Garbarek, Haden y Gismonti, la magia del silencio
El pasado viernes comenzaron los actos musicales de San Isidro en su faceta m¨¢s prometedora: el jazz. Era el concierto de Egberto Gismonti, Charlie Haden y Jan Garbarek, bajo la barroca c¨²pula de la carpa hinchable, que ocupa el patio de caballos del cuartel del Conde Duque. Poco tiempo antes de comenzar el concierto, unas 3.000 personas se agolpaban frente a una entrada cuyo suelo, acariciado por la lluvia, se hab¨ªa convertido en un delicioso barrillo. Dentro, demasiado fr¨ªo y demasiado presente el sonido del ventilador que mantiene terso el invento.Garbarek significa un lirismo algo melanc¨®lico, una contenci¨®n bell¨ªsima, por intensa, y un sonido y un fraseo. limpios y funcionales. Haden, por su parte, explica con el bajo como poca gente lo hace, es la base de un grupo donde el ritmo es mucho m¨¢s importante de lo que parece, y su sonido, otra vez, surge de las cuerdas redondo y contundente. Junto a ellos, Egberto Gismonti utiliza su guitarra corno si fuera un sitar m¨¢s en¨¦rgico, volviendo sobre temas expuestos previamente, volando por unas cuerdas que parecen cargadas de magia, como m¨¢gico es el concierto.
Son tres portentos que, unidos, valen m¨¢s que tres, una gente que hace jazz de hoy, un jazz que sabe valorar el silencio, una m¨²sica puntillista pero et¨¦rea. Al final, y a modo de bis, Charlie Haden sali¨® en solitario para interpretar las canciones de la guerra civil espa?ola, que ya grab¨® hace casi diez a?os junto a otros h¨¦roes del free-jazz. Eran otros tiempos, pero el recuerdo y la belleza permanecen.
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