La teletonta
Ceno con Maruja Callaved y me dice:-Los nuevos est¨¢n siempre reunidos. No sabernos qu¨¦ saldr¨¢ de esas reuniones.
Visito a Jes¨²s Picatoste, viejo tronco, en su gran despacho de la tele:
-No tenemos un duro, Umbral.
Jes¨²s Hermida hac¨ªa dos buenos programas: De cerca y Su turno. Buenos, entre otras cosas, porque me sacaba a m¨ª de vez en vez. Ya se los han quitado. Su turno parece, que, le interesa a Sotillos para Radio Nacional. ?C¨®mo es posible que un mismo programa haya dejado de interesar en un despacho de Prado del Rey e interese much¨ªsimo en el despacho de al lado? Llamo a M¨¢ximo para invitarle a comer una noche de estas, en casa. Se pone Pili:
-M¨¢ximo se ha echado porque est¨¢ fatal. Le tienen loco con el nuevo programa de Baib¨ªn. -
Por otra parte, parece que los fan¨¢ticos de Castedo est¨¢n empezando a perder fanatismo. mi querido y admirado Alfonso S¨¢nchez ha reparado en una sutileza muy suya:
-El Evangelio seg¨²n Mateo, de Pasolini, que hemos visto por Semana Santa, lo eligi¨® Pasolini entre los otros evangelistas porque le parec¨ªa la versi¨®n m¨¢s humana de Cristo. Pero aqu¨ª siguen poniendo ?San Mateo?. .
Yo tambi¨¦n he vuelto a ver el filme, ahora por la teletonta, y reconsidero esa burda sensibilidad o fina falta de sensibilidad de nuestros hombres de la imagen, que s¨®lo pueden entender la obra de Pasolini como ?una pel¨ªcula de Semana Santa?. O sea, una pel¨ªcula de romanos, a lo Cecil B. de Mille. No hace mucho dieron por la teletonta La bella Dorotea, de Miguel Mihura, comedia que parte de una idea l¨ªrica a desarrollar: la se?orita que se queda compuesta y sin novio el d¨ªa de la boda, y se pasa ya toda su existencia, en la peque?a provincia, vestida de tul, como un ¨¢ngel o fantasma de fracaso descendido sobre la cotidianidad del pueblo. La teletonta, en ligar de potenciar esto, dej¨® la cosa en un entrem¨¦s realista donde incluso se trataba de disimular que Maite Blasco andaba por la vida vestida de novia. La dimensi¨®n po¨¦tica es una cuarta dimensi¨®n que nuestra teletonta ignora pl¨¢cidamente. De modo que se ha recurrido al viejo truco de comprar un interminable serial ingl¨¦s para tener un m¨ªnimo de eurotele. En cuanto uno le da al mando a distancia, parece como si les hubi¨¦semos pillado a todos los de la tele en pijama y bostezando: se?oritas sorprendidas con el rulo reci¨¦n desenrulado, caballeros locutores que acaban de lavarse los dientes y todav¨ªa tienen un aura de mentinas mientras dicen algo del Ulster, actores camastrones que recitan a Buero o Calder¨®n a trav¨¦s del bocata que acaban de trasegarse en el bar de los estudios. Es como llegar a un Ministerio, con la instancia, a las nueve de la ma?ana:
-?Qu¨¦ horas son ¨¦stas, oiga?
-?Pero no abren ustedes a las nueve?
-S¨ª, pero qu¨¦ horas son ¨¦stas.
Gabilondo se ha atrevido a dar la soluci¨®n que todos conocemos:
-Aqu¨ª hace falta una televisi¨®n privada.
Una televisi¨®n privada purgar¨ªa a la estatal de todos sus vicios, inercias, burocratismos y corrupciones. Lo ¨²nico bueno, est¨¦ticamente, de la teletonta, son los anuncios, o sea, lo ¨²nico privado. Nunca funcion¨® la Prensa estatal, en cuarenta a?os, ni el arte estatal, porque el Estado no es artista ni tiene por qu¨¦ (sea de derechas o de izquierdas). En cuanto a la informaci¨®n, a todo Estado se le convierte en propaganda. Alguien dijo algo as¨ª como que prefer¨ªa peri¨®dicos sin democracia a democracia sin peri¨®dicos. Yo prefiero democracia sin televisi¨®n a esta televisi¨®n democr¨¢tica (y de las JONS).
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