Bob Marley: la muerte del esp¨ªritu "reggae"
El cantante jamaicano Bob Marley muri¨® el d¨ªa 11 en el hospital Cedros de L¨ªbano, de Miami, Estados Unidos (v¨¦ase EL PAIS de ayer, segunda edici¨®n). Hac¨ªa ya varios meses que Marley estaba sometido a tratamiento en Alemania Occidental. Padec¨ªa un c¨¢ncer que en estas ¨²ltimas semanas se hab¨ªa generalizado. Bob Marley era el cantante de reggae m¨¢s famoso fuera de Jamaica mientras dentro de la isla era un verdadero h¨¦roe popular.
Naci¨® en un ambiente duro. Hijo de un capit¨¢n ingl¨¦s y de una jamaicana, Bob Marley vino al mundo un 5 de febrero de 1945, en el pueblo de Santa Ana. Por aquel entonces, como ahora, la isla era un hervidero de culturas y de problemas. All¨ª hab¨ªa negros y blancos, chinos e indios, jud¨ªos y alg¨²n hispano despistado. La econom¨ªa de la isla estaba sometida al monocultivo y a la explotaci¨®n de un par de minerales va liosos. Adem¨¢s de eso hab¨ªa (y hay) gente riqu¨ªsima, miseria extrema, violencia y la omnipresencia de todos los servicios de espionaje del mundo. All¨ª comenz¨® Marley su carrera. Era el a?o 1962 y el disco grabado para uno de los innumerables sellos de la isla era el cl¨¢sico One Cup Of Coffee.
M¨¢s adelante, y junto a sus compa?eros Bunny, Livingston y Peter Tosh form¨® los Wailers, un grupo que por aquel entonces se dedicaba al ska. Aunque no eran los m¨¢s importantes dentro de esta m¨²sica, s¨ª tuvieron un par de ¨¦xitos, hasta que a finales de los sesenta cay¨® por la isla Johnny Nash, un cantante tejano negro que trataba de hacer un soul algo diferente y que se llev¨® a Bob de gira por Europa, Suecia incluida.
Por desgracia, aquello no tuvo mayor transcendencia, y Marley hubo de volver a Jamaica para, reconstruir sus Wailers y disfrutar el ambiente de la isla, con sus chicos rudos, sus guetos, sus tiros y sus c¨¢rceles, que ¨¦l mismo lleg¨® a conocer.
Sin embargo, a principio de los setenta entr¨® en contacto con Joe Perry, un personaje que no s¨®lo era un productor inspirado y un ingeniero de sonido raro, sino tambi¨¦n un visionario de la visionaria doctrina de Marcus Garvey: el Rastafarismo, la vuelta a Africa, el Negus es Dios, la hierba (ganja) es sagrada, Babilonia (la sociedad occidental) debe desaparecer. Estas y muchas otras ideas le crecieron a Marley en la cabeza, al mismo tiempo que esas largas guedejas que los rastas intentan guarecer bajo gorros de punto y lana gorda. A partir de aqu¨ª comienza la estrella ascendente de Marley, que ser¨ªa de los primeros isle?os en grabar directamente con una empresa discogr¨¢fica inglesa: Island. Tuvo adem¨¢s bstante suerte, porque Eric Clapton, en su esperada reaparici¨®n de 461 Ocean Boulevard, incluy¨® una canci¨®n suya como n¨²mero fuerte. Era I Shoot The Sheriff, y no s¨®lo era buena, sino representativa de la actitud-de Bob. Esto ocurr¨ªa en 1973, para dos a?os m¨¢s tarde sacar un elep¨¦ que iba a ser funda mental. Se llamaba Natty Dread, y una de sus canciones, No Woman No Cry, era una balada muy asequible por mentes p¨¢lidas. Era el Bob Dylan negro, lo m¨¢s interesante, ex¨®tico y revolucionario, era la moda. Con todo ello, y con el intento de asesinato que sufri¨® en 1976, Marley se convirti¨® en un verdadero l¨ªder.
Adem¨¢s, y aunque la leyenda tienda a difuminar las realidades, Bob Marley era en verdad buen¨ªsimo. Lo suyo era reggae, m¨²sica sencilla, pero diferente, llena de palabras sabias y l¨²cidas, una m¨²sica pensada para sus hermanos de Jamaica y de Africa (el elep¨¦ Survival), pero tan profunda que cualquiera deb¨ªa entender su valor. Hubo gente que se le ech¨® encima por sus presuntas ambig¨¹edades, pero es que resulta dif¨ªcil ser una estrella y ser coherente. El lo fue m¨¢s que muchos, m¨¢s que casi todos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.