La lectura como diversi¨®n
A los muchachos que jug¨¢bamos en las calles del pueblo no nos sorprendi¨® tanto la llegada del cami¨®n corno el hecho de que unos hombres, embutidos en sus monos, empezaran a descargar tablones, bastidores, bultos con ropas, espadas, etc¨¦tera, y, a continuaci¨®n, a montar, en un rinc¨®n de la plaza, un tingladillo que pronto result¨® un sencillo escenario. A la ca¨ªda de la tarde, todo el pueblo estaba agrupado a su alrededor y escuchaba, sonriente y sorprendido, embobado, las peripecias de los pasos de Lope o los entremeses de Cervantes.Otro d¨ªa corri¨® la voz entre nosotros de que pod¨ªamos ir a los salones del casino para ver unos grandes cuadros. Eran copias, casi a su tama?o, de los originales de Vel¨¢zquez, el Greco, Zurbar¨¢n, etc¨¦tera, que se conservaban en el Museo del Prado. Nosotros no entend¨ªamos bien lo que decia un se?or de Madrid que daba explicaciones pero qued¨¢bamos sorprendidos de tanta maravilla.
Alg¨²n tiempo despu¨¦s, mi antiguo maestro, ya estudiaba yo el bachillerato, me llam¨® a la escuela para mostrarme unas cajas que hab¨ªa tra¨ªdo de Segovia llenas de libros que me dejaba hojear y llevarme a casa para que los leyera all¨ª. Hab¨ªa cuentos, pero a m¨ª ya me satisfac¨ªan m¨¢s las obras de Julio Verne, de V¨ªctor Hugo, de Mayne Reid, de Selma Lagerlof, de Kipling, e incluso de Gald¨®s (el mundo arrobador de los Episodios Nacionales) y de P¨ªo Baroja (iriefable Zalaca¨ªn o el inquietante C¨¦sar o nada). El maestro me explic¨® que el teatro, los cuadros y los libros los enviaba a los pueblos el Patronato de M¨ªsiones Pedag¨®gicas, que hab¨ªa sido creado por la Rep¨²blica para que los pueblos todos de Espa?a participaran en las ventajas y goces del esp¨ªritu reservados a los habitantes de los centros urbanos. Que a otros pueblos iban grupos de misioneros, en general estudiantes, que les ofrec¨ªan recitales ipo¨¦t¨ªcos, canciones, proyecciones cinematogr¨¢ficas, charlas y consejos para mejorar su conocimientodel inundo y resolver algunos de sus problemas. Unos a?os m¨¢s tarde, yo mismo, invitado por ¨¦l, fui un miembro de alguna de estas misiones en pueblos segovianos.
Medio mill¨®n de vol¨²menes
Todo hab¨ªa sido una idea de Manuel Bartolom¨¦ de Coss¨ªo, director de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza , que insist¨ªan en que Inabia que ir a las aldeas m¨¢s pobres, escondidas y abandonadas para ense?ar algo, pero tambi¨¦n, y en primer lugar, para alegrar y divertir a los aldeanos, como lo hac¨ªan los c¨®micos y titiriteros.
El arma principal de las misiones fueron los libros para que se convirtiera en realidad la Espa?a que todos deseaban era necesario, dec¨ªan, despertar el af¨¢n por la lectura, pues no bastaba que los espa?oles supieran leer. Se precisaba que tuvieran ansias de leer, de divertirse leyendo. Por ello, el Servicio de Bibliotecas fue el m¨¢s importante de los siete del Patronato de Misiones Pedag¨®gicas y el que se llev¨® la mayor¨ªa de los recursos econ¨®micos, y as¨ª fue posible que en cinco a?os se adqurieran medio mill¨®n de vol¨²menes para formar 5.000 peque?as bibliotecas en las escuelas.
Al cumplirse hoy cincuenta a?os de la creaci¨®n del Patronato y recordar la figura bondadosa de Coss¨ªo, pienso que para ¨¦l ser¨ªa una satisfacci¨®n saber que entre los miles de que se iniciaron en la lectura en las bibliotecas de misiones, hab¨ªa uno que precisamente hab¨ªa aprendido las primeras letras en una escuela donde no hab¨ªa, ni nadie ten¨ªa, un libro, y en el que se despert¨® tal ansia de leer que la lectura fue su diversi¨®n, y, por ello, decidi¨® consagrar su vida, en empresas bibliotecarias y editoriales, a facilitar a los dem¨¢s el acceso al libro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.