de la entrada. Durante una hora y cuarto o una hora y media act¨²a a base de gas propano y electricidad. Las cenizas se dejan enfriar y se meten en una urna cineraria, una especie de cajita met¨¢lica de tama?o reducido. La urna se deposita en el columbario levantado en el mismo cementerio o se entrega a los parientes para que la trasladen a otra provincia o al extranjero. ?En Espa?a la familia no se puede quedar con las cenizas. Quiz¨¢ si pudiera habr¨ªa muchos m¨¢s casos de cremaci¨®n que los que hay ahora?.
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