La burla de Huston

Hace a?os, Truman Capote, guionista de esta pel¨ªcula, confesaba: ?Lo pas¨¦ en grande durante su Filmaci¨®n. Trabaj¨¦ en ella con John Huston mientras se rodaba en Italia. Algunas veces escrib¨ªa en el mismo escenario lo que estaba a punto de rodarse. Los actores parec¨ªan volverse locos; a veces, el propio Huston no parec¨ªa saber lo que estaba sucediendo. Naturalmente, las escenas hab¨ªa que escribirlas partiendo de una secuencia y hubo momentos en que yo era el ¨²nico que llevaba en la cabeza lo que llam¨¢bamos argumento?.Ninguna otra explicaci¨®n mejor que estas palabras para dar una idea de lo que debi¨® de ser este encargo peregrino, a partir de un gui¨®n desechado, basado en la novela de James Helvick. Acosado por el dinero ya invertido y los compromisos con actores de prestigio, fue preciso, improvisar continuamente incluso un falso informe de trabajo exigido por el productor David SeIznick, cuya mujer encabezaba el reparto. Prisionero del tiempo y a la vez de sus actores, Huston convirti¨® esta burla del diablo en broma de s¨ª mismo. Tan pronto la acci¨®n sucede en Italia como en la misma Italia disfrazada de continente africano, donde un jeque enamorado de Rita Hayworth se informa sobre los ¨²ltimos modelos de autom¨®viles americanos.

Parodia de parodia, gran gui?ol, donde aparecen en muta ci¨®n constante una serie de tipos ya conocidos de relatos anteriores, el realizador decidi¨® llevar la historia primitiva por el camino de la comedia disparate antes que atenerse al original, a?adiendo un final feliz en el que buenos y malos reciben cada cual su merecido.

Personaje

Respecto al principal personaje, es f¨¢cil preguntarse qu¨¦ pel¨ªcula hubiera llegado a ser ¨¦sta si se hubiera respetado el personaje de Bogart tal como aparece en la novlea: un viejo combatiente de las Brigadas Internacionales. Sin embargo, es preciso juzgar las obras por lo que son, no por lo que pudieron ser y reconocer, por tanto, que Humphrey Bogart, Robert Morley y Peter Lorre repiten con iron¨ªa sus personajes acostumbrados, Jennifer Jones revela excelentes dotes para la comedia y Gina Lollobr¨ªgida aparece igual a s¨ª misma tal como la conocimos en sus pel¨ªculas peores.Historia m¨¢s para amantes del cine que para espectadores habituales, esta comedia informal, cr¨ªtica en ocasiones, a ratos divertida y discursiva a veces, a pesar de su carga teatral gustar¨¢, sobre todo, a los admiradores del autor de Fat city, aunque s¨®lo sea por lo que tiene de excesiva.