Asuntos de familia
El cine como medio, no como fin en s¨ª, suele servir a veces de veh¨ªculo de expresi¨®n de otras artes cuyo p¨²blico hizo suyo hace tiempo. Precursor en ello de la televisi¨®n, suele llevar a su pantalla los grandes ¨¦xitos de la novela, el teatro o el espect¨¢culo. Tal es el caso de este Tributo, antes obra teatral, ya conocida en Espa?a con parecido t¨ªtulo y ahora filme galardonado en Berl¨ªn con su correspondiente oso. Este tipo de cine, con su carga de escenas y di¨¢logos, da pie, como la misma televisi¨®n, a un tipo de narraciones a medias entre el gui¨®n y el escenario, que no llega a salvar ni siquiera el trabajo del mismo autor encargado de tal transformaci¨®n. Si ¨¦l teatro de televisi¨®n viene a ser un medio tradicional al que se a?aden primeros y medios planos, tampoco este tipo de cine consigue olvidar del todo su primera condici¨®n, a pesar de los consabidos exteriores. Esto sucede sobre todo cuando la historia ha sido escrita para el lucimiento de un actor, en este caso Jack Lemmon, en su versi¨®n cinematogr¨¢fica.Con el pelo ya blanco, aquel excelente int¨¦rprete de El apartamento no ha conseguido desprenderse de su monoton¨ªa gesticulante, que s¨®lo a ratos deja escapar alg¨²n humano adem¨¢n, una mirada capaz de asegurar que estamos ante un s¨®lido personaje. No es culpa suya, sino del director, el hecho de que, como tanto otros, eche mano de tales viejos modos para ser reconocido por sus incondicionales, elogiado y hasta premiado por una actuaci¨®n m¨¢s para el gran p¨²blico que para osos de oro.
Tributo
Gui¨®n de Bernard Slade, basado en su propia obra teatral. Direcci¨®n: Bob Clarck. M¨²sica de Barry Malinov. Int¨¦rpretes: Jack Lemmon, Roby Benson, Lee Remick. Comedia. EE UU. 1980. Local de estreno: Capitol
La comedia, por otra parte, por la razones antes apuntadas, tiene poco que ver con el cine, como tantas otras que se traducen y re presentan en Espa?a basadas e una falsa actualidad, en conflicto generacionales de padres e hijos con enfermedad incurable por me dio. Entre el melodrama y el humor que Lemmon lucha por hacer pat¨¦tico, es, ante todo, una historia discreta nacida de un teatro discreto.
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