Menos lobos son m¨¢s lobos
Lo peor que tiene el optimismo es que, seg¨²n los pa¨ªses, es a¨²n m¨¢s opresivo. Cuesta, en verdad, una cierta fatiga contemporizar con las prietas filas de los optimistas hisp¨¢nicos que, si bien no aseguran que ¨¦ste es el mejor de los mundos posibles, imp¨ªdeselo un pudor postrero, en cambio, s¨ª ven discretas y hasta halag¨¹e?as perspectivas. Les replicas con los dos millones de parados, y te confutar¨¢n con que todav¨ªa no, y, que, adem¨¢s, todo es similar mohina en Occidente. Les aguijoneas con la profundidad y gravedad de la crisis econ¨®mica, social, la escasa cocci¨®n de la solidaridad entre espa?oles y entre autonom¨ªas, la inoperante y nunca purgada arrogancia de una Administraci¨®n que confunde a Espa?a con su coto y a los espa?oles con sus gazapos... Les apuntas, simplemente con timidez, nada de pistola, sobre ese iceberg que tambi¨¦n puede ser la ETA, bajo la cual se ocultar¨ªa una amplia trama de implicaciones interna cionales cuyo objetivo no es inextricable, sino la desestabilizaci¨®n permanente de Espa?a... En fin, mencionas ¨¦stas y algunas otras lacras de poca monta, y los optimistas te contestar¨¢n que s¨ª, pero que todo se andar¨¢. Pues para eso, perdonen, uno se adhiere al novelista checo, y exiliado, Milan Kundera: ?El optimismo es una virtud de los opresores?.Siendo razonablemente pesimistas hubi¨¦ramos sospechado a tiempo que en este pa¨ªs a¨²n caben ingentes esperpentos, esperpentos totales, como el del pasado golpe de Estado. Eramos optimistas, casi comunitarios, y en unas horas, dieciocho, signos, s¨ªmbolos y, lo que es m¨¢s grave, hechos, nos reducen a lo que siempre, por supuesto, negamos que somos: un pa¨ªs tambi¨¦n Bananas, y sin Woody Allen, por supuesto, como presidente. Parece que no les falt¨® mucho, despu¨¦s de todo, a Milans, Tejero, etc¨¦tera..., para mandar a Espa?a, quiero decir mandarla al Cono Sur, pero no sabe uno si esto, con lo grave que es, suscita
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reparadores pesimismos, compactos y redimidores pesimismos. Pues s¨®lo partiendo de lo mal que estamos, a lo mejor habr¨ªa posibilidad de no dar con nuestros huesos en Guatapeor.
El pesimismo, en cuanto modesta y swiftiana invitaci¨®n a ponerse en lo peor, ignoro por qu¨¦ est¨¢ tan mal visto en Espa?a, que es un pa¨ªs donde bastantes cosas p¨²blicas dejan. mucho que desear. Y, sin embargo, en otros pa¨ªses, algo m¨¢s sanos y boyantes, el pesimismo no es s¨®lo moneda corriente, sino epidemia, moda y hasta m¨¦todo. Porque si levantamos un instante nuestra compasiva mirada del ombligo nacional, la ojeada que resulta de ver un poco los libros y el pensamiento que por ah¨ª fuera imperan, tampoco mueve a francachelas.
Un libro de moda, en Europa, ahora, es el Eclesiast¨¦s, s¨ª, con eso tan de arriba los corazones de que todo es vanidad de vanidades, vaho de vahos. El rumano E. M. Cioran esas cosas las capta enseguida, es risue?o por naturaleza, e ve en sus alegres m¨¢ximas, que van desde ?existir es un plagio? a ?la esperanza es la forma natural del delirio?, lo que no impide, como se suele decir, su ¨¦xito de cr¨ªtica y de p¨²blico. Como lo tiene, en otro tercio, Isaac Asimov, quien, en su siempre pen¨²ltimo libro, Cat¨¢strofes a su elecci¨®n propone varios escenarios posibles, siendo uno de los m¨¢s suaves el. que incluye la desaparici¨®n de la vida sobre la Tierra. En el inter¨ªn, autores como Nietzsche, Kafka, Musil, Alfred Kubin, Joseph Roth, est¨¢n de plena moda, y ni que decir tiene son muy indicados para subir mucho la moral.
En Italia, el tema lo tienen bastante claro. Interrogado para un trabajo de L'Espresso, titulado con la tremenda cita de un aparente vitalista como Hemingway: Nada nuestra que est¨¢s en la nada, Cesare Luporini, fil¨®sofo marxista y autor del reciente Leopardi progresivo, sit¨²a as¨ª el asunto: ?El pesimismo existe y todos lo acusamos. Como hecho de masas es una consecuencia de desilusiones hist¨®ricas, de la ca¨ªda de todas las im¨¢genes, incluida la del socialismo. En el plano te¨®rico, en cambio, es una respuesta a la provocaci¨®n optimista: Schopenhauer que responde a Leibniz?.
Es tanto como reafirmar la actualidad del C¨¢ndido volteriano, donde tambi¨¦n se respond¨ªa a las optimistas m¨®nadas leibnizianas. C¨¢ndido no era espa?ol y, sin embargo, en Eldorado exclamaba_aquello tan sentido de: ?(este) es probablemente el pa¨ªs donde todo va bien; puesto que es absolutamente necesario que existan de esta especie ?. Bueno, si es por eso, tratemos de buscar hoy imposibles Eldorados. Pero para la empresa no nos va ayudar nada 100 pages pour llavenir, de Aurelio Peccei, presidente del Club de Roma. En este informe inserta datos fresqu¨ªsimos, como ¨¦stos: nunca la humanidad hab¨ªa llegado a tan alto grado de progreso, pero jam¨¢s hab¨ªa habido tan ingente y explosiva masa de miseria como hoy, cuando hay 570 millones de personas al borde del hambre, 1.500 millones de personas sin asistencia m¨¦dica, mil millones de familias sin familias adecuadas, 1.300 millones de personas con una renta inferior a noventa d¨®lares por cabeza, 250 millones de ni?os sin escolarizar, ochocientos millones de analfabetos adultos. Y contaminaci¨®n, merma de materias primas, una superpoblaci¨®n incontrolable (se producen 223 nacimientos por minuto)...
Si s¨®lo fuera lo dicho. Peccei insiste una vez m¨¢s en la falta de liderazgo espiritual, en la necesidad de una revoluci¨®n moral y cultural, que no hay que tener miedo a las palabras. Y en la urgencia de una real-utop¨ªa, un proyecto de rearme, en el sesgo mencionado, que sea verdaderamente ambicioso, por supuesto, o sea, de mayores miras que ese optimismo panglossiano, acompa?ado con risa de conejo, que aqu¨ª se nos receta como lenitivo para salir de tejerazos.
Pues si me apuran, partir del pesimismo no significa ni siquiera ser pesimistas, sino realistas y objetivos. Que lo que hay que vigilar no es el desm¨¢n de la democracia, sino el de lo contrario. Y si no nos quedara otro remedio, tristes sinos espa?oles, que andar vigilantes o vigilados (el caso es no estar nunca relajados y normales), desconf¨¬ese, si acaso, de todos esos que, con la excusa del optimismo razonable y pantuflario, no s¨®lo no quieren cambiar nada, sino que encima te dicen a ti, al pesimista: ?Menos lobos?. Menos lobos, s¨ª, hasta que viene un Tejero.
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