La distorsi¨®n de la estructura energ¨¦tica espa?ola es particularmente grave en el frente del gas
Despreciado durante d¨¦cadas, ignorado en beneficio de su hermano mayor el petr¨®leo, y desaprovechado en la era de la energ¨ªa barata, el gas natural se ha convertido en menos de siete a?os en la fuente energ¨¦tica del futuro, al mismo nivel casi que las centrales nucleares. Desgraciadamente, Espa?a ha descubierto muy tarde las enormes posibilidades del gas natural, una fuente energ¨¦tica que, como est¨¢n demostrando los recientes esfuerzos exploratorios, se encuentra en cantidades apreciables en nuestro subsuelo y en nuestras costas. Con todo, el Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN) prev¨¦ que el gas natural cubrir¨¢, en el horizonte de 1987, un 7%-8% de nuestras necesidades de energ¨ªa primaria. Pero hay quien estima que estos c¨¢lculos est¨¢n infravalorados, y que una mezcla de intereses y susceptibilidades quiere mantener el gas natural -sin duda, el combustible m¨¢s noble y limpio- bajo el mismo cors¨¦ en el que ha estado durante d¨¦cadas.
Una de las constantes que un observador imparcial encuentra cuando se acerca al sector energ¨¦tico en Espa?a es la enorme distorsi¨®n que ¨¦ste padece, en porcentajes, con relaci¨®n a cualquier pa¨ªs europeo. La falta de una pol¨ªtica energ¨¦tica coherente durante los a?os de la energ¨ªa barata (es decir, antes del primer choque petrolero de 1973) y la ausencia de la suficiente visi¨®n para prever el segundo choque de 1978-1979 ha provocado un retraso de varios a?os en la capacidad espa?ola para adaptarse a las nuevas necesidades energ¨¦ticas de cara a las pr¨®ximas d¨¦cadas.Estos factores han creado una situaci¨®n at¨ªpica en la estructura de nuestra energ¨ªa primaria. Frente a la media de los pa¨ªses del ¨¢rea de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE), que cubren con el gas natural hasta un 17% de las necesidades de energ¨ªa primaria en estos momentos, Espa?a s¨®lo obtiene hoy d¨ªa algo menos de un 2% de su energ¨ªa del gas natural.
Este fuerte desequilibrio, opina El¨ªas Velasco, director general de Enag¨¢s, evidentemente tiene remedio, pero s¨®lo a largo plazo. ?Es imposible acortar estos porcentajes antes de diez a?os?, declara a EL PAIS el directivo de la empresa nacional. No obstante, el largo camino a recorrer se ha iniciado con la aprobaci¨®n del PEN por el Parlamento y, aunque el Plan Energ¨¦tico requiere ya una modificaci¨®n en cuanto a sus objetivos, es evidente que la filosof¨ªa al menos se ha elaborado y se encuentra ya en alg¨²n documento-gu¨ªa, de indudable valor para los ejecutores de una pol¨ªtica a largo plazo.
La cobertura de nuestras necesidades
Dado el factor climatol¨®gico, important¨ªsimo a la hora de analizar la estructura de consumo de gas, los expertos est¨¢n de acuerdo en que si en el a?o 1990 Espa?a alcanza porcentajes del orden del 10%, en lo que concierne a la importancia del gas natural dentro de la energ¨ªa primaria, la meta de equiparaci¨®n con Europa se habr¨ªa alcanzado.
Como el PEN marca en el horizonte del a?o 1987 una meta definida del 7%, es evidente que el gas natural tiene que salir de alg¨²n sitio. Frente al retraso que se padece frente a Europa, donde el gas natural se comenz¨® a desarrollar en los a?os cincuenta y sesenta, y adem¨¢s de una manera que se pod¨ªa llamar aut¨¢rquica, en Espa?a es necesario orientar el problema de los suministros de gas natural en dos frentes: por un lado, el est¨ªmulo de las propias fuentes nacionales de gas, y por otro, encontrar los adecuados suministradores extranjeros que ayuden de una manera racional a cubrir las necesidades marcadas.
En el primer frente, sin embargo, se parte de una posici¨®n desventajosa. En Espa?a se ha explorado poco y, seg¨²n pone de manifiesto el reciente estudio sobre el gas natural elaborado por el Instituto de la Ingenier¨ªa de Espa?a, existen muchas posibilidades. Aunque no todos los expertos est¨¢n de acuerdo sobre las reservas y la eventual oferta del gas natural que puede haber en nuestro pa¨ªs, lo que est¨¢ claro es que existen unos m¨ªnimos que dejan las estimaciones m¨¢s optimistas del PEN en una posici¨®n inc¨®moda.
