Inquietud entre los partidos pol¨ªticos marroqu¨ªes por las amenazas de Hassan II
La amenaza de cerrar las sedes del partido socialista si ¨¦ste abandona el Parlamento al t¨¦rmino de la presente legislatura y la advertencia contra un exceso de militantismo dirigido al Istiqlal, formuladas por el rey Hassan II en su reciente conferencia de Prensa, han sido acogidas con inquietud y desagrado por los dos partidos citados.
Los socialistas, los m¨¢s directa y claramente amenazados, se preguntan que: ?d¨®nde est¨¢ la democracia si un partido no puede abandonar el Parlamento cuando estime que ¨¦ste no cumple la funci¨®n que debe? M¨¢s a¨²n, se ha explicado a EL PAIS el refer¨¦ndum constitucional votado en mayo del a?o pasado, que prolongaba el mandato del Parlamento de cuatro a seis a?os, no especificaba si esa prolongaci¨®n ser¨ªa aplicable con car¨¢cter retroactivo, es decir, al actual Parlamento surgido de las elecciones de 1977, o al que deber¨ªa formarse tras unas nuevas elecciones legislativas este a?o.Pero no son s¨®lo los socialistas los amenazados o aludidos por el rey. El partido Istiqlal, que tan fielmente ha permanecido estos ¨²ltimos a?os dentro del poder, tambi¨¦n ha sido advertido contra un exceso de militantismo, precisamente en lo referido a la reivindicaci¨®n marroqu¨ª de Ceuta y Melilla y a la ratificaci¨®n del tratado de fronteras de 1972 con Argelia. Hassan II ha venido a decirles, con respecto al primer te ma: ?Se?ores: Ceuta y Melilla son nuestras, y ya las recuperaremos, pero dejen de hacer campa?as diarias por motivos partidistas y electorales?. En cuanto al tratado de fronteras con Argelia, firmado en 1972, y aludiendo a los mismos motivos partidistas, el rey Hassan II dijo que ?ya est¨¢ bien que por esos motivos se trate de dar al mundo la impresi¨®n de que Marruecos es un pa¨ªs que se retracta de la palabra empe?ada y de los convenios firmados?, y que para la monarqu¨ªa el acuerdo fronterizo firmado por el Gobierno en 1972 es perfectamente v¨¢lido y definitivo.
Dif¨ªcil momento para Marruecos
La explicaci¨®n oficial para estas actitudes es que Marruecos, que atraviesa este a?o uno de los momentos m¨¢s dif¨ªciles de su historia acosado internacionalmente en el terreno diplom¨¢tico a causa del conflicto del Sahara; con graves dificultades econ¨®micas debido al esfuerzo b¨¦lico; con una fuerte sequ¨ªa en un a?o agr¨ªcola particularmente malo; con problemas financieros y las recientes e impopular¨ªsimas alzas de precios de los art¨ªculos de consumo esenciales, decididas hace unos d¨ªas-, no puede permitirse el lujo de entrar en un per¨ªodo electoral ahora que la unidad del frente interno le es m¨¢s necesaria que nunca.Esta unidad necesaria es, sin embargo, la que hace que a los ojos de los observadores pol¨ªticos el ataque del rey contra las dos formaciones pol¨ªticas m¨¢s importantes del pa¨ªs parezca inoportuno.
Existen probablemente razones para esta postura real dura. En primer lugar, la mayor¨ªa gubernamental, el partido Agrupaci¨®n Nacional de los Independientes (RNI), se escindi¨®. Fracas¨® un intento del consejero real Reda Guedira de atraer a los socialistas a un Gobierno que presumiblemente encabezar¨ªa el mismo Guedira. El partido socialista vive una virtual escisi¨®n entre moderados y radicales j¨®venes, que entienden que estos seis a?os de consenso nacional, desde la firma de los acuerdos tripartitos de Madrid, s¨®lo han beneficiado al poder.
Tambi¨¦n en el aparato del poder han surgido controversias entre los que entienden que la democracia est¨¢ haciendo de Marruecos un pa¨ªs pr¨¢cticamente incontrolable y, en consecuencia, preconizan mano dura -estado de excepci¨®n, seg¨²n algunos-, y los que, por el contrario, sostienen que el problema es que precisamente la democracia marroqu¨ª no es m¨¢s que una democracia vigilada y que es necesario profundizarla.
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