La OTAN, las bases y la renegocIaci¨®n del tratado con Estados Unidos
Dig¨¢moslo claramente: hay muchos que piensan que el mantenimiento de las bases hispano-norte americanas en nuestro suelo constituye una hipoteca. Hay quien considera que esa hipoteca es inadmisible; otros creen que justamente una hipoteca es lo que permite a los menos ricos permitirse el lujo de gozar de algo propio, aunque para ello tengan que someter a alg¨²n gravamen su patrimonio.En esta cuesti¨®n, como en tantas otras, hay un activo y un pasivo. Existen en el activo del balance aspectos positivos de defensa de cuestiones y principios que llegan incluso a la protecci¨®n de la identidad de Espa?a y a valores como la libertad, con los que estamos comprometidos; pero debe quedar muy claro que la actitud que finalmente tomemos no se debe a la resoluci¨®n de los problemas de Occidente, sino a la satisfacci¨®n de las necesidades de seguridad y protecci¨®n de Espa?a.
No somos sat¨¦lites
No somos sat¨¦lites porque depende de nuestra capacidad soberana de decisi¨®n el acuerdo que finalmente se tome, e indudablemente ese acuerdo, para ser admisible, ha de comportar las contrapartidas justas y equivalentes. Contrapartidas de orden internacional que no tienen nada que ver con concesiones que en el orden dom¨¦stico se quieran hacer a grupos o sectores pol¨ªticos para lograr su consentimiento y que, indudablemente, debilitan la posici¨®n negociadora.
As¨ª vemos estos d¨ªas c¨®mo se ha declarado que el ingreso en la Alianza Atl¨¢ntica no tiene por qu¨¦ significar la nuclearizaci¨®n y que la existencia de algunas bases se debe al tratado bilateral Espa?a-Estados Unidos y no a la OTAN. Al hilo de estas declaraciones, el titular de la cartera de Defensa manitestaba a EL PAIS que es mejor la OTAN que un acuerdo bilateral como el que tenemos en la actualidad con Estados Unidos de Am¨¦rica. Todo ello se produce cuando corren rumores de que un s¨ª a la OTAN no tiene por qu¨¦ significar un s¨ª a las bases, e incluso que el tratado defensivo bilateral, que caduca en septiembre, podr¨ªa no ser renovado por parte de Espa?a. Hay un hecho evidente, y es que a estas alturas, y quiz¨¢ debido a la grav¨ªsima crisis pol¨ªtica interna, Espa?a retrasa el nombramiento oficial de negociador, y los norteamericanos, como tuvieron ocasi¨®n de decirme en Washington cuando estuvimos en la toma de posesi¨®n de la Admin¨ªstraci¨®n republicana, ven con preocupaci¨®n el paso del tiempo y estiman que una negociaci¨®n seria no se improvisa y dif¨ªcilmente puede llevarse a cabo de manera efectiva en tan s¨®lo seis meses.
En Washington han nombrado ya al negociador y esperan nuestras propuestas sobre si queremos OTAN con tratado, OTAN a secas o, por ahora, s¨®lo el tratado. Y en cuanto a este ¨²ltimo, los americanos quieren saber lo que opinan las fuerzas pol¨ªticas sobre contrapartidas justas y equivalentes, aunque, evidentemente, para nadie es un secreto que nos pueden decir que esas contrapartidas las encontraremos justamente en la OTAN.
As¨ª pues, sobre el debate OTAN, tantas veces anunciado, se superpone ahora la cuesti¨®n de la renegociaci¨®n del tratado, y dentro de ¨¦l, por supuesto, la vigencia y viabilidad de las bases.
En Washington nos pregunta,ron a los ¨²nicos representantes pol¨ªticos que fuimos a la toma de posesi¨®n si la omisi¨®n del tema nuclear en las referencias que sobre la renegociaci¨®n del tratado hab¨ªa hecho por aquellas fechas la izquierda era un simple olvido o una t¨¢ctica pensada.
La nuclearizaci¨®n
Efectivamente, en el programa socialista para 1981, tal y como lo recog¨ªa la Prensa espa?ola el pasado 18 de enero, figuraban contrapartidas tecnol¨®gicas, entregas actualizadas de armamento modernizado y efectivo mando espa?ol sobre las bases hispano-norteamericanas. El tema de la nuclearizaci¨®n brillaba por su ausencia, si bien en el tratado de 1976 se establec¨ªa que los submarinos provistos de misiles bal¨ªsticos con cabeza nuclear abandonar¨ªan Rota. En realidad, Estados Unidos compensaba la p¨¦rdida de Rota a estos efectos pon la aparici¨®n de los Trident Instalados en los submarinos Poseid¨®n, con amplio despliegue por el Atl¨¢ntico, y con la soluci¨®n de utilizar la base Holy Loch, en Escocia, en caso de que aqu¨ª se les pusiesen grandes dificultades. El ¨²nico inconveniente de esto era, sin duda, el de concentrar demasiados submarinos en un ¨²nico lugar, aumentando as¨ª su vulnerabilidad.
Dinamarca y Noruega
Existe un caso evidente de entrada en la OTAN sin nuclearizaci¨®n, como sucede en Dinamarca y Noruega; pero la parca explicaci¨®n que se ha dado sobre esto en el debate de investidura por parte del Gobierno, que ni siquiera se ha acordado de menc¨ªonar estos dos ejemplos n¨®rdicos, debe ser ampliada. Por parte nuestra tampoco estamos convencidos de que la situaci¨®n de Dinamarca y Noruega sea equiparable a la de Espa?a.
Desde nuestro punto de vista existen dos opciones te¨®ricas, pero dignas de estudio, en cuanto a lo que puede hacer ahora Espa?a, y otras dos opciones pr¨¢cticas en la forma de llevar esa integraci¨®n en la Alianza Atl¨¢ntica, de la que somos partidarios. Las dos primeras opciones te¨®ricas ser¨ªan la integraci¨®n no militar, similar a la de Francia, o la asociaci¨®n con la OTAN en base a un estatuto especial. De seguir el modelo franc¨¦s terminar¨ªamos por orbitar alrededor de Francia, en nuestro intento de huir de una excesiva dependencia de Estados Unidos.
El estatuto especial no est¨¢ previsto en el tratado
La opci¨®n de un estatuto especial es merecedora de mayor atenci¨®n, pero choca con la dificultad, de que no est¨¢ prevista en el tratado de Washington. Habr¨ªa que analizarla, no obstante, con m¨¢s detenimiento, y eso me propongo hacer en un pr¨®ximo art¨ªculo. Las dos opciones pr¨¢cticas ser¨¢n la integraci¨®n marginando al quedar superada la relaci¨®n bilateral defensiva con EE UU, o la continuaci¨®n con dicha relaci¨®n bilateral, mejor¨¢ndola sustancialmente.
No parece aconsejable una desvinculaci¨®n del tratado con Estados Unidos sin tener ya avanzada la negociaci¨®n con la OTAN, que es preciso hacer negociando bien los intereses de nuestro pa¨ªs y que, por lo mismo, no va a ser precisamente un camino de rosas, y no me refiero con ello a las dificultades internas con que este tema va a tropezar.
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