La mayor¨ªa negra surafricana asiste hoy impotente a unas elecciones s¨®lo para blancos
Dieciocho millones de negros asisten hoy como espectadores impotentes a unas elecciones generales blancas cuyo tema central concierne a los negros y cuyos resultados afectar¨¢n fundamentalmente a ellos. Decir que se asiste como espectador a estas elecciones, de todas maneras, es tan s¨®lo una forma de hablar. Si no fuera porque los peri¨®dicos traen noticias de ellas, o porque se sabe que existe una campa?a electoral, nada sugerir¨ªa que se est¨¢ en per¨ªodo de consulta.
Ni un solo cartel ni un solo mitin en esta ciudad de Johannesburgo, de cerca de dos millones de habitantes. S¨®lo en los barrios residenciales blancos de las afueras cuelgan de los ¨¢rboles retratos de los candidatos. Todos exactamente iguales: de setenta por cuarenta cent¨ªmetros, y mil por candidato y por circunscripci¨®n.Pero estas aburrid¨ªsimas elecciones est¨¢n a la altura de este aburrid¨ªsimo mundo afrikaner, conservador, puritano y calvinista. Muchos de los m¨ªtines electorales tuvieron que ser suspendidos por falta de qu¨®rum. Un ministro del Gobierno suspendi¨® el suyo, ayer, en Port Elisabeth porque s¨®lo hab¨ªa cuatro personas a la hora de comenzar.
Se tiene la certeza de que el Gobierno perder¨¢ votos y esca?os a favor de los vderkramptes del Hertisgte Nasionale Partei, por un lado, y de los liberales -hablando en t¨¦rminos surafricanos-, por otro. Pero esto no cambiar¨¢ nada las cosas.
Y, sin embargo, estas elecciones son important¨ªsimas para Sur¨¢frica y la docena de pa¨ªses occidentales que dependen de ella para sus aprovisionamientos de materias primas. Lo que est¨¢ en juego es si se reforma el sistema de segregaci¨®n racial o no, y si se reforma, hasta d¨®nde. De ello depende la estabilidad futura de este importante pero desconocido pa¨ªs.
A tal punto llega el paternalismo de los pol¨ªticos profesionales, y las limitaciones pol¨ªticas del electorado blanco, que el Partido Nacional basa su campa?a en el siguiente y simplista eslogan: ?Si quiere vivir en una zona residencial sin negros, vote al Partido Nacional; si quiere la mezcla de las razas en los colegios de sus hijos y en ¨¢reas donde reside, vote al Partido Progresista?.
La verdad sea dicha, casi todos los blancos creen que el primer ministro, P. W. Botha, quiere realmente reformar el actual sistema de apartheid y eliminar toda discriminaci¨®n innecesaria, como ellos dicen. Pero nadie se equivoca tampoco y todos saben que se trata solamente de un intento de ganarse a la aristocracia obrera negra, que son los ocho millones de negros urbanizados, aliviando las dif¨ªciles condiciones de vida de ¨¦stos.
Buena prueba de que el Gobierno es capaz de alcanzar este objetivo es el alcalde de Soweto, D. Thebehali, que de todas maneras, y aunque a los alcaldes negros les elige el pueblo negro, este s¨®lo ha sido elegido por el 6% del mill¨®n y medio de negros que viven en este mayor township de Johannesburgo.
Thebehali declaraba a EL PAIS ayer que ¨¦l cree que este Gobierno tiene verdaderamente la intenci¨®n de aliviar el apartheid, reformarlo, y que no cree que el sistema de un hombre, un voto sea aplicable a Sur¨¢frica.
La nueva generaci¨®n de negros surafricanos, dec¨ªa ayer una dirigente negra, ya no tiene paciencia; no podemos contener a nuestros hijos: o, los blancos comprenden que a¨²n queremos algunos coexistir pac¨ªficamente con ellos, pero desde una posici¨®n de dignidad y de honor, o habr¨¢ confrontaci¨®n.
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