El estudio mencionado habla en este sentido de unos niveles de producci¨®n de gas natural en torno a los 5.000 millones de metros c¨²bicos hacia 1990. Informes alternativos obtenidos por EL PAIS, de dif¨ªcil confirmaci¨®n, sit¨²an estas posibilidades en cerca de los 10.000 millones de metros c¨²bicos, es decir, unos diez millones de toneladas equivalentes de petr¨®leo (TEP).
Aceptar como v¨¢lidas estas ¨²ltimas estimaciones, que pr¨¢cticamente representan un 20% de nuestras importaciones actuales de petr¨®leo, significar¨ªa que en Espa?a se est¨¢ ocultando el verdadero alcance de las reservas y posibilidades del gas por razones e intereses concretos. No obstante, ning¨²n experto en el tema se atreve a dar opiniones concretas sobre este tema, con alguno se?alando que tal estimaci¨®n es imposible, hoy por hoy, ratificarla de una manera cient¨ªfica.
En este sentido, dado el car¨¢cter inicial de las exploraciones de gas en nuestro pa¨ªs, es casi imposible determinar a ciencia cierta no ya la oferta de gas que pueda haber de fuentes nacionales dentro de diez a?os, sino tampoco las reservas probadas de nuestros tres principales centros de exploraci¨®n: Huesca, C¨¢diz y la costa cant¨¢brica.
Las prospecciones nacionales
Y, sin embargo, existe la impresi¨®n contraria, basada quiz¨¢ en los resultados obtenidos hasta la fecha en las prospecciones dirigidas por Eniepsa en Huesca y Bermeo, y por Campsa, en el golfo de C¨¢diz. Las informaciones circuladas sobre estos pozos han espoleado las especulaciones en torno a las enormes posibilidades del gas natural en nuestro pa¨ªs. Aunque, seg¨²n todos los indicios, es prematuro hablar de las posibilidades comerciales de estos yacimientos, el Gobierno y otros centros han adelantado algunas cifras del gas que es aprovechable a medio plazo de esos pozos.
As¨ª, el Gobierno, en respuesta a una pregunta del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso, el pasado 6 de mayo, estimaba las reservas probadas de los yacimientos de Jaca en torno a los 25.000 millones de metros c¨²bicos. En C¨¢diz se llegaba a hablar de 30.000 millones de metros c¨²bicos, mientras que las esperanzas cant¨¢bricas eran m¨¢s dif¨ªciles de precisar, dado el estado inicial del proyecto.
La prisa por certificar las supuestas posibilidades del gas natural en Espa?a quiz¨¢ haya que situarla, seg¨²n Santiago Amarraco, secretario general del Partido Socialista de Arag¨®n, en la urgencia de la construcci¨®n de la red de gasoductos. Hasta la fecha, sin embargo, s¨®lo se han cuantificado de una manera cient¨ªfica las reservas inmediatas probadas del gas encontrado en el golfo de C¨¢diz. As¨ª, un experto en la materia adelantaba la cifra de setecientos millones de metros c¨²bicos, es decir, algo menos de un mill¨®n de toneladas equivalentes de petr¨®leo, lo que a todas luces es insuficiente.
Las importaciones
En cualquier caso, y mientras el tiempo se encarga de clarificar las posibilidades comerciales de las prospecciones nacionales, el segundo frente de aprovisionamiento del gas natural en Espa?a se encuentra en las importaciones. Hasta la fecha, sin embargo, s¨®lo dos pa¨ªses, Argelia y Libia, se han en cargado de satisfacer nuestra de manda de gas importado. La aparici¨®n de los primeros problemas de precios y suministros con uno de ellos ha forzado a la elaboraci¨®n de una pol¨ªtica de abastecimientos m¨¢s racional y diversa.
As¨ª, por vez primera desde que el gas natural licuado (GNL) hizo su aparici¨®n en nuestros puertos, se han iniciado contactos con los escasos suministradores rentables de GNL, como Nigeria, y potencialmente los pa¨ªses europeos (por las v¨ªas de uni¨®n a trav¨¦s de los gasoductos europeos), para diversificar esos dos polos de abastecimiento ¨²nico.
Esta pol¨ªtica se hace imprescindible adem¨¢s cuando uno de nuestros suministradores, Argelia, ha iniciado recientemente una pol¨ªtica definida de subida de precios, en un esfuerzo por equiparar ¨¦stos con los del crudo. Aunque el contrato a largo plazo que se tiene con Argelia hace que esta guerra de precios sea peri¨®dica (en funci¨®n de la cl¨¢usula que obliga a negociar el precio), lo que est¨¢ claro es que la amenaza de subidas unilaterales por parte del suministrador deja escaso margen de maniobra al comprador y, sobre todo, impide mantener una postura de independencia. Esto es especialmente cierto en el frente del gas, cuando el abanico de suministradores es mucho m¨¢s limitado que el que existe en el mercado del petr¨®leo.
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