La justicia, en el ¨²ltimo minuto
En el ¨²ltimo minuto de la Liga hubo justicia. El f¨²tbol promoci¨®n, el deporte construido desde la base, logr¨® su primer campeonato nacional. La Real Sociedad, un club mod¨¦lico, con una afici¨®n que sabe conformarse con sus aut¨¦nticas posibilidades, logr¨® en El Molin¨®n un ¨¦xito que ya estuvo a punto de saborear la pasada temporada. En San Sebasti¨¢n fue el domingo fiesta mayor. Nunca jam¨¢s un triunfo de Liga fue conseguido de manera tan dram¨¢tica. El Madrid, que lleg¨® a festejar su nuevo triunfo, conoci¨® la derrota a trav¨¦s del simult¨¢neo.
La pasada temporada, la Real Sociedad se qued¨® con la miel en la boca. Y con el sabor agrio en el paladar al conocer la resoluci¨®n del Comit¨¦ de Competici¨®n, que prob¨® la existencia de primas a terceros. La Real permaneci¨® invicta hasta la pen¨²ltima jornada. En el sprint final se vio superada por el Madrid. El campe¨®n de la pasada campa?a, que luch¨® como es habitual hasta el ¨²ltimo instante, tuvo que o¨ªr en repetidas ocasiones el canto general del ?As¨ª, as¨ª, as¨ª gana el Madrid?. Esta vez no ha habido primas a terceros. Esta vez tampoco ha habido errores humanos en una sola direcci¨®n. La trayectoria de madridistas y donostiarras ha sido limpia.La Real se sac¨® la espina en Gij¨®n, porque empat¨® en el ¨²ltimo minuto. Su triunfo se debi¨® a su propio esfuerzo. El Madrid desahuciado tres meses atr¨¢s, encar¨® el tramo final a todo gas y lleg¨® hasta el ¨²ltimo encuentro con el mejor de los ¨¢nimos. Y en Valladolid, en donde ten¨ªa que ganar por obligaci¨®n, por si se produc¨ªa la carambola, lo hizo. El Madrid cumpli¨® hasta la jornada final su papel. Nadie le regal¨® nada.
Jos¨¦ Luis Orbegozo, que al final de la pasada temporada se quejo amarga pero educadamente de las circunstancias an¨®malas qu¨¦ le restaron legitimidad al campeonato, no le devolvi¨® las cartas a Luis de Carlos. El presidente del Madrid, el domingo, tambi¨¦n supo estar educado y se apresur¨® a felicitar a sus rivales.
Los detalles versallescos de los presidentes fueron un hecho casi aislado, porque entre los jugadores hubo alg¨²n gesto de tirantez. Zamora, el h¨¦roe de El Molin¨®n, al acabar el partido le dedic¨® el triunfo a los jugadores del Madrid. En la dedicaci¨®n de Zamora hubo cierta guasa. Juanito, que hizo la promesa de salir del campo de rodillas si su equipo se proclamaba campe¨®n, inici¨® su penitencia particular, pero no pudo finalizarla por la sorpresa del simult¨¢neo. Juanito se li¨® la manta a la cabeza en la SER y mont¨® un n¨²mero de mucho cuidado. Juanito, que es jugador genial, pero de prontos un poco especiales, no acab¨® de desahogarse. A los realistas les ech¨® en cara que el a?o pasado no le felicitaron. Juanito se olvid¨® de la copla madridista que dice aquello de ?cuando pierden dan la mano?.
El Madrid no tiene motivos para sentirse humillado. Que una vez en cincuenta a?os haya ganado la Real Sociedad tampoco es para sentirse ofendido. La Real, probablemente, molesta porque ha logrado el ¨¦xito final sobre la base de la modestia. El clubd onostiarra lleva a?os en una l¨ªnea de austeridad que al fin le ha dado resultado. Orbegozo dice que su triunfo no es el del espect¨¢culo y tiene raz¨®n. El triunfo de la Real es el del trabajo serio en la cantera. La entidad donostiarra hace a?os que renunci¨® a incluirse en la desmadrada carrera de los grandes fichajes. Su ideal est¨¢ en el adecuado tratamiento de los equipos de las categor¨ªas inferiores. Guip¨²zcoa entera tiene como mira la Real y no busca otras vertientes del negocio futbol¨ªstico.
?Ya somos tres, ya somos tres, s¨®lo falta el Alav¨¦s?, cantaron los donostiarras en Madrid cuando a su improvisada fiesta se sumaron los jugadores del Osasuna, que acababan de llegar de Albacete. Pero en medio de la alegr¨ªa general hab¨ªa una cantinela cuyo significado ser¨ªa cosa de examinar desde un punto de vista paradeportivo. ?Hasta que ma?ana no lo leamos en los peri¨®dicos no creeremos que somos campeones?. Los jugadores de la Real vivieron la ¨²ltima se mana bajo la sospecha de que los poderes f¨¢cticos del deporte les iban a impedir el triunfo final. Por esta vez los temores fueron infundados.
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