Del negocio familiar a los grandes exportadores
La industria del vino de Jerez, cuya exportaci¨®n proporcion¨® la pasada campa?a unos 14.000 millones de pesetas a la balanza comercial espa?ola, atraviesa uno de los momentos m¨¢s comprometidos de su larga historia. El duplicar la producci¨®n en s¨®lo cinco a?os, como ocurri¨® en el quinquenio 1967-1972, y mantener un ritmo ininterrumpido de crecimiento, ha obligado a realizar unas inversiones que han trastocado el equilibrio ecol¨®gico de un sector, donde todo parec¨ªa estar atado y bien atado, y donde el negocio se transmit¨ªa de padres a hijos desde hace m¨¢s de tres siglos.
Varias son las razones que se entrecruzan hasta llegar a la situaci¨®n actual, pero simplificando se podr¨ªan establecer en cuatro grandes grupos los antecedentes que han llevado a un sector tan firme y con unos mercados tan garantizados como es el del vino de Jerez a su situaci¨®n presente de desasosiego.En primer lugar, aparecen las razones sociol¨®gicas. De una estructura del negocio absolutamente piramidal, donde era el padre quien decid¨ªa, con el paso del tiempo se dan toda una serie de ramas y de conexiones entre las propias familias, que han diluido el concepto unitario de la propiedad. Esta es la raz¨®n por la que, en la d¨¦cada de los sesenta, aparece en las bodegas jerezanas un esp¨¦cimen hasta entonces desconocido en la peculiar fauna local: el gerente. Aqu¨ª es precisamente donde empieza a fraguarse el futuro del sector, el triunfo de las opciones profesionales al frente de las bodegas, reemplazando el tradicional sistema hereditario. Los miembros de las grandes familias pertenecer¨¢n a los consejos de administraci¨®n de las grandes bodegas, pero no tendr¨¢n acceso directo a los niveles ejecutivos a no ser que acrediten su capacitaci¨®n.
Con los nuevos tiempos y las nuevas t¨¦cnicas se produce el segundo fen¨®meno, lo que se podr¨ªa calificar de razones empresariales. La demanda de vinos de Jerez experimenta un incremento constante a lo largo de la d¨¦cada de los cincuenta, progresi¨®n, casi geom¨¦trica que se mantiene: en el decenio posterior, y que alcanza su techo en 1972, cuando se exportaron 1,26 millones de hectolitros, quedando las bodegas jerezanas pr¨¢cticamente vac¨ªas.
Este disparo de la demanda, no excesivamente bien calibrado entonces, provoc¨® una aut¨¦ntica fiebre de nuevas plantaciones de vid, para garantizar el abastecimiento a los compradores, que lleva a la situaci¨®n actual de 22.000 hect¨¢reas cultivadas. Adem¨¢s, y pr¨¢cticamente en paralelo, se plantea la necesidad de aumentar la capacidad de almacenaje, con lo que se construyen nuevas bodegas. Todo este volumen de nueva inversi¨®n requer¨ªa una financiaci¨®n muy elevada, que el sector no era capaz de proporcionar. En aquellos momentos de euforia exportadora, de dinero abundante y f¨¢cil, y de tipos de inter¨¦s bajos y estables, son varios los empresarios del sector que se lanzan a la carrera de las nuevas inversiones, sin reparar demasiado en las posibilidad del futuro.
Un a?o m¨¢s tarde se demostrar¨ªa que el incremento pr¨¢cticamente salvaje en la demanda, que se produjo en el a?o 1972, hab¨ªa correspondido a unos movimientos especulativos de los almacenistas, principalmente brit¨¢nicos, quienes, ante una eventual escasez del caldo, se apresuraron a atesorarlo, ya que se aproximaban peligrosamente las curvas de capacidad m¨¢xima de venta (el 40% del producto almacenado a 31 de agosto) con las de demanda creciente. As¨ª, el a?o siguiente, sin que se produjese una disminuci¨®n sensible en el consumo, se observ¨® una disminuci¨®n de las exportaciones del 3%, que se elevar¨ªa a un 30% en el ejercicio de 1974.
Esta ca¨ªda en las ventas -refiri¨¦ndose al vino de Jerez, ventas y, exportaciones son casi sin¨®nimo, pues ¨¦stas representan un 90% de las primeras- no supuso una disminuci¨®n en la producci¨®n, ya que las bodegas acostumbran a adquirir a los agricultores la totalidad de lo que cosechan, y, sin embargo, s¨ª representaron un importante incremento en las existencias en los almacenes, con las consiguientes tensiones de financiaci¨®n que vinieron a agravar los menores ingresos por ventas.
No obstante, a partir de 1974 se reinicia la escalada exportadora que s¨®lo se ve interrumpida en 1980, cuando las tensiones monetarias internacionales y la trepidante subida de los tipos de inter¨¦s en las plazas financieras m¨¢s significadas aconseja a los almacenistas reducir los ciclos de sus existencias, lo que supone que sean las bodegas quienes directamente soporten las mayores inmovilizaciones.
