Dadivoso presidente

Ya empezamos con los regalos y es un mal empezar. El comisario Gonz¨¢lez acaba de asomarse al palco de Las Ventas, como quien dice (pues debuta de presidente este a?o),y lo primero que ha hecho ha sido practicar la elegancia social del regalo.No es descalificable un presidente dadivoso. La d¨¢diva no es acci¨®n negativa en s¨ª. Por ejemplo, un presidente de toros, que adem¨¢s debuta, puede derrochar bienes y no parar, regalando al p¨²blico sensato lo que &e m¨¢s agradece, que consiste en que el reglamento se cumpla, y en que la lidia sea dirigida desde arriba con rectitud y criterio de buen aficionado.

Lo otro, el regalo a uno s¨®lo -a un torero- ya es m¨¢s discutible. Y sobre todo, el primer d¨ªa. El comisario Gonz¨¢lez, lo que ha conseguido con su bienintencionada decisi¨®n, es devaluar los trofeos precisamente cuando lo que hac¨ªa falta era todo lo contrario: ponerlos caros ahora que queda toda la feria por delante, para que los toreros se superen y para que una oreja sea el s¨ªmbolo verdadero de un triunfo en regla. Ahora, en cambio, nos ha metido por la pendiente del orejismo. A ver qui¨¦n para esto.

Que no se equivoquen los presidentes en las peticiones de oreja ruidosas. Su misi¨®n no es poner el o¨ªdo para. comprobar qui¨¦n chilla m¨¢s, sino abrir el ojo para hacer una estimaci¨®n sobre la proporci¨®n de pa?uelos que flamean los espectadores. Un buen procedimiento es fijarse m¨¢s a¨²n en qui¨¦nes no piden el trofeo. De esta forma no se encontrar¨¢n con las ruidosas protestas a las orejas concedidas, como ayer.