Marcelino Recio Garc¨ªa,
empleado en una gasolinera vallisoletana, se qued¨® helado cuando trat¨® de comprobar las causas de unos ruidos que se o¨ªan cerca de su lugar de trabajo, seg¨²n cuenta nuestro corresponsal en Valladolid, Luis Miguel de Dios. Los ruidos los hab¨ªa provocado la ca¨ªda de unos cristales, pero al agacharse hall¨® unas zarzas y, a la vera de un chopo, dos setas descomunales. Una de ellas pes¨® 2,200 kilos, y la otra, 1,700; es decir, casi cuatro kilos entre dos ejemplares que s¨®lo se compon¨ªan de tronco y sombrilla, sin ramificaciones de ning¨²n tipo. Marcelino Recio se neg¨® a comerlas, ?aunque son de chopo. Pero en esta ¨¦poca y tan grandes ... ?. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, un entendido en la materia, Ferm¨ªn Ochoa Mu?oz, tras estudiar detenidamente las setas, asegur¨® que no eran t¨®xicas, pero a?adi¨® que ?no merece la pena comerlas porque tienen un sabor ¨¢cido poco agradable y la carne dura?.
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