Aqu¨ª es donde se entrecruza otra de las grandes razones, la financiera. Toda esta serie de fen¨®menos, la plantaci¨®n de nuevas vi?as, la construcci¨®n de plantas de almacenaje, tratamiento y embotellado, las necesidades de alargar los plazos medios de almacenaje y las bruscas oscilaciones de los tipos de inter¨¦s, con el correspondiente acortamiento en los plazos de la financiaci¨®n, obligan a los empresarios del sector a financiar el inmovilizado con circulante, lo cual crea un aut¨¦ntico rosario de tensiones financieras en las empresas.
Otra manera de entender el negocio
Mientras, los tradicionales sistemas de reinversi¨®n parcial de los beneficios de la campa?a anterior, como sistema de consolidar los recursos propios, no han sido sustituidos por f¨®rmulas capitalistas m¨¢s modernas en la mayor parte de los casos. Aqu¨ª surge el fen¨®meno de Rumasa como un at¨ªpico en el sector. Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Mateos, el hijo del bodeguero, se dio r¨¢pidamente cuenta del cambio que impon¨ªan los tiempos, e inici¨®, a principios de los sesenta, su escalada sobre dos pilares fundamentales: variar el tradicional sistema del mercado de demanda del vino de Jerez por el de la oferta en punto de destino, articulando una amplia red comercial (es decir, en lugar de esperar a que venga a Jerez el comerciante brit¨¢nico a comprar vino a granel, se embotella y se le hace la competencia en su propio mercado) y diversificar las inversiones que permiten los beneficios as¨ª obtenidos, en sectores de alto valor a?adido, para reinvertir estos productos de nuevo en la industria vitivin¨ªcola. Es por esta raz¨®n por lo que en algunos medios jerezanos se comenta que el gigante Rumasa no tiene los pies tan de barro como se dice.El sistema tradicional de financiaci¨®n, salvo casos aislados, no ha sufrido variaciones sustanciales, y son las propias econom¨ªas de las grandes familias propietarias quienes hacen frente ahora al incesante carrusel del incremento de los costes de financiaci¨®n por nuevas inversiones, sin las cuales el sector habr¨ªa muerto por asfixia.
Las cuotas de mercado
La ¨²ltima gran familia de razones, y que de alguna manera les rodea a todas, son los motivos comerciales. La sociedad jerezana cerrada nunca ha sabido hacer m¨¢s que vino. Lo que, si bien se mira, no es poco. Ante las nuevas exigencias de la sociedad que les rodea, responden de la ¨²nica forma que saben: aumentando su capacidad productiva para mantener, e incluso incrementar, sus cuotas de mercado. Este esfuerzo adoleci¨® de un claro principio en su origen: la falta casi total de una planificaci¨®n estrat¨¦gica adecuada. Las rectificaciones se han ido haciendo sobre la marcha. As¨ª, se ha llegado a estar exportando en estos momentos el 40% de la producci¨®n embotellada, desde el 9,65 % que representaba en 1970.A la fuerza se aprende, dicen algunos, y ¨¦sta parece ser una de las m¨¢ximas que mejor cuadran con los industriales del vino de Jerez, quienes parecen haber apostado por un futuro empresarial renunciando al negocio familiar.
Para muestra vale un ejemplo. Una de las primeras demandas de apoyo a la Administraci¨®n seriamente planteadas ha sido atendida, aunque a deshora. El pasado mes de abril se lleg¨® a un acuerdo con el SENPA, por el cual este organismo facilitar¨ªa 180.000 hectolitros de alcoholes para reposici¨®n, que podr¨¢n ser pagados en lugar de a noventa d¨ªas, como es habitual, a dos a?os, con un tipo de inter¨¦s superior en un punto al b¨¢sico del Banco de Espa?a.
Hasta ahora, el sector no hab¨ªa tenido m¨¢s ayudas que las gen¨¦ricas, las del Banco de Cr¨¦dito Agr¨ªcola para la plantaci¨®n de nuevas vi?as, y la financiaci¨®n bancaria a la exportaci¨®n, incluida en el correspondiente coeficiente de estas entidades y que representaba el 40% de los precios FOB (free on boat) de los graneles, y el 30% del embotellado. Unos 5.000 millones de pesetas, a un coste gen¨¦rico de un 9%, seg¨²n fuentes del sector.
Frente a esto, la inversi¨®n inmovilizada en las bodegas y que es absolutamente imprescindible en los procesos de crianza de estos vinos, por su peculiar sistema de soleras, no tiene ning¨²n tipo de tratamiento especial. Lo m¨¢s que se ha conseguido es que se considere afecto a las actualizaciones del inmovilizado en el balance. Esta situaci¨®n es la que hace hablar a un cualificado representante de los exportadores de la necesidad de considerar ?el vino como ladrillo?.
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