Caos e ilusi¨®n en el primer ensayo
El consejero de Cultura de la Generalidad de Catalu?a, Max Caliner, destac¨® en la inauguraci¨®n del Primer Sal¨®n del Comic y la Ilustraci¨®n, celebrado en Barcelona, el papel cultural del comic, su arraigo en la sociedad de hoy, e hizo votos para que esta edici¨®n sea la primera de una larga serie.Tanto en la jornada inaugural corno en los d¨ªas sucesivos de este acontecimiento hubo un cierto caos y una cierta ilusi¨®n, no en balde se trataba de un estreno. Hab¨ªa muchos pasillos con departamentos multicolores (los de las editoriales, entre ellas, americanas, que hacen una sabia utilizaci¨®n del poster como medio de reclamo). Se pod¨ªa ver en la pared lo mismo a Superman que a Luigi Longo, un indio guerrero o una nave espacial. Todo es lo mismo y todo es diferente.
Los dibujantes se paseaban por todas partes. Se distingu¨ªa a los nuevos de los ya profesionales en que aqu¨¦llos portaban enormes carpetas, mientras estos ¨²ltimos parec¨ªan haberse adue?ado del bar de la Feria de Muestras, donde se celebraba el Sal¨®n.
Todas estas cosas tienen un algo de fiesta de sociedad. Y ya que hab¨ªa demasiadas celebridades al gusto de las revistas de amor y lujo, pod¨ªan otearse las presencias de Ceesepe, de Nazario y de Ventura, que adem¨¢s de hablar de las excelencias de Cadaqu¨¦s comentaba la t¨¦cnica seguida para realizar los carteles del Metro de Madrid. O Romeu, convertido en hombre-anuncio de la nueva editorial Oh Sauce, dedicada en principio a cantar las excelencias de distintas bebidas y en la que ya han aparecido un libro sobre el champa?a, por el citado Romeu, y otro sobre el whisky, de Perich.
Afortunadamente, se iba reconociendo a la gente y, as¨ª, pod¨ªa verse a Swarte, el que dibuja unos comics parecidos a los de Tint¨ªn, o a Hern¨¢ndez Palacios, que demuestra c¨®mo la historia puede ser apasionante en sus dibujos y muestra con este m¨¦todo la historia de nuestra guerra civil. Palacios iba y ven¨ªa como remolcando gente hasta la caseta de su editorial, porque en este Sal¨®n hab¨ªa que trabajar las propias relaciones p¨²blicas.
Los originales colgados por artistas espa?oles denunciaban bien a las claras que nuestros dibujantes de historietas son mucho m¨¢s personales que los ilustradores, o puede ser que las editoriales, necesitadas de ilustraciones no sean tan avanzadas como ser¨ªa de desear.
Dado que no se indica la edad de nadie, ni su lugar de trabajo, ni las revistas donde publica, la exposici¨®n surg¨ªa un poco a voleo, y al final se convert¨ªa en una buena muestra profundamente confusa. Pero, en fin, es el primer a?o y bastante ha habido con ponerlo en marcha.
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