Entre la erupci¨®n terrorista y el c¨¢ncer de la econom¨ªa
El futuro no est¨¢ en las bombas ni en las pistolas de los terroristas. No depende de ellos ni directa ni indirectamente. Si los terroristas pudieran dise?ar de cualquier forma nuestro futuro, ser¨ªa se?al de que este pa¨ªs est¨¢ ya muerto, y la mayor¨ªa de los empresarios espa?oles no lo creemos as¨ª.Los terroristas. siguen en su terrible escalada dise?ada con toda precisi¨®n, concebida para aterrorizar, acoquinar e inmovilizar. Al progresar en la escalada de violencia, parece que van logrando que Espa?a se sienta cada d¨ªa m¨¢s abrumada y tambi¨¦n m¨¢s obsesionada por este largo problema, y, por tanto, m¨¢s distra¨ªda de los dem¨¢s problemas graves y acuciantes.
Esa es una estrategia que, a medio plazo, no s¨®lo llenar¨¢ nuestro suelo de v¨ªctimas heroicas, de testimonios de p¨¦same y de manifestaciones en favor de la paz y convivencia social, sino que tambi¨¦n lo llevar¨¢, sin duda, a la destrucci¨®n econ¨®mica, al desempleo creciente, a la fiscalidad improductiva, y a una deuda p¨²blica galopante, enorme, que dejaremos a nuestros j¨®venes para que la paguen, si pueden.
Y es que parece que nos obsesionamos por una de las caras del terrorismo. la m¨¢s sangrienta y asesina, pues es un fantasma horrible, vergonzoso, que nos estremece y nos convoca a una reacci¨®n intermitente de repulsa.
Los dos minutos de silencio de aquel hist¨®rico viernes fueron un ejemplo demostrativo y elocuente: Espa?a se opuso al fantasma, pero no intuy¨® lo que hay detr¨¢s.
Pero los empresarios, que vemos cada d¨ªa la muerte de m¨¢s y m¨¢s empresas, y las. familias que quedan sin trabajo, creemos firmemente que tambi¨¦n es hora de que se convoque a la reconstrucci¨®n de la vida econ¨®mica y laboral del pa¨ªs, porque Gobierno y partidos pol¨ªticos deben tener conciencia de que la intenci¨®n de los terroristas es tambi¨¦n la de apuntillar poco a poco la econom¨ªa de nuestra patria.
?Y c¨®mo? Simplemente, atrayendo la atenci¨®n del Gobierno y pol¨ªticos sobre la agobiante lucha antiterrorista que conlleva desviar su atenci¨®n sobre los problemas econ¨®micos, la vida productiva del pa¨ªs. aplazando sus responsabilidades en estos temas vitales. y con ello creando una sensaci¨®n de inestabilidad tan grande que la actividad econ¨®mica,se retrae y se llega a paralizar.
Nadie duda que el actual Gobierno se ha planteado una dura. batalla contra el terrorismo. Pero nadie dudar¨¢ tampoco de que las medidas, econ¨®micas expuestas durante la investidura del actual presidente todav¨ªa no se han aplicado. La prelaci¨®n de unos temas no puede implicar la marginaci¨®n de los dem¨¢s.
La fiscalidad es cada vez m¨¢s opresiva, y no se afronta su actualizaci¨®n. Habr¨ªa que cambiar la pol¨ªtica de redistribuci¨®n de lo que no hay por otra nueva, occidental, de est¨ªmulos claros al ahorro y la inversi¨®n, acordados y publicados en rom¨¢n paladino, en lenguaje del pueblo y no s¨®lo para entendidos.
Resolvamos los problemas Con los pies en el suelo y el coraz¨®n abierto al sufrimiento y a la enfermedad del cuerpo econ¨®mico-social. Logremos de una vez la identificaci¨®n entre los pol¨ªticos y el pueblo espa?ol.
Ante nuestros ojos se abre un campo inmenso de contradicci¨®nes: hablamos del divorcio matrimonial, pero no planteamos el laboral. No convertimos las oficinas de desempleo en oficinas de empleo. Los precios se disparan, porque invocamos la conveniencia de una pol¨ªtica de precios reales y, sin embargo, vemos c¨®mo se hace previsi¨®n de nuevos impuestos para cubrir precios pol¨ªticos. Muchas importaciones parecen descabelladas y con ellas importamos, a la vez, desempleo y sangr¨ªa econ¨®mica. Hay centenares de ejemplos m¨¢s que nos llevan a concluir que nuestra pol¨ªtica econ¨®mica a¨²n no est¨¢ definida.
Todo ello es muy grave. Nuestro pa¨ªs es un enfermo avanzado que sufre varias enfermedades a la vez. Una de ellas es eruptiva, dolorosa y larga de tratar, pero tiene soluci¨®n, si actuamos todos a una y con decisi¨®n: es la del terrorismo. La otra, m¨¢s solapada, igualmente tenaz, es un aut¨¦ntico c¨¢ncer: se trata de la destrucci¨®n econ¨®mica, de la irresponsabilidad creciente, la paralizaci¨®n de la Inversi¨®n, el desinter¨¦s por el trabajo.
Este c¨¢ncer est¨¢ en fase avanzada, pero todav¨ªa admite soluciones. Estas implican atacar la enferme dad cara a cara, no desviar la atenci¨®n, ni retrasar la medicaci¨®n, y concienciarse de que se trata de una lucha contra la muerte: la muerte de la empresa, de las familias que de ella dependen, de la econom¨ªa del pa¨ªs, de la convivencia social.
Hay buenos m¨¦dicos que podr¨ªan tratar de vencer este c¨¢ncer, y hasta es posible que algunos se encuentren hoy en el Gobierno. Pero parecen distra¨ªdos con la enfermedad eruptiva, y dejan correr un tiempo precioso en el que s¨®lo cabe una terapia para el enfermo: la acci¨®n.